Bienvenidos a la España del futuro
Despídete de la playa, la nieve e incluso la cerveza si se cumplen los peores pronósticos climáticos.
“El debate del cambio climático, si es natural o si obedece al ser humano... pues es algo que desconozco realmente”, reconocía hace apenas unos meses Santiago Abascal en pleno directo.
Y como no lo sabe, se lo contamos. En la actualidad, el 90% de los desastres medioambientales –el doble que hace 20 años– tienen como origen la crisis climática, y por estas dos palabras la ONU entiende la alteración del clima producida por la interferencia de la acción humana. La frecuencia e intensidad de fenómenos como huracanes, sequías o inundaciones es cada vez mayor, lo que está provocando la normalización de una situación catastrófica, en el sentido más amplio del término.
Es hora de actuar. Naciones Unidas advierte: los próximos diez años son decisivos para intentar frenar lo que ya es irreversible, porque a pesar de que existen planes, convenios, acuerdos y estrategias, hace falta aún mucha voluntad política, resiliencia y concienciación.
Esto es lo que ocurrirá en España y así condicionará la vida de Abascal –y del resto de mortales– la crisis climática si se sigue negando esta realidad, la temperatura aumenta más de los 2°C que fija el Acuerdo de París y por tanto, se cumplen los peores pronósticos según el panel de expertos (IPCC).
Disfrutar de una jornada de descanso alternando chiringuito y baño se convertirá en misión imposible en ciertos lugares del mapa español. El aumento de la temperatura y la subida del nivel del mar (prevista entre 10 y 68 cm) afectará especialmente a playas del Cantábrico, aunque no únicamente, provocando que muchas de éstas desaparezcan y dejen paso a las inundaciones en una parte importante de las zonas bajas costeras –deltas del Ebro, Llobregat, Manga del Mar Menor, y costa de Doñana–.Todo esto mientras grandes núcleos habitados como A Coruña, Gijón, San Sebastián, Barcelona, Valencia o Málaga se enfrentan al hundimiento de una parte significativa de su callejero, señala el informe: “Así nos afecta el cambio climático”, de Greenpeace.
Otro ejemplo como la bahía de Cádiz será especialmente vulnerable no sólo a la subida del mar, sino a la fuerza del oleaje. Siendo un área enormemente poblada, donde la actividad marítima es esencial para su vida, el impacto será todavía mayor.
A día de hoy casi un millón de personas viven en España en zonas de inundación recurrente como consecuencia de la crisis climática y el número, lejos de menguar espera dispararse si se cumplen los niveles térmicos que la ONU estima.
No hará falta viajar a Marruecos para conocer el desierto porque éste se habrá comido ya la mitad de la península Ibérica –de Alicante a Lisboa–, mientras que la temperatura de la capital española será la misma que la de Casablanca, señalan desde Greenpeace.
España es el país más árido de Europa, el 20% del terreno ibérico ya se considera desértico. En total, el Ministerio de Medio Ambiente presagia un escenario donde el total de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas en España llegará a los 37,4 millones de hectáreas de las 50,5 millones del total del territorio. Por lo que pese a ser el sudeste español el más expuesto, este fenómeno acabará afectando a una gran parte del territorio.
Conviene distinguir: desertificación y sequía no son lo mismo, pero su origen sí, en definitiva, aumento de las temperaturas y calentamiento global. Mientras que la sequía supone una reducción de agua por debajo de la cantidad normal para un período de tiempo determinado, la desertificación es un proceso de degradación de un territorio fértil como consecuencia directa de la intervención humana.
La misma ONG recuerda que la crisis climática (subida de temperatura, menor nivel de precipitación y mayor riesgo de incendios forestales) está acelerando los procesos de pérdida irreparable de suelo y de humedades en entornos situados alrededor de las ciudades o asentamientos urbanos o industriales como la desembocadura del Nervión en Bilbao, la ría de Avilés o la ría de Ferrol.
Merluza, mejillones o arroz. Estos, entre otros muchos alimentos requieren cierta temperatura del agua, y su aumento en aquellas poco profundas, afecta a su producción, particularmente a la aciucultura del delta del Ebro, pero también a la agricultura, fauna y flora del entorno, recoge el estudio.
Estos cambios en el delta inciden directamente en las cosechas locales como el arroz (sometido ahora a aguas salinizadas), los mejillones, que se alimentan de los nutrientes que trae la corriente del río y que, mezclados con la del agua salada del mar, crean las condiciones necesarias para su producción, o la merluza, para cuya supervivencia se requieren temperaturas más frías.
El sector pesquero sin duda, será uno de los más afectados, las alteraciones en el agua están mermando sus poblaciones y el calor, asfixiando a sus crías, pero no es el único.
La industria del aceite, el vino o la cerveza también se enfrentarán a esta problemática. Las cosechas de cebada serán cada vez más cortas y además de peor calidad, los viñedos adelantarán su producción y esto afectará a la maduración de la uva, al tiempo que la del aceite podrá disminuir hasta en en un 30%.
Las imágenes de los polos derritiéndose sobrecogen, sin embargo, existe una clara tendencia a observar estos hechos desde la distancia y a percibirlos como “algo lejano” en un marco espacio-temporal. Lo cierto es que España también se enfrentará al deshielo como consecuencia directa del aumento de la temperatura. Una de las zonas más afectadas será Sierra Nevada, no sólo un foco de turismo y soporte de una importante actividad económica vinculada a la práctica del esquí, sino también una zona que aprovecha directamente producto local y tradicional basado en la agricultura y la ganadería de montaña, señala Greenpeace.
Los fenómenos meteorológicos extremos han provocado ya un derretimiento en la zona más que evidente, pero con un mayor aumento de temperatura, se producirá también una alteración de los ríos, menor duración de las capas de nieve, y extinción de especies, advierten.
Si no se toman las medidas oportunas, se espera que el nivel global de contaminación atmosférica se multiplique por cinco. La polución ya causa cada año 17.000 muertes prematuras en la Unión Europea y 1.800 de ellas en España, denuncian desde Ecologistas en Acción. En total, provoca un cuarto de los cánceres de pulmón, ataques al corazón e infartos cerebrales.
Los espacios naturales también sufren con ella, buena parte de los cultivos y bosques soportan niveles de ozono que dañan la vegetación.
Hay que tener en cuenta que la crisis climática y la calidad del aire son dos conceptos diferentes pero claramente relacionados entre sí. La calidad del aire en general, y la de las ciudades en particular, se degrada si la concentración de determinados contaminantes atmosféricos supera los valores límites establecidos y son las emisiones de gases de efecto invernadero las que repercuten directamente sobre la salud de las personas.
La OMS considera que las concentraciones superiores a 100 partículas PM10 son peligrosas para grupos de riesgo, mientras que niveles por encima de 300 convierten el aire en tóxico para el ser humano. Ha sido el caso de Nueva Delhi estos últimos meses, donde el índice de partículas finas presentes en la atmósfera de la capital india supera los 900 puntos.
Desde lugares exóticos, hasta importantes capitales del mundo. Viajar y visitar ciertos destinos tal y como los conocíamos hasta ahora no será posible si se cumplen las predicciones.
Groenlandia ha sido protagonista recientemente por haberse convertido en el último capricho del mandatario estadounidense Donald Trump. El magnate, uno de los mayores negacionistas de la emergencia climática, declaró abiertamente su interés y propósito de hacerse con el país. Sin embargo, y a pesar de la negativa de Dinamarca y de los propios habitantes groenlandeses, el deshielo ha sido otro de los factores que han visibilizado la dramática realidad que afronta la isla. La superficie de derretimiento está cerca del 60% según los primeros indicios, aunque algunos científicos lo elevan al 87%.
Por su parte, Países Bajos e Italia también afrontan cambios. El primero cuenta con un tercio de su territorio por debajo del nivel del mar y dos tercios sometidos al riesgo de inundaciones, mientras que el segundo, cada vez más acostumbrado a la aparición de fenómenos extremos, ha enfrentado este año una de las peores crisis de inundación de su historia en la emblemática Venecia. Un episodio que no se repetía desde 1966.
La escasez de agua, el aumento de la temperatura, la contaminación del aire, el deshielo, la subida del nivel del mar o las inundaciones por fenómenos extremos ya causan en el mundo más desplazamientos que las guerras o factores económicos, según un estudio publicado por Global and Planetary Change.
Según el Informe sobre Sostenibilidad en España (2018), de la Fundación Alternativas, siete de las diez cuencas de los ríos que sufren el mayor “estrés hídrico” de Europa están situadas en este país y se espera que el calentamiento global amplifique las amenazas preexistentes sobre recursos y ecosistemas acuáticos.
Además, condiciones como la desertificación podrían obligar a desplazarse a grupos de población de unas regiones a otras.
“Conociendo los procesos migratorios vinculados al clima que ya acontecen tanto en países desarrollados como en desarrollo, no debe ser una imprudencia plantear la posibilidad de estos desplazamientos para diversas zonas de España”, destaca el informe.
Del 2 al 13 de diciembre Madrid acogerá la Conferencia sobre Cambio Climático (COP25) y el lema lo deja claro: “Es tiempo de actuar”.