'Mike' Bloomberg, el nuevo millonario neoyorkino que aspira a la Casa Blanca
El exalcalde de la Gran Manzana, primero republicano, luego independiente y ahora peleando por ser candidato demócrata, sacude la campaña de los comicios de 2020
Se llama Michael Rubens Bloomberg, es de Nueva York, multimillonario, y quiere convertirse en el presidente de los Estados Unidos de América por el Partido Demócrata. Es el dueño de ese canal de información económica que te encuentras zapeando en la tele, quizá te suene su cara de múltiples homenajes a las víctimas del 11-S, porque fue alcalde de Nueva York tras la masacre, o lo has visto en revistas del corazón, siempre al lado de estrellas en incontables cenas benéficas.
Ahora su empresa es alcanzar la Casa Blanca y lo hace rodeado de tanta expectación como polémica. La primera, porque es una estrella mundial que entra en liza y rompe las reglas establecidas. La segunda, porque lo hace con sus dólares por delante, saltándose gran parte del tedioso y complejo proceso de selección de candidatos.
‘Mike’, como se ha presentado en sus redes sociales de campaña y como quiere que se le conozca ahora, tiene 77 años y nació en un suburbio de Boston, en el seno de una familia judía de clase media (apunte rápido: nunca un judío se ha convertido en presidente estadounidense). Se formó como ingeniero eléctrico y aprobó un máster en gestión de empresas en Harvard.
Se quiso enrolar de voluntario en el Ejército, en plenos años convulsos por Vietnam, pero lo rechazaron por tener pies planos, así que siguió con su carrera y entró como socio en un banco de inversiones en Wall Street, allí donde ahora es el rey de la información rápida y confiable. Desde allí fue saltando, sufriendo incluso algún despido, hasta crear a los 39 años su propia empresa, que suministraba datos de calidad a los inversores, y que hoy es un emporio: Forbes calcula que tiene 54.000 millones de dólares de patrimonio, el noveno hombre más rico del planeta, entre los 20 más poderosos del mundo.
Cambio de chaqueta
Carismático, con una agenda privilegiada, el hombre con el que todos quieren una foto, usó esa popularidad para convertirse en alcalde de Nueva York por el Partido Republicano; ganó y revalidó su cargo en dos ocasiones, entre 2001 y 2013, tomando una ciudad herida tras los atentados yihadistas. En 2007 renunció a la militancia republicana, se hizo independiente y hace un año se afilió a los demócratas.
En EEUU el runrún de su posible candidatura a la Casa Blanca viene de lejos, de hace al menos una década, mucho antes de que se especulara siquiera con que otro magnate neoyorkino, Donald Trump, daría el paso primero. Bloomberg ha ido jugando, a veces dando pistas a favor, luego negándolas si la coyuntura no era buena, y apostando al fin por candidaturas como la de Barack Obama. Ahora, el tiempo del banquillo ha terminado. Ha decido que es momento de salir a la cancha. Lo hará sin aceptar donaciones y anunciando que no cobrará si gana la presidencia -como Trump-, e invirtiendo de partida 100 millones de dólares en una campaña para atacar al actual mandatario y otros 150 más para sus actos y desplazamientos.
¿Por qué anunció este domingo que da el paso, por qué ahora? Dice Bloomberg que EEUU no “puede más” con Trump, ese que hace nada era su “amigo”, un “icono” de la Gran Manzana al que reclamaba en cada acto. “Me postulo como presidente para derrotar a Donald Trump y reconstruir América. No podemos permitirnos cuatro años más de acciones temerarias y poca ética”, ha dicho en Twitter.
Denuncia las “acciones negligentes” de Trump, que afectan a la vida diaria de los ciudadanos y han “debilitado” el país, un “daño irreparable” que él pretende superar como demócrata moderado.
“Sé lo que se necesita para vencer a Trump, porque ya lo he hecho. Y lo volveré a hacer. Nunca he rehuido una pelea dura. Derrotar a Trump, y reconstruir Estados Unidos, es la lucha más urgente e importante de nuestras vidas. Y voy con todo”, añade en su web, escrita en inglés y en castellano.“Pero más que planes, ofrezco el liderazgo para convertir los planes en realidad. Arremangarme, motivar a un país a unirse y reconstruir Estados Unidos, y hacerlo más justo y mejor. Y estoy listo para trabajar”.
En su primer boceto de programa político, destaca seis puntos esenciales: la lucha contra la economía “inclinada en contra de la mayoría de los ciudadanos”; el cambio del sistema de salud, que “no brinda cobertura a todos los estadounidenses” y es muy costoso; la lucha contra las armas de fuego; la reforma del “sistema migratorio, que es cruel y disfuncional”; la pelea por atajar la crisis climática, “esencial”, y la de los grupos de “interés” de la capital, Washington, que a su entender “no permiten avanzar para resolver los problemas” del país. Nada concreto, aún.
Pros y contras
El magnate ahora demócrata tiene a su favor varias cosas: mucho dinero e influencia y lazos con Wall Street, obviamente, pero también un talante moderado y una experiencia de la que desde luego Trump carecía, tanto en gestión pública (en una ciudad con más de 8,5 millones de habitantes como Nueva York) como filantropía (las fundaciones de su empresa son de las que más dinero mueven en actos solidarios en todo el país). A él no hay que presentarle a los líderes mundiales, porque no sólo los conoce y no va confundirlos, sino que ha tratado, posiblemente, con la mayoría de todos ellos.
En su empeño por ir a por los moderados, incluso a por algún republicano dudosos, la prensa norteamericana cree que exhibirá su gestión como regidor, con éxitos en cuanto a zonas verdes o carril bici, un cambio radical del diseño de ciudad (recalificó el 40% del suelo) y los datos más bajos de criminalidad conocidos. Ha pedido perdón hace días por una de sus mayores equivocaciones: una ley para que la policía pudiese parar a viandantes por la calle y cachearlos, sin sospecha alguna, iniciativa que tuvo a los negros y a los latinos como principal diana. Muchos son votantes demócratas.
La CNN cita fuentes de la campaña de Trump que reconocen que el anuncio de Bloomberg es una “amenaza” para su líder de cara a los comicios de 2020, porque “pocos candidatos como él” pueden hoy hacerse sombra en el Partido Demócrata. Una formación que ha demostrado que no tiene un líder claro, por cuya candidatura llevan meses peleando una veintena de aspirantes, y que sigue inmersa en debates y votaciones porque, aunque hay favoritos, nadie tiene claro lo que va a pasar. A ese río revuelto viene Bloomberg a pescar.
Ahora mismo, tres candidatos sacan cabeza sobre el resto, por este orden: Joe Biden, el exvicepresidente con Obama, y los veteranos izquierdistas Bernie Sanders y Elizabeth Warren. De ellos, sólo el segundo ha valorado por ahora la irrupción del empresario en la pugna y no lo ha hecho precisamente dándole la bienvenida: lo ha acusado de despreciar el apoyo de las bases (que se muestra en gran medida con donaciones particulares) y afirma que no cree que los multimillonarios “tengan derecho a comprar elecciones”. Bien claro.
Y es que Bloomberg se mete en el tablero sin pasar por la casilla de salida. Si los demás demócratas llevan meses planteando su candidatura, buscando apoyos y dinero, debatiendo entre ellos para que los electores vean sus diferencias (lo que les obliga a tener un programa muy claro), ahora llega el último y se quiere poner el primero. De hecho, ha decidido tan tarde que quería batallar que no podrá entrar en las primeras primarias, en los estados de Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur. Se centrará, pues, en el 3 de marzo, cuando vota el grueso de estados, el llamado supermartes. Esa estrategia nunca le ha funcionado a un candidato de este partido, pero es que nunca ha habido un candidato con su perfil.
Esa manera de esprintar no está muy bien vista -hay que trabajar desde abajo- y también tendrá que saber desmarcarse de Biden, con el que en principio comparte unas políticas más parecidas. Tampoco gusta a determinadas clases populares un perfil de rico, que evoca a Trump, cuando justo el republicano se ha olvidado de los menos favorecidos, y cuando estaban viendo en Sanders una respuesta más progresista.
Queda mucho hasta que en noviembre del año que viene los ciudadanos voten. Un tiempo entretenido, con un nuevo protagonista que va a por todas. “Soy el único que puede ganar y liderar este país”.