Los jóvenes, protagonistas de la Cumbre del Clima... pero no mucho
Aunque parecía que iban a ser los grandes protagonistas, la COP25 los ha relegado a segundo plano.
Está claro que los jóvenes han sido los protagonistas de la lucha contra la emergencia climática los últimos meses. Con Greta Thunberg como referente, han sido ellos quienes han liderado las múltiples acciones y marchas al grito de “no hay planeta ‘B’”. No es de extrañar: está en juego su futuro y el de sus hijos. Está en juego su salud, el aire que respiran, el agua en el que se bañan, la nieve que toquen o las especies animales que conozcan.
Y ellos son conscientes. Por eso la lucha contra la crisis climática se ha convertido, junto a la feminista, en una de las grandes batallas a librar durante el siglo XXI, porque quizá ni siquiera lleguemos al siglo XXII. Y los jóvenes se han colocado al frente de la misma. “Si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie”, decía una de ellas a El HuffPost.
De este protagonismo adquirido por los más pequeños (incluso menores de edad) son conscientes también en la COP25 que se está celebrando desde el 2 al 13 de diciembre en el recinto ferial Ifema (Madrid). Por eso, han tratado de dar un hueco a estos chavales y a los colectivos de la sociedad civil en el encuentro internacional. Ese hueco es la Zona Verde, un pabellón separado de los demás, en la que se preparan actividades al margen de las negociaciones institucionales.
Peces gordos por un lado, jóvenes y sociedad civil por otro
¿El problema? Que todos los mandatarios y organizadores se llenan la boca al decir que hay que escuchar a los jóvenes que están alzando la voz por nuestro futuro y mandándoles un mensaje. Pero ¿dónde están esos jóvenes? En una zona apartada de la principal, debatiendo entre ellos y con la sociedad civil y, como mucho, en un par de charlas en la zona institucional sobre la juventud y la emergencia climática. Sí, tienen su hueco en la COP25, pero quienes tienen que escucharles, no les escuchan.
Una vez más, los jóvenes alzan la voz por un mundo mejor. Una voz inocente y en ocasiones hasta utópica, que de verdad cree en poder cambiar las cosas de raíz. Y los adultos, que normalmente tienen menos expectativas en este sentido, parecen estar recogiendo el testigo. Pero a su manera: con reuniones a puerta cerrada y negociaciones de las que no se sabe nada. Con una Cumbre del Clima patrocinada por algunas de las empresas más contaminantes de nuestro país y relegando a segundo plano a aquellos que han conseguido que, durante los últimos años, el ecologismo adquiera interés internacional.
Y lo hacen ejerciendo paternalismo, hablando por los jóvenes y sin pararse a escuchar. Hasta ahora, ninguna de las reuniones para acordar medidas o llegar a acuerdos ha contado con la presencia de los que de verdad van a sufrir las consecuencias de los mismos. Ni siquiera la famosa activista Greta Thunberg podrá dirigirse a aquellos que tienen el mundo en sus manos.
Una cumbre paralela
De hecho, los mismos jóvenes y ONGs han organizado una cumbre paralela, la Cumbre Social por el Clima, en la que han invertido 90.000 euros —el presupuesto de la COP25 ronda los 60 millones— y a la que acudirán activistas de todas partes del mundo para debatir y poner en común soluciones para la emergencia climática.
La juventud combativa se come el mundo. Y si hace falta sin plato. Rechazan una Cumbre del Clima presidida por un país que, denuncian, no respeta los derechos humanos y apalea a su pueblo cuando sale a protestar. Rechazan los acuerdos de una serie de mandatarios y jefes de Gobierno que apenas los escuchan; muchos de los cuales se dejan llevar más por los intereses económicos que por el bien de su propio planeta. Rechazan una cumbre de doble moral, pagada por empresas que no respetan el medio ambiente y a las que no importa la salud de la Tierra.
Eso sí: la juventud lleva meses preparándose para este encuentro. Ya está todo atado para la marcha de este viernes que comenzará a las 18:00 en Atocha y la cumbre social de todo el fin de semana.
Y lo que es seguro es que a ninguno de ellos se les caerá la cara de vergüenza cuando sus hijos o sus nietos les pregunten qué hicieron para parar esta catástrofe. ¿Podrán decir lo mismo los pesos pesados que se están pasando horas reunidos para llegar a un acuerdo cuando ni siquiera han cumplido sus compromisos anteriores?