Menos satisfacción sexual pero más valor a la pareja: así es el sexo postpandemia
El coronavirus ha cambiado la forma de abordar las relaciones sexuales, aunque no a todos por igual.
“Sed creativos con las posturas sexuales y las barreras físicas, como muros, que permiten el contacto sexual mientras evitan el contacto cara a cara”, dice la guía publicada por la ciudad de Nueva York (Estados Unidos) el pasado mes de junio para mantener relaciones sexuales seguras en tiempos de coronavirus. “Llevad mascarilla, evitad besaros y no os toquéis los ojos, la nariz o la boca con las manos sin lavar”, recomienda. “Tú eres tu pareja sexual más segura. La siguiente persona más segura es alguien con quien vivas”, prosigue la guía, que también ofrece consejos si se opta por el sexo en grupo: “Elegid espacios amplios, más abiertos y ventilados”.
“Tiene sentido que, como soltero, también desee tener contacto físico. Es muy importante que minimice el riesgo de coronavirus durante la intimidad y el sexo”, explica la guía Coronavirus y sexualidad publicada por el Ministerio de Sanidad holandés en mayo. “Quedad siempre con la misma persona para tener contacto físico o sexual, siempre que no tengáis la enfermedad. Aclarad bien a cuántas personas estáis viendo. Cuanta más gente veáis, más probabilidades hay de expandir el coronavirus”, señala la guía.
En España no se ha publicado nada similar. Tanto epidemiólogos como sexólogos dudan de la utilidad de estas recomendaciones y de la existencia de un ‘sexo seguro’ en plena pandemia. No obstante, saben que la gente ha seguido y seguirá manteniendo relaciones sexuales haya o no coronavirus de por medio. Aunque (casi) todo será diferente.
“Es muy difícil que pueda haber relaciones sexuales de forma segura libres de contagio”, opina el epidemiólogo Pedro Gullón. “Al mismo tiempo, me cuesta pensar en poner barreras a ello”, añade. Javier Padilla, médico de atención primaria y coautor de Epidemiocracia junto con Gullón, coincide con su colega. “Está claro que si te besas con alguien, el riesgo de infección existe, pero también hay que pensar bien cuál es el rol social de la Salud Pública y tener cuidado con hasta dónde nos metemos en la vida de la gente”, apunta. “Cuando vi la guía de Nueva York me pareció un disparate. Creo que está fuera de lugar, por ejemplo, hablar de posturas sexuales en las que no haya contraposición de cara”, sostiene.
“Tenemos que ser muy conscientes de la escala. Nadie tiene relaciones sexuales con 30 personas en un día, sin embargo sí puedes tener contactos cercanos con 30 personas en un día. Por muchas relaciones sexuales que tengas en un verano, nunca va a ser ni mínimamente comparable al riesgo de contagio que vas a tener si haces una socialización ‘normal’ sin mascarilla”, afirma Javier Padilla.
“Un antes y un después” en la vida sexual de la gente
Para Noemí Casquet, periodista especializada en sexualidad y autora de Zorras (Ediciones B), “la forma de tener relaciones sexuales ha cambiado, al igual que ha cambiado nuestra forma de interactuar con la gente”. Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), lo corrobora: “La vida sexual de los españoles ha cambiado con la pandemia, y va a cambiar más, según el tiempo que estemos en esta situación”. “Hay un antes y un después, aunque sea simplemente en la parte más superficial y visual, con la mascarilla, que hace que los cuerpos y las expresiones cambien”, asegura.
Debajo de esa parte superficial hay más. “Durante la pandemia, ha disminuido en general la satisfacción sexual de las personas”, afirma Molero. “Desde la Academia Internacional de Sexología Médica, hicimos una encuesta online entre más de 5.000 personas, y se vio que la satisfacción sexual había disminuido en un 50%”, explica. Los sexólogos lo achacan a diversos factores, entre ellos la ansiedad y el estrés. “Tampoco es lo mismo compartir una casa de 200 metros cuadrados con dos personas que vivir con otras cinco en un piso de 60 metros. Ni es lo mismo estar acompañado de hijos adolescentes que de hijos pequeños, o directamente solos”, matiza la sexóloga.
No obstante, el estudio reveló que incluso en las parejas que vivían en unas condiciones ‘adecuadas’, también había disminuido la satisfacción sexual. “La incertidumbre, la ansiedad, el miedo a la muerte o al contagio, la preocupación por tu familia… eso hace que no estés en las mejores condiciones para disfrutar del sexo”, argumenta Molero.
Una de las conclusiones más curiosas que se desprenden de esta encuesta es que las personas con mayor satisfacción sexual eran las parejas que no vivían juntas. “Esto podía producirse por muchos motivos, pero, entre otros, era porque tenían sexo virtual. Las nuevas tecnologías les permitieron mantener y aumentar las ganas, el deseo y la excitación”, cuenta Molero.
Las ‘apps’ para ligar no son lo que eran
A Noemí Casquet no le pillan por sorpresa estos resultados. “Las aplicaciones para ligar han aumentado su uso y sus descargas durante el confinamiento. Parece que la gente estaba aburrida y se metía a estos mundos de internet”, comenta. “También se ha descubierto que las conversaciones se alargaban. Antes decías: ‘Hablamos, nos vemos y ya está’. En ese momento, como el estado de alarma prohibía salir de casa, había que hablar de algo”, explica.
Carmela, una joven madrileña que llevaba dos años sin usar Tinder, se reconoce en este perfil. Al verse confinada con sus padres y con pocas posibilidades de socialización, se descargó una aplicación para ligar para “hablar con alguien”. Después de tres o cuatro semanas de poca actividad, llegó “un match interesante”. “Empezamos a hablar muchísimo”, recuerda. “Creo que los dos estábamos tan aburridos que teníamos siempre el móvil a mano. Nunca había hablado tanto con una persona por una aplicación”, asegura. Durante la desescalada, decidieron verse y, de momento, la relación sigue.
“Antes de la pandemia, se tenía la sensación de que las aplicaciones para ligar eran sólo para tener relaciones sexuales, y esto era casi de obligado cumplimiento desde la primera cita”, explica Francisca Molero. “Esa presión creaba muchas veces angustia y problemas, y había gente que se sentía muy insegura o que se había cansado de tener relaciones sexuales poco gratificantes porque no llegaban a conocer a la persona con la que se acostaban”, cuenta.
“Ahora, en cambio, va a ser muy difícil que dos personas tengan relaciones sexuales en la primera cita, porque la gente se fía menos de alguien que no conoce y tiene miedo al contagio. Y eso, de alguna manera, va a permitir tener tiempo para conocer un poco mejor a la otra persona”, sostiene Molero, que considera que este cambio puede llegar a ser “positivo”.
Carmela le da la razón a la experta. “Creo que si no me hubiera gustado tanto el chico, probablemente no habríamos quedado en persona. Si asumí el riesgo, era porque me gustaba mucho”, apunta la joven.
Ganan las parejas estables
A Francisca Molero no le convencen las guías mencionadas al principio de este artículo: “No es realista hacer una guía de sexo seguro, al menos de momento”. También duda de que las recomendaciones de usar mascarilla en el sexo esporádico lleguen a calar, aunque confía en la “creatividad” del ser humano. “Seguramente saldrán propuestas para enfrentarnos a esto de una forma original, y de alguna manera la mascarilla se tendrá que incorporar, aunque ahora nos cueste imaginarlo”, opina.
Eso en cuanto al sexo casual; por su parte, las parejas estables “adquieren un plus” en esta situación, sostiene Molero. “Se refuerzan”, añade. “Si la pareja se ha llevado bien, el confinamiento ha servido para aumentar el vínculo, en cuanto a recibir y dar soporte, en cuanto a cuidar y dejarse cuidar. Esto es un plus de seguridad. Y cuando le das valor a algo, intentas enriquecerlo”, argumenta.
“Es posible que las relaciones sexuales de parejas estables, en todas las edades, acaben siendo más trabajadas y más gratificantes que lo que han sido hasta ahora, porque ahora se les da más valor”, señala Molero.
Pero hay tantos tipos de relaciones como de personas, recuerda la presidenta de la FESS. Concretamente, en esta situación de pandemia le preocupan los más jóvenes, los solteros de edad avanzada y las personas del colectivo LGTBI, aunque por diferentes motivos.
“Nos enfadamos mucho con los adolescentes y con los jóvenes cuando los vemos por la calle en grupos, juntos y sin mascarilla. Pensamos que son unos inconscientes, y es cierto, pero están en otro proceso vital”, explica Molero. “Como adultos, tenemos la misión de intentar hacer que se conciencien, pero ¿cómo le vas a decir a un adolescente que no toque a alguien cuando se enamora? Eso es muy, muy difícil. Va a ser muy complicado que cambien estas cosas, aunque probablemente con el tiempo lo harán”, sostiene.
Los peligros del aislamiento
A la sexóloga le preocupa también que, al poner tanto el foco sobre los jóvenes, estos “se sientan culpables” y les afecte de una forma más profunda en un momento en el que “ellos tampoco lo están pasando bien”.
Por otro lado, Molero piensa en los homosexuales, transexuales o intersexuales que no habían salido del armario con su familia y en marzo tuvieron que volver a casa por el confinamiento. “Lo han pasado realmente mal”, afirma. “De alguna manera, han reprimido quiénes son. Y tampoco sabemos qué tipo de repercusión va a tener esto”, advierte.
“Como en el tema de las enfermedades de transmisión sexual, hay adolescentes que se dejan llevar y corren riesgos y otros que, por el contrario, se vuelven muy obsesivos, e incluso pueden desarrollar conductas fóbicas”, ilustra la presidenta de FESS, al tiempo que pide a las autoridades tenerlo en cuenta “a la hora de mandar mensajes”.
“Si un mensaje sólo está basado en el miedo, habrá personas a las que les sirva, pero a otras las bloquea. Pienso en la población madura, en personas de más de 50 años. En ese grupo de edad, las parejas estables saldrán reforzadas, pero para las personas separadas, viudas o solteras va a ser muy complicado buscar pareja”, explica Molero. “Mucha gente renunciará a ello por temor al contagio, y hay que asesorar a estas personas, hay que quitarles el miedo. Se trata de darles la información científica sin potenciar que se aíslen”, afirma.
Javier Padilla también trata de poner en contexto estos miedos. “Ante una relación sexual esporádica en vacaciones, me parece que a día de hoy sigue siendo más preocupante el contagio de sífilis, herpes, gonorrea y VIH que el de coronavirus”, apunta. “El impacto en salud sería mucho más fuerte si el esfuerzo dedicado en decirle a la gente que tenga relaciones de forma más distante se empleara en seguir insistiendo en que usen preservativo”, opina el médico.
Noemí Casquet está de acuerdo con Padilla. “Si estamos tan preocupados por ponernos mascarilla y lavarnos las manos, también deberíamos estar muy preocupados y preocupadas en ponernos preservativo, porque hay otros virus que puedes contraer y acarrear toda tu vida”, recuerda. “Ojalá todo esto nos cree más conciencia sobre las infecciones de transmisión sexual (ITS) y seamos más conscientes de que los virus existen. Y que cuando follemos, follemos con más respeto hacia la persona, hacia su ser, no sólo hacia sus genitales”, señala.
Frente al miedo a cualquier contagio, la masturbación siempre puede ser un buen aliado. Francisca Molero está convencida de que “la masturbación, tanto masculina como femenina, se va a reforzar”. “Creo que este tiempo ha servido para que las personas se autoconozcan más y valoren la importancia de tener una actividad sexual sana”, opina. Como decía la guía neoyorquina, “tú eres tu pareja sexual más segura”.