PSOE y PP: una relación de puentes rotos
Ni ley de vivienda, ni presupuestos, ni CGPJ, ni Constitucional... Sánchez y Casado ni siquiera hablan desde mayo.
La guerra emprendida por el PP contra la ley de vivienda del Gobierno ha enturbiado más aún la relación con el PSOE de Pedro Sánchez, al que acusan de falta de diálogo, algo de lo que también se quejan los socialistas, que aseguran que la formación de Pablo Casado ha renunciado a ser un “partido de Estado”.
Los dos principales partidos han mantenido en los últimos años una relación tensa que ahora está en uno de sus peores momentos, con los puentes de diálogo rotos incluso en asuntos en los que había consenso, como la renovación de los órganos constitucionales.
En concreto, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) lleva más de mil días en funciones por falta de acuerdo sobre la renovación de los vocales: el PP quiere reformar el sistema de elección antes de elegir a los nuevos miembros, pero el PSOE sostiene que primero hay que renovar y luego hablar de cambios.
Ambos partidos se culpan mutuamente del bloqueo del órgano de gobierno de los jueces, un bloqueo que afecta también a otras instituciones como el Defensor del Pueblo, el Tribunal Constitucional o el de Cuentas.
Mientras el PP reprocha al PSOE que no apoyara una proposición de ley para “despolitizar” el CGPJ y que los jueces designen directamente a la mayoría de los vocales, los socialistas acusan a los populares de “insumisión constitucional” por no cumplir con la ley en vigor.
La mesa de diálogo creada entre el Gobierno de Pedro Sánchez y el Gobierno de Cataluña ha levantado más ampollas en la relación entre el PP y el PSOE.
La tensión ha aumentado esta semana tras el anuncio del líder del PP, Pablo Casado, de que va recurrir ante el Tribunal Constitucional la ley de vivienda pactada por el Gobierno de coalición y el aviso de que no la aplicará en las comunidades autónomas gobernadas por los populares.
Una declaración de guerra que para el PSOE supone un “boicot” en el avance de derechos y otro síntoma de un PP que ve cada vez más radicalizado y próximo a Vox, al haber recurrido ante la justicia otras iniciativas impulsadas por el Gobierno como la ley de eutanasia o la ley de Educación, conocida como la ley Celaá.
Los socialistas denuncian que el PP de Casado es un partido “kamikaze” contrario a todo lo que lleva el sello del Gobierno, que está “instalado en el insulto”, no plantea propuestas alternativas y carece del más mínimo sentido de Estado.
Entre otros asuntos, reprochan al líder del PP que en sus viajes por Europa se dedique a hacer oposición al Gobierno, dejando en su opinión en mal lugar a España.
Les ha molestado, por ejemplo, que Casado llegara a decir que el Ejecutivo de Pedro Sánchez es el más “radical” de Europa por la presencia de “comunistas”, más incluso que los gobiernos húngaro o polaco.
En el PP admiten que todos los puentes con el Gobierno y con los socialistas están rotos y culpan al “sanchismo”, el término con el que critican al PSOE de Sánchez, que a su juicio ha dinamitado las siglas que defendieron Felipe González o Alfredo Pérez Rubalcaba.
En el partido de Casado enfada, y mucho, la falta de interlocución entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición.
Sin hablar desde mayo
Sánchez y Casado no hablan desde el pasado mes de mayo, cuando se desató la crisis migratoria en Ceuta. El jefe del Ejecutivo no telefoneó al líder del PP para tratar la retirada de Afganistán, un mínimo para los populares, y tampoco conversaron a raíz de la erupción del volcán de La Palma.
Cuando el Gobierno habla de diálogo o pide a Casado que tenga sentido de Estado, en el PP crece la indignación porque aseguran que su líder ha ofrecido múltiples pactos de y porque creen que Sánchez no quiere pactar con ellos.
El PP culpa a Sánchez de intentar crear un mundo al revés. Es el presidente, argumentan, el que se ha desdicho de todas sus promesas electorales, pero ellos quienes cosechan reproches y acusaciones de bloqueo por estar en contra de políticas contrarias a sus principios.
Dentro de esos incumplimientos aluden, semana tras semana, a los pactos con el independentismo y con EH Bildu, al que Casado denomina como “brazo político” de ETA.
En este contexto, y con Casado pidiendo urnas dos años antes de que la legislatura llegue a su fin, se aleja la posibilidad de que el PP y el PSOE reconstruyan los puentes rotos y lleguen a acuerdos.