"Como me dejen en casa me muero": así viven los mayores la crisis del coronavirus
Les han cerrado los centros de día y buscan alternativas como dar paseos por el barrio, ir a la compra o tomar un café con los amigos.
Es mediodía y dos señoras charlan acaloradas en una calle del madrileño barrio de Puente de Vallecas. Regresan de hacer la compra y una de ellas va acompañada de su cuidadora latinoamericana. Luce un sol primaveral y las vecinas no han dudado en bajar a la calle a pesar de la crisis del coronavirus aunque, aseguran, tomando todas las precauciones. No pueden ir al centro de día porque está cerrado desde el viernes pasado, pero se niegan a quedarse en casa.
“Me han quitado el centro de día, acabo de ir a la piscina a preguntar y la han cerrado también, si no salgo a la calle me muero”, dice la más mayor, de casi 80 años, visiblemente enfadada. Son abuelas típicas de barrios como este: con su carrito de la compra lleno, sus gafas de sol y parándose a saludar a cada vecino. “Al menos hay que bajar y comprar, hombre”, se animan una a la otra.
Han encontrado un rincón con sombra y comparten con El HuffPost el enfado que tienen estos días, en los que muchos focos están puestos en personas de la tercera edad. ”¿No os da miedo a vosotros estar con viejas?”, responden al ser preguntadas por si temen salir a la calle. “Los políticos son imbéciles y nos están metiendo miedo y los medios de comunicación no digamos, no habláis de otra cosa y es ridículo”, se queja una de ellas, de 72 años.
“A mí me han dicho que salga lo menos posible”, comenta otra. “He oído que hasta nos van a prohibir salir, pero yo hasta que no esté aquí la policía no hago caso”, dice su amiga. “Me han llamado de la cita de la tensión y me han dicho que no vaya”, responde la primera. “He leído una frase en internet que dice que nos meten miedo para vendernos seguridad”, añade la segunda, “es tan absurdo lo que están haciendo...”.
Y así, mientras comparten sus impresiones, la joven que las acompaña nos pregunta qué puede hacer si tiene que cuidar de una persona mayor, sus padres están en otro país y no tiene con quién dejar a su hijo. Nadie le ha explicado nada.
“No sabía si bajar a la peluquería”
A pocos metros, saliendo de la frutería, Encarna carga un par de bolsas hasta su casa. No es de las que ha hecho compras compulsivas: es lo que se lleva (y pretende seguir haciéndolo) de frescos cada día. Admite tener un poco de miedo: “Mi hijo es minusválido y también va a un centro de día. No nos han dicho si lo cierran, pero yo le he aconsejado que no vaya”, explica. Ella misma viene de la peluquería y baja el tono para decir que no sabía si ir o no.
“Además tengo dos citas para el 18 y el 20 en el oftalmólogo y tampoco sé si ir porque ni cogen los teléfonos”. Esto, dice, es “lo que más preocupa” a la gente de su alrededor: “El hecho de que tengas una operación o algo chungo en el médico y no puedas ir o estar meses esperando una cita por la Seguridad Social y que te la retrasen”.
Un poco más cerca del estadio del Rayo Vallecano, una pareja de 80 y 83 años pasea con su perra. No han dejado de hacerlo desde que se ha intensificado la crisis en la ciudad: “Mi marido sí que sale algo menos, porque tiene riesgo, pero yo hago vida normal, veo a mis amigas y voy a misa, que es lo que hago todos los días”.
Vecinos suyos son Leonor y Antonio, de 85 y 88 años respectivamente, que bajan a tirar la basura al contenedor de cartón y se disponen a volver a casa. “Tratamos de no estar en sitios con mucha gente, de no montar en autobús y de estar más tiempo en casita, aunque sí que salimos a dar algún paseo”, aseguran.
El barrio, como un día normal
El barrio de Vallecas apenas notaba este miércoles el coronavirus. Al contrario que en el centro, los ultramarinos regentados por chinos permanecían abiertos, así como almacenes como ‘El Corte Chino’ o ‘Super Asia’, en cuya puerta los dueños han colgado un cartel en el que se disculpan por atender con mascarilla y aseguran que es para prevenir la propagación.
Por la Avenida de la Albufera, algunas personas chinas y algunas personas mayores llevan mascarilla. Éstas últimas no querían hablar por no acercarse demasiado a la gente, pero muchas de ellas también volvían a casa después de una mañana de compras, de paseo, o de tomar una cerveza con los amigos.
En un barrio algo empobrecido y multicultural comoVallecas, de tradición obrera, es habitual ver a muchas personas mayores mezcladas con jóvenes precarios e inmigrantes. Este miércoles la estampa era la misma: chavales, migrantes y abuelos que forman parte del millón de ancianos mayores de 65 que hay en la Comunidad de Madrid.
En el mercado de Vallecas, el carnicero dice que la gente este martes se volvió “loca” y que él sí que ha visto a los mayores salir a la calle: “Son los primeros que vienen estos días. Van a morir los primeros, pero con la despensa llena”, bromea.
Emilia es de esas mujeres que tienen la nevera llena. Ella, de 89 años, no vive en Vallecas sino en Usera, con una gran cantidad de población china. Pero no le preocupa demasiado eso, sino más bien el no poder acudir al centro de día a “pintar, hacer Tai Chi o trabajos manuales”. También para tomarse un café con sus amigas después de las clases que recibe: “Estos días estamos en casa. Yo tengo la nevera llena porque tengo una chica que me ayuda con la compra, pero días como ayer me levanto, bajo a dar un paseo después de desayunar y vuelvo a casa”.
Agradece vivir en un barrio con parque porque así puede tomar el aire. “Me siento en bancos donde no haya gente o, si veo a amigas, les digo que no me besen. Además, cuando subo a casa me lavo las manos”, asegura. Es una mujer de barrio, no coge mucho el transporte público por el dolor de piernas que le produce la artritis y porque, con la muleta, caminar se le hace más complicado.
A pesar de su aburrimiento, cree que la medida tomada por el Gobierno de Madrid de cerrar los centros de día es apropiada. “Me parece una buena medida de precaución y todo lo que sea evitar la propagación está bien, yo me voy el viernes de viaje con mi hija y le he dicho que si no quiere que vaya, no hace falta, todos tenemos que ser responsables”, asegura para rematar: “Es lo que nos ha caído y lo tenemos que aceptar”.
Una pandemia mundial
Horas después de sus palabras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elevado la categoría del coronavirus a pandemia global tras su expansión en los últimos días, especialmente fuera de China.
Desde su origen en Wuhan, el brote se ha cobrado la vida de más de 4.290 personas en 114 países y ha dejado un rastro de más de 118.000 contagiados. Las personas mayores son uno de los grupos de más riesgo y el gobierno ha pedido responsabilidad a los ciudadanos en cuanto a higiene personal y un mayor esfuerzo en el cuidado y la protección de los ancianos. Se trata de un reto de todos.