Organizaos. Parad el fascismo

Organizaos. Parad el fascismo

La valentía es contagiosa.Pussy Riot

"El fascismo estaba bien, ya que derivó de una sana sensibilidad nacional-patriota, sin la que un pueblo sería incapaz de reclamar su existencia o de crear una cultura única".

Es una cita de Ivan Ilyin, el filósofo favorito de Putin.

Nací unos pocos días después de la caída del Muro de Berlín. En ese momento pensaban que si en algún momento salíamos de la contradicción socialismo/capitalismo, viviríamos en paz. Lo que hemos visto en realidad es el aumento de la desigualdad, el empoderamiento de los oligarcas de aquí y de allí, amenazas a la educación y a la sanidad públicas, una grave crisis medioambiental. Todo esto ha causado una desconfianza radical en la política convencional.

Crea desigualdad y violencia estructural. Convierte a los "otros" en chivo expiatorio. Ofrece un patriotismo extremo como solución. Y así obtienes a Trump.

Este descontento lo están usando ahora los actores políticos de derechas, ultranacionalistas, oportunistas, corruptos y cínicos. Los mismos que ayudaron a crear y a avivar todo esto nos ofrecen ahora salvación. Ese es su juego. Es la misma estrategia que dejar de destinar fondos a un programa o a una agencia reguladora de la se quieren deshacer y luego hablar de su ineficacia resultante como prueba.

Primero, crea desigualdad y violencia estructural. Segundo, convierte a los "otros" en chivo expiatorio para explicarlo. Tercero, ofrece un patriotismo extremo y más privilegios a los privilegiados como solución. Y así obtenemos a Trump, el Brexit, Le Pen, Orban, etc.

Putin también está jugando a esto: juega con el complejo de la rabia, del dolor y el empobrecimiento del pueblo ruso provocado por la maquiavélica privatización y desregulación de los 90. "¿Queréis volver a los 90?"; ese es su mejor truco. La misma vieja historia: usar el miedo para obtener poder y dinero.

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Mira, si la agresión nacionalista, el cierre de fronteras y el excepcionalismo funcionaran bien en la sociedad, Corea del Norte sería el país más próspero de la Tierra.

Después de la caída de la Unión Soviética compramos el mito de un "fin de la historia". "Bajamos nuestras defensas, limitamos nuestra imaginación y abrimos el camino precisamente al tipo de regímenes a los que dijimos que nunca volveríamos. La historia del siglo XX nos demuestra que las sociedades pueden romperse, que las democracias pueden caer, que la ética puede desplomarse", escribe el historiador Timothy Snyder. El peligro es real y la erosión de las instituciones que pueden protegernos es muy real.

Si la agresión nacionalista, el cierre de fronteras y el excepcionalismo funcionaran bien en la sociedad, Corea del Norte sería el país más próspero de la Tierra.

En todos los países que visito, los activistas locales me dicen que nunca habían visto todo tan jodido. Es como si tuvieran una competición: los rusos dicen que somos nosotros los que peor estamos; los estadounidenses piensan que son ellos; mientras tanto, los húngaros, los fineses y los británicos están seguros de que son ellos quienes han ganado la competición en cuanto a lo de estar jodidos; y la lista continúa. El problema es a nivel global.

Tenemos que empezar a crear alternativas y teníamos que haberlo hecho ayer. Deberíamos pasar a considerar la evolución como un modelo de riqueza del mundo, no tanto como un modelo económico de "riqueza de naciones", y como un sistema económico unitario a múltiples niveles, sostenible ecológicamente y descentralizado.

Creo que vivimos en un mundo global, pero me gustaría ver un mundo global de solidaridad y cuidado mutuo. No apoyo la globalización de avaricia y miedo hacia el otro. No apoyo la globalización de encontrar un chivo expiatorio o una bruja que quemar en la hoguera. Sé de lo que hablo, yo fui aquella bruja durante el juicio de las Pussy Riot.

Como ciudadana del mundo, no me preocupan las fronteras, pero parece que yo sí preocupo a las fronteras. En Reino Unido me dijeron que Theresa May piensa que los "ciudadanos del mundo" como yo son "una mierda". Bueno, me alegro de ser parte de esa mierda, porque no sólo soy yo: es un movimiento de los que piensan que un ser humano es más importante que la nacionalidad, la religión, el pasaporte o el color de piel.

Desconfío de todos los tipos de limitaciones que se me han impuesto. Sexo, nacionalidad, raza, color de pelo, el timbre de mi voz, la forma en que follo y que me lavo los dientes.

¿No os parece ridículo que los que quieren cerrar las fronteras sean parte de la burbuja de la élite de personas privilegiadas que nunca han hecho cola durante horas en un centro que expide visados? Yo sí he estado ahí. Y estuve detenida durante seis horas en la frontera estadounidense. No es divertido. Pero para la fracción de ese 1% que lidera movimientos ultranacionalistas, las fronteras siempre han estado abiertas.

Desconfío de todos los tipos de limitaciones que se me han impuesto. Sexo, nacionalidad, raza, color de pelo, el timbre de mi voz, la forma en que follo y que me lavo los dientes. ¿Qué más?

¿De dónde vengo? De la ciudad más contaminada del planeta, de la Vía Láctea, de la literatura rusa y el teatro japonés. Soy de cada ciudad en la que me he peleado o he follado. Soy de la cárcel o de la Casa Blanca, soy de las canciones punk y de las invenciones de Bach, de mi obsesión por el turquesa, por el café y la música alta.

Hay una eterna oposición entre la comunidad valiente que dice la verdad al poder y los que abusan del poder para beneficio personal. No habrá tierra prometida hasta que no la construyáis con vuestras propias manos. A mí misma me digo: métete en política o chúpasela a Putin, Trump, May y Le Pen.

Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.

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