Los expertos valoran la retirada de mascarillas: algo más simbólico que descabellado

Los expertos valoran la retirada de mascarillas: algo más simbólico que descabellado

Entienden que el cambio es delicado, sobre todo porque el cubrebocas se ha convertido en un objeto mítico en pandemia. También advierten de una posible marcha atrás.

Lagente camina por una calle de Madrid, en febrero de 2022.Alba Vigaray/VIEWpress via Getty Images

Hace unos días, los epidemiólogos auguraban que sería “complicado en términos comunicativos” anunciar el fin de la mascarilla en interiores para antes de la Semana Santa. Finalmente, y tras muchas informaciones cruzadas, el Gobierno esperará a que pase la Pascua para que entre en vigor el decreto que permitirá quitarse el cubrebocas en espacios interiores, aunque con algunas excepciones

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, anunció este miércoles que el 20 de abril es el día elegido, tras ser acordado por “práctica unanimidad” entre Sanidad y las comunidades autónomas en el último Consejo Interterritorial. Los representantes políticos estaban a expensas del criterio de los expertos de la Ponencia de Alertas, que ya han dado su visto bueno. Darias aseguró que, “por razones lógicas”, “este era el momento”, tanto por la situación epidemiológica como por “la elevadísima cobertura vacunal”. 

Ni “ilógico” ni “descabellado”

Los expertos consultados por El HuffPost no ven esta medida “ilógica” ni “descabellada”, aunque reconocen lo “delicado” del asunto. Por si acaso, que no cunda el pánico: ni la población estará obligada a quitarse la mascarilla ni se permitirá la retirada en todos los lugares. En el transporte público, en los centros sanitarios y en las residencias sociosanitarias seguirá siendo obligatorio portar mascarilla.

En cuanto al lugar de trabajo, Sanidad deja la pelota en el tejado de las empresas, que deberán decidir si la hacen obligatoria o no para sus empleados. Pero no así en los colegios, donde los expertos animan a la normalización precovid (sin mascarillas), como ya se hace en los patios de recreo.  

Por otro lado, la Ponencia de Alertas aconseja el uso de mascarillas en población vulnerable y en entornos laborales donde los trabajadores no puedan guardar una distancia de metro y medio o no puedan garantizar una ventilación adecuada. Del mismo modo, se recomienda seguir usándola en centros comerciales, cines o locales de restauración mientras no se esté consumiendo.

Por qué cambia la norma y por qué ahora

Dicho esto, ¿por qué cambiar la norma? En resumen: porque la situación no es la que era hace dos años, porque las medidas en Salud Pública no están hechas para durar para siempre y porque, en ausencia de otras medidas no farmacológicas, la efectividad de las mascarillas pierde fuerza. ¿Por qué, entonces, esperar a después de Semana Santa? Por un lado, porque en esta época hay una elevada tasa de movilidad en el país, además de concentraciones de ocio y religiosas. Por otro lado, porque se ha preferido esperar a que esté algo más asentada la nueva estrategia de vigilancia del covid, que entró en vigor el pasado 28 de marzo. 

A Mario Fontán, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, no le parece “descabellada” la decisión sobre las mascarillas que ha tomado el Gobierno en acuerdo con la Ponencia de Alertas y las comunidades. El epidemiólogo cita dos factores a tener en cuenta: que “la gran mayoría de la población [en torno a un 90%] tiene al menos doble dosis” de vacuna y que, al no haber ya restricciones implementadas (horarios, aforos, cierre de locales), la mascarilla ha dejado de tener “un peso importante” en el control de la transmisión “a nivel poblacional”. “Cuando todas las demás medidas caen, creo que la obligatoriedad de la mascarilla pierde un poco su efectividad, que sí tenía junto al resto de las medidas que la acompañaban antes”, explica Fontán.

Quienes trabajamos en salud pública tampoco podemos anclarnos en un mensaje de: 'Las mascarillas no se pueden retirar nunca'
Mario Fontán

“Quienes trabajamos en salud pública tampoco podemos anclarnos en un mensaje de: ‘No, las mascarillas no se pueden retirar nunca’”, defiende el epidemiólogo. “Por mucho que implementes una norma y la dejes escrita en el BOE, si la sociedad está en otro punto tampoco tiene mucho sentido seguir erre que erre. Sería como el meme de los Simpson del señor mayor gritándole a una nube”, ilustra Fontán. “Es necesario entender en qué punto está la sociedad”, sostiene el epidemiólogo, que aboga por tener en cuenta “lo político, lo técnico y lo social”. 

“En algunos espacios, su uso a día de hoy es ridículo”

Todo esto, sumado a que su uso ya era ínfimo en ciertos ambientes, principalmente de ocio y hostelería, hace pensar a los expertos que una retirada progresiva de mascarillas no debería descontrolar la incidencia de covid en el país, ahora en torno a 430 casos por 100.000 habitantes.

“En algunos espacios, como bares o discotecas, su uso a día de hoy es ridículo; ya sabíamos que era prácticamente inviable porque las normas sociales y la propia actividad social lo impiden”, reconoce Fontán. El epidemiólogo va más allá: “Es un sinsentido el uso de la mascarilla que se hace en bares y, sin embargo, que en colegios no se haya dado el paso antes, sobre todo con los más pequeños”, plantea.

“Los niños se contagian menos entre sí, el impacto de la covid es más leve y la retirada de la mascarilla tiene más beneficios, sobre todo para la socialización, así que llama la atención que no se hubiera retirado su obligatoriedad todavía”, comenta Fontán. 

En centros hospitalarios habrá que mantener la mascarilla mucho más tiempo, o incluso que se lleve siempre en épocas de virus respiratorios
Pedro Gullón

Su colega Pedro Gullón, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, también apunta a los colegios como el lugar donde la retirada de mascarillas empezaba a ser urgente. El entorno escolar “se considera de muy bajo riesgo por el grado de consecuencias que pueden tener ahí los casos”, afirma el epidemiólogo. La propia Ponencia de Alertas sostiene lo mismo. Su postura es que los escolares dejen “ya” de usar la mascarilla en el aula, como ya lo hacían en el patio, precisó Carolina Darias esta semana.

Para Gullón, es “lógico” que el orden en la retirada progresiva de mascarillas se establezca en función del “riesgo” que plantee cada entorno. “A lo mejor en centros hospitalarios hay que mantener la mascarilla durante mucho más tiempo, o incluso valorar que se lleve durante las épocas de los virus respiratorios” independientemente de que sean o no covid, sugiere el experto.

  Un grupo de niños a las puertas de su escuela, en Madrid, febrero de 2022.Isabel Infantes/Europa Press via Getty Images

El poder “simbólico” de la mascarilla

El epidemiólogo Pedro Gullón reconoce que, al ser “el último resorte de medida no farmacológica que queda”, las mascarillas se han convertido para la población en una especie de “elemento mágico” al que aferrarse para la protección frente al virus. “Está claro que tienen un efecto, sobre todo cuando las usamos masivamente, pero no es magia”, aclara. “Es una medida más dentro de las que tenemos. Que sea la última en ser retirada no es porque sea la más efectiva, sino porque es la más sencilla y con menos efectos secundarios”, afirma Gullón. 

Está claro que tienen un efecto, sobre todo cuando las usamos masivamente, pero no es magia

Mario Fontán coincide con él: “La mascarilla tiene un poder simbólico en todos los sentidos”. Al epidemiólogo le llama la atención que se genere un revuelo social y mediático en torno a la mascarilla que no se formó, por ejemplo, “con la vuelta a los aforos normales”. Fontán considera que se debe a que la mascarilla es un elemento muy visual, que nos recuerda que la pandemia “todavía sigue ahí”, de modo que influye en “cómo se percibe socialmente”.

Pero, ¿qué pasa si no te la quieres quitar donde puedes?

Nada. Lógicamente, quien prefiera mantener la mascarilla en interiores la puede seguir usando, como ya ocurre en exteriores. Y, sobre todo, recuerda Fontán, “con la nueva estrategia se mantiene en vigor la recomendación de que aquella persona que muestre síntomas –esté o no diagnosticada– debe llevar mascarilla y limitar los contactos sociales”, incide.  

Gullón añade que la población ya tiene un cierto “conocimiento de la situación y del riesgo”, con lo cual esto les ayudará a tomar decisiones personales. “Ya no estamos en un momento en el que decimos A y la gente hace A, o decimos B y la gente hace B”, señala. 

¿Y en el trabajo?

Aquí hay más discrepancias. Gullón considera que en los lugares de trabajo sí habría que seguir manteniendo la mascarilla; aunque al instante reconoce que en algunos sectores “su seguimiento ya es muy bajo”. “Lo ideal sería que la gente la siguiera llevando, pero la pregunta es: ¿ahora se está utilizando en oficinas, por ejemplo?”, plantea.

Lo ideal sería que la gente la siguiera llevando, pero la pregunta es: ¿ahora se están utilizando?

A partir del 20 de abril, la Ponencia aconseja mantener la mascarilla si no se puede guardar la distancia o ventilar las salas y, en todo caso, las personas que presenten síntomas de enfermedad deberán seguir usándola.

Mario Fontán va más allá. En su opinión, la solución cuando uno se encuentra mal –sea o no covid– debería ser “no acudir al trabajo”. Es la mejor forma de “evitar contagiar cualquier cosa, ya sea respiratorio o gastrointestinal”, asegura el epidemiólogo.  

Y después de la mascarilla en interiores, ¿qué?

De cara a las próximas semanas, los expertos vaticinan “un cambio de tendencia”, es decir, una subida de casos covid tras el estancamiento de la curva del último periodo. Sostienen que no tendrá que ver, a priori, con el cambio de estrategia de vigilancia o con la medida de las mascarillas, sino con que “el virus funciona así”, por fases de subida y de bajada.

Si se produce un cambio de escenario y vamos hacia un punto preocupante, habrá que recuperar alguna medida

“Estamos en un momento valle en el cual suponemos que, en algún momento, la curva volverá a crecer”, apunta Pedro Gullón. Y esto sucederá, añade, “independientemente de las mascarillas”, con lo cual estas “podrían ayudar a mitigar un poco [la subida], pero ocurriría igualmente”, dice. 

Gullón apela, en cualquier caso, a la flexibilidad, de modo que la retirada progresiva de mascarillas que empezará el 20 de abril vaya acompañada de una evaluación de la situación por si hubiera que dar marcha atrás. Con él coincide Mario Fontán: “Lo de la mascarilla ahora es como una gota en un océano, no creo que vaya a distorsionar mucho. Pero todo cambio hay que evaluarlo. Si se produce un cambio de escenario y vamos hacia un punto preocupante, habrá que recuperar alguna medida”, avisa. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es