¿Por qué no se subirán los tipos en 2019?
Los riesgos que vive la economía global han provocado que los gobiernos se planteen las subidas de estímulos planteadas para el nuevo año. La economía está cada vez más debilitada y las nuevas subidas de tipos podrían asfixiarla.
En lo que va de año, los bancos centrales, así como los organismos monetarios, han paralizado, de inmediato, las retiradas de estímulos planteadas para 2019. Y es que, ante la desaceleración económica que se prevé en aquellas economías más desarrolladas, así como el entramado de riesgos que agita la economía global, se presenta uno de los peores entornos posibles para los incrementos en los tipos de interés.
A principios del 2018, las optimistas previsiones que hacían organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros organismos monetarios y económicos, normalizaban una situación y una economía que esta en pleno auge. El crecimiento económico que se estaba experimentando nubló la mente de muchos analistas, que ya veían un entorno económico recuperado.
Como es obvio, ya hemos visto que la economía no estaba tan recuperada como indicaban aquellos analistas. Los enormes riesgos a los que se enfrenta la economía global en los próximos años ha hecho temblar los cimientos de una economía debilitada por los populismos, los auges proteccionistas y las tensiones diplomáticas.
A esto debemos sumarle los enormes volúmenes de deuda que sostienen las principales economías del mundo. En el caso de Estados Unidos o China, las dos economías líderes del planeta, éstas poseen elevadísimos niveles de deuda. Además, esta no deja de crecer, lo que, como indicaron estos mismos organismos, se pone en riesgo el crecimiento sostenible de dichas economías.
Al igual ocurre en Europa, donde España e Italia han estado, y están, bajo el foco de Bruselas. Las economías de ambos países muestran elevados niveles de deuda que las sitúa en el Procedimiento de Déficit Excesivo (PDE) de la Unión Europea. Los niveles de deuda son excesivamente altos y, como ordenó Bruselas, deben contenerse para salvaguardar los intereses comunitarios en el ámbito económico.
A su vez, el Brexit también esta dando mucho de que hablar. Las continuas tensiones con Reino Unido, así como las posibilidades de que la salida no se dé de una forma estructurada, dificultan un entorno económico que, como hemos visto, no pasa por sus mejores momentos. Como hemos dicho, un entorno plagado de incertidumbres y que no deja de sacudir a la economía global.
Ante estos peligros, las autoridades económicas han puesto de manifiesto los grandes riesgos por los que atraviesa la economía a nivel global. Por ello, han decidido poner fin a estas subidas de tipos, devolviendo a las economías el oxígeno que, de alguna forma, aportaban los estímulos. La intención de esta devolución es la de no asfixiar una economía que, de continuar así, puede sufrir una mayor desaceleración para los próximos años.
Estamos ante una incertidumbre enorme y, aunque ya suene redundante, la solución para poner freno a esta incertidumbre se encuentra en la mano de los dirigentes políticos. Los problemas que viven las economías en el presente, no son más que una mala gestión política en materia presupuestaria, así como el conflicto de intereses que manejan diversos países y que los grados de repercusión en la economía son muy elevados.
Según indicó el Fondo Monetario Internacional, la economía global se desacelera y, aunque los ritmos de crecimiento no caerán en picado, si se puede observar esta ralentización de la economía. La economía global en 2018 creció a un ritmo del 3,7%; para el 2019 se pronostica en un ritmo cercano al 3,5%, mientras que para 2020 las previsiones arrojan un crecimiento de en torno al 3,6%. Un -0,2% en 2019 y una ligera subida del 0,1% para 2020.
No obstante, estas previsiones solo serán efectivas si los países que mantienen conflictos comerciales relajan sus tensiones y negocian sus posturas hacia la liberalización del comercio. Con un ritmo de crecimiento superior al 4%, el comercio mundial vuelve a representar uno de los mayores aportes al crecimiento económico y jugará un papel determinante en el crecimiento que experimentará la economía en los próximos años.
Para concluir, debemos ser optimistas en lo que a lo que nos depara la economía se refiere. Las economías deben dejar de luchar entre sí, permitiendo a los países la realización de transacciones comerciales sin el incremento de los aranceles. Para un crecimiento sostenible, las economías deben comenzar a apoyarse en el comercio internacional, así como en la reducción de una deuda que asfixia las cuentas públicas de muchos gobiernos.
Esta es la única forma de reducir estas incertidumbres y riesgos, pues de no darse, estaremos ante un terreno pantanoso; perfecto, a su vez, para una próxima recesión económica. No debemos dejar que una economía impulsada comience a debilitarse, pues aunque por teorías de ciclo esta comience a agotarse, debemos prolongar este crecimiento lo máximo posible, reforzando los cimientos de aquellas economías más vulnerables.