Lo que hay políticamente detrás de los presupuestos
Sánchez intenta llegar a 2020 con unos presupuestos muy sociales y con anzuelo catalán.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sonríe ante las cámaras. Está en el callejón de Floridablanca junto a su guardia de corps: María José Gualda, Inés Bardón y Pilar Paneque. En la puerta de entrada lateral al Congreso, sostienen los 'libros amarillos'. Y en ellos está escrita negro sobre la blanco la ley más importante del año: los presupuestos generales del Estado. Y hay que ir más allá: el futuro político de Pedro Sánchez, de la legislatura y de España.
Llegan con tres meses de retraso. Pero al final Sánchez ha decidido tomar la iniciativa y tirarse a la piscina sin tener el flotador de los votos asegurados. Unas cuentas que han llegado este lunes al Congreso con la izquierda todavía en shock por lo sucedido en Andalucía y con una derecha envalentonada que a partir de esta semana tomará las riendas en el sur y convertirá a esta comunidad en su gran escaparate para llegar a La Moncloa.
Y es que estos presupuestos huelen mucho a Andalucía... y a Cataluña. Empezando por su propia redactora principal, la ministra Montero. Es una de las políticas al alza en un Gobierno que ha olvidado el brillo de su nacimiento en junio. La sevillana se ha ganado a Sánchez y a buena parte de la prensa durante su traslado a Madrid y, además, suena como la favorita para suceder a Susana Díaz al frente del PSOE-A.
Unos presupuestos sociales; una oferta electoral
Sánchez y Montero han diseñado unos presupuestos con los que quieren volver a atraer a la mayoría social de este país. Sí, este adjetivo habrá que repetirlo mucho: social. Y es que estas cuentas contienen el mayor incremento en estas partidas desde hace una década. El Gobierno quiere trasladar que los principales destinatarios son las clases medias y populares, que hay un blindaje del Estado del Bienestar y que se preocupan de los jóvenes y de las mujeres. Todo ello con unas cuentas que dedican 42,1 euros de cada cien a pagar pensiones.
El presidente del Gobierno lanza precisamente estas cuentas en un tiempo ya preelectoral, con las elecciones del 26 de mayo (municipales, autonómicas y europeas) a la vuelta de la esquina. Por lo tanto, son unas cuentas que sirven también casi como programa electoral.
Y Sánchez se ha arriesgado a tramitar los presupuestos al Congreso sin tener garantizados los apoyos. De hecho, hoy por hoy estas cuentas no saldrían. ¿Sabe el presidente eso y lo utiliza como mera publicidad para las urnas? El jefe del Ejecutivo es un puro superviviente y confía en que al final se vuelva a rearmar la mayoría de la moción de censura para sacar adelante esta ley.
Nadie pensaba que podía salir la moción y salió. El presidente sabe que aprobarlos supone agotar la legislatura -que finaliza en junio de 2020-. Y él quiere aguantar hasta el final, ya lo advirtió en Barcelona este sábado: que "esperen sentados" los que quieren elecciones anticipadas. Pero sí es verdad que le resultará muy complicado aguantar si fracasa en las Cortes y queda en evidencia que no tiene apoyos.
Su principal socio parlamentario, Unidos Podemos, sigue insistiendo en que puede tumbar las cuentas si no se cumplen algunas de las medidas pactadas por Sánchez e Iglesias. Este mismo lunes le ha dado un plazo de dos meses para que las lleve a cabo y así respaldar los PGE. La sensación reinante en la Cámara Baja es que los morados se están poniendo duros estos días pero que tienen la intención de apoyar, tampoco las encuestas les soplan a favor y se podrían encontrar con un escenario de la derecha en La Moncloa.
El Gobierno confía en que al final los independentistas digan sí
Los independentistas son imprescindibles para sacar adelante este proyecto. Pero siguen instalados en su negativa y exigiendo movimientos políticos del Gobierno para dar el sí. Uno de los principales escollos es que la tramitación de las cuentas va a coincidir con el inicio del juicio del procés, que removerá mucho a los soberanistas y que causará un clima antiMadrid que condicionará cualquier decisión. Hay que recordar cómo Carles Puigdemont cambió su decisión en el último minuto sobre convocar elecciones anticipadas ante las presiones de los activistas independentistas y los insultos en Twitter. Por lo tanto, el voto de PDeCAT y ERC no se sabrá hasta el minuto antes de cada votación. Y, ojo, el PNV también ha alertado de que su voto no está inclinado ya al sí.
En La Moncloa siguen pensando que los independentistas no podrán decir que 'no' a unas cuentas que mejoran mucho la financiación a Cataluña. La ministra Montero ha destacado que se cumple con lo acordado en el Estatut y que la financiación territorializada para Cataluña supone un 18,5%. Son 2.051 millones de euros, según el cuadro por autonomías, a lo que hay sumar otros 200 millones en virtud de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el incumplimiento de la disposición tercera. Además, los presupuestos tienen una gran carga social -salario mínimo, becas, dependencia, vivienda...-, por lo que el Gobierno cree que los independentistas tendrán difícil explicar a su electorado que rechazan estas mejoras tras los duros años del Partido Popular. Montero ya lo ha dicho hoy: habrá emoción hasta el último minuto.
Por cierto, la ministra ha querido dejar claro, aunque ha tenido un pequeño lapsus, que no se pueden encontrar pistas en los presupuestos sobre si habrá elecciones generales. Hay una partida de 302,9 millones de euros para financiar las próximas elecciones europeas, municipales y autonómicas y en subvenciones a los partidos políticos, cinco veces más que los 62 millones del año 2018. No hay ni un euro para las generales, ha sostenido.
El Gobierno confía para llevar a cabo sus medidas en una recaudación récord en impuestos. Por un lado, se la juega a que el crecimiento económico y el SMI impulsarán esos ingresos, pero también lleva a cabo una remodelación de impuestos (subidas en el IRPF a los que ganen más de 130.000 euros y de sociedades para las grandes compañías que superen los 20 millones de euros, además del impuesto sobre hidrocarburos para los que tengan coches diésel). Moncloa asimismo prevé conseguir esta cifra histórica a través de los nuevos tributos de transacciones financieras -tasa Tobin- y a los servicios digitales -tasa Google-. Y están preparados los socialistas para que les lluevan críticas desde la derecha sobre impuestos.
Ahora el Gobierno se lanza a por su último cartucho para agotar la legislatura. Las fechas ya las ha marcado el Congreso: el 12 y el 13 de febrero, debate sobre las enmiendas a la totalidad. Si el Gobierno no logra tumbarlas, se acabaría el sueño de Sánchez. En caso de seguir adelante, tendrán un siguiente examen en ponencia y comisión con la batalla de enmiendas parciales. Luego pasarían al Pleno, entre el 11 y el 13 de marzo. De llegar al Senado, allí lo tumbaría el PP con su mayoría absoluta y las cuentas tendrían que volver a la Carrera de San Jerónimo.
Datos, trámites, plazos, debates, votos, enmiendas... Pero todo esto irá acompañado de la creación de un relato por todas las partes. Tanto si salen adelante los presupuestos como si se hunden. Y pensando en las urnas de mayo... y las generales. En la política actual gana quien escriba mejor su historia (o así lo entiendan los electores).