Llámalo huelga educativa, llámalo quedarte durmiendo
Nunca me cansaré de decir que, en el ámbito educativo, el contexto es fundamental. Si unimos que la mayoría de la población ignora esta premisa al hecho de que está de moda, no ya ofenderse por todo, sino principalmente aquellos que no se deberían dar por aludidos, el resultado de este artículo puede ser desastroso. Pero, bueno, allá vamos.
Las huelgas educativas que ejercen mis alumnos no valen para nada. En los quince institutos en los que he trabajado, los días de huelga de estudiantes, sea por el motivo que sea, solo sirven para quedarte en casa durmiendo hasta las tantas y pasarte el resto de la mañana jugando a los videojuegos, charlando en el parque, perdiendo el tiempo con el móvil subiendo historias a Instagram de las que dentro de unos años te avergonzarás o viendo cualquier programa de telebasura.
El propósito reivindicativo de las huelgas queda diluido porque mis alumnos no aprovechan la jornada de huelga para manifestarse, sino para dormir. Especialmente sangrante ha sido la huelga educativa de hoy, "en protesta por la sentencia de La Manada" (sic).
Ni una sola manifestación en la localidad donde se sitúa el centro educativo; ni un solo cartel, ni un solo atisbo de que cientos de estudiantes han faltado hoy a clase "en protesta por la sentencia de La Manada" (y eso que, en mi tutoría, dedicamos dos sesiones al tema).
Mi campo de actuación como docente es limitado: solo doy unas cuantas horas a la semana de Lengua y Literatura a sus hijos, que intento compaginar con el refuerzo de la educación que reciben (o deberían recibir) en casa, entre la que se incluye (o debería incluir) la educación en valores. Por lo que, supongo, algo tendrán que ver las familias en el hecho de que mis alumnos se queden durmiendo un día de huelga "en protesta por la sentencia de La Manada". Pero, ya digo, solo es "un suponer".
La clase política es reflejo de la sociedad que los vota, por acción u omisión. Cada vez nos escandalizamos más por el sistema de valores que pasean por juzgados, ruedas de prensa, universidades y habitacioncillas de grandes almacenes donde llevan a los chorizuelos. Pero, ¿y si el nuestro fuera ese mismo sistema de valores?