El PP propuso en 2019 una fiscalidad más baja que la de Truss, según su programa electoral
Los populares hacen equilibrios tras la debacle que provocó la dimisión de la ya exprimera ministra británica este miércoles. Sus propuestas fiscales son muy similares.
La fiscalidad ya se ha cobrado una primera víctima, nada menos que a la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, apenas 45 días después de asumir el cargo. La que estaba llamada a ser la nueva Dama de Hierro, en referencia a Margaret Thatcher, se ha hundido como un balín de plomo en una piscina.
¿El motivo? Entre las claves se encontraba una medida que desató el pánico en los mercados, una bajada de impuestos masiva a las rentas altas, que pretendía reducir el tramo más alto del IRPF desde el 45% al 40%. Traducción: un agujero de 45.000 millones en las arcas públicas.
La orgía fiscal planeada, sin embargo, se queda corta con la propuesta que el PP llevaba en su programa electoral de 2019 (Página 15, punto 16), donde aseguraban que bajarían ese mismo tramo “por debajo del 40%”.
Las propuestas actuales son otras. En abril de este año los populares presentaron una propuesta que incluía la deflactación del IRPF para rentas hasta los 40.000 euros y una modificación en el IVA energético para las empresas, además de otras bonificaciones en el impuesto desociedades.
Sin embargo, el afán popular también ha tocado otras áreas, ahora en cuestión. La caída de Truss trastoca el anclaje de las medidas que los populares iniciaron durante el mes de septiembre, como la supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía o la deflactación del IRPF en la Comunidad de Madrid. De fijarse en la expremier como ejemplo ahora donde dije digo, digo Diego.
El PP ha virado su discurso desde que el plan británico desatara el pánico en los mercados, obligara el cese fulminante de su ministro de Economía y diera el golpe de gracia a la sucesora de Boris Johnson. Los de Alberto Núñez Feijóo se desmarcan ahora de las propuestas que han provocado de la caída en picado de la persona que menos tiempo ha detentado el cargo de ‘premier’.
Algunos, como Íñigo Errejón, revolucionaron este miércoles las redes al recuperar un tuit en el que Isabel Díaz Ayuso atacaba al Gobierno diciéndole que de qué manera iban a combatir el dumping fiscal, al calor de la revolución fiscal de Truss, días antes de que se tornara en un desastre.
El mismo día que Truss renunció a su plan, el 6 de octubre, saltaron las alarmas en Génova. El responsable de economía del PP, Juan Bravo, se apresuró a decir que en el PP no estaban planteando bajadas de impuestos, sino solamente “no subirlos”.
Esto contradecía, sin embargo, las palabras de Feijóo apenas un día antes, el 5 de octubre, durante una visita a una feria de frutas y hortalizas, cuando dijo que para una “política fiscal social” pasaba por “bajar el IRPF con efecto desde enero a las rentas bajas y medias”.
Posteriormente, Feijóo aseguró que las medidas fiscales del PP “nada tienen que ver con Reino Unido”.
¿Es el PP igual que Truss?
Conviene tirar de refranero para decir que “del dicho al hecho hay un trecho”. Las políticas fiscales del PP en Andalucía y Madrid promueven rebajas, pero su impacto es más limitado que lo que pretendía llevar a cabo la exprimera ministra y que al final la ha dejado de patitas en la calle de Downing Street.
Las reformas fiscales del PP en Andalucía supone una merma en la recaudación de en torno a 900 millones de euros, una migaja en comparación con los 45.000 millones que previsiblemente se iban a evaporar en el Reino Unido. Aunque en el fondo de la cuestión, el sentido es el mismo.
Así lo indicó también jefe de economía de la Cadena Ser, Javier Ruiz, dedicó su tramo de Hora 25 de los Negocios del 6 de octubre a analizar la deriva sin timón de la política fiscal de Truss y la marcha atrás del plan.
Ruiz tiró nada menos que de las opiniones de los diarios económicos más conservadores como el Financial Times o The Economist, que habían tildado las medidas de la primera ministra británica como “ideología y no economía”, al tiempo que afirmaban que las medidas eran “impropias de una economía desarrollada”.
La idea de que bajar impuestos crea riqueza se liga a la conocida como Curva de Laffer, que sostiene esa idea de que una baja fiscalidad favorece la estimulación económica. Sin embargo, es una idea que genera intensos debates debido a que nunca ha llegado a probarse definitivamente que funcione.
El propio Ruiz lo repasa en su podcast, y organizaciones como el Centro de Análisis FUNCAS han publicado estudios como La curva de Laffer ¿Mito o realidad?, en el que se concluye que “la controversia que suscita esta curva debería limitarse exclusivamente a su forma funcional y no a la de su existencia propiamente dicha”.
O lo que es lo mismo, existir como tal, existe, el misterio aún por confirmar, después de décadas, es que funcione.
Remar contracorriente
En su informe anual sobre políticas fiscales publicado en septiembre de este año, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), elogió que la respuesta fiscal analizada en 71 países demostró que el esfuerzo fiscal había contribuido en buena manera a impulsar la recuperación económica tras la pandemia.
¿Y cuál es una de las medidas que destaca la Organización? Las bajadas de impuestos, pero a los hogares de ingresos medios y bajos. De hecho, los elogios de la OCDE reman justo en la dirección contraria a las políticas del PP, que por ahora ha suprimido el impuesto al patrimonio y promovido bajadas generalizadas del IRPF.
La Organización destaca que la progresividad fiscal (que pague más impuestos quien más riqueza posee) ha favorecido la equidad y salvaguardado los intereses de los más vulnerables.
Hace además especial hincapié en lo referente a los impuestos sobre el patrimonio, en los que señala que los países, al contrario que el Partido Popular ahora, han optado por subir las cargas impositivas a las personas y entidades que usan su patrimonio como vehículo para enriquecerse.
A esta tendencia señalada por la OCDE habría que añadir la opinión del Fondo Monetario Internacional, que se ha decantado a favor de los impuestos sobre las grandes fortunas, o al impulso por parte del G20 de un impuesto que grave la actividad de las multinacionales en todo el mundo con un tipo de sociedades mínimo del 15%.
El agua siempre discurre en un mismo sentido, pero la política y la ideología marcan la dirección en la que se rema.