Las meninas replicantes
'Las Meninas' reaparecieron en las ciudades transformadas en esculturas de Manolo Valdés, en varias ciudades, entre 2008 y 2009. Desde Oviedo a Barcelona, cuando se cerró la exposición de las esculturas gigantes, la reina Mariana y la infanta Margarita, inmortalizadas por Velázquez, habían paseado por sus aceras, desarrolladas como historia del arte hecha volumen. De la pintura o el dibujo a la volumetría, la textura, el hueco o el lleno, que induce el espacio escultórico, han fraguado obras que han dejado huella en la memoria del paisaje ciudadano, como la dama de Elche y la gran Odalisca de Ingres. 17 obras de hierro y bronce de la muestra (cuatro inéditas), se mostraron por la Obra Social 'la Caixa' con el Ayuntamiento de Madrid. La exposición, comisariada por Caterina Toscano, se cerró en 2009. Otras exposiciones de escultura han poblado la vida urbana, desde Málaga - donde fueron expuestas obras de Miguel Berrocal a Henry Moore -, pasando siempre por el Paseo del Prado de Madrid, marco frecuente de esculturas, entre otros ejemplos, de los guerreros del polaco Igor Mitorag, las del colombiano Fernando Botero, o las obras pop, dedicadas al amor, de Robert Indiana.
Madrid es propicio al arte y el arte suele vestirse de gala aquí, en la mejor escenografía posible, en el entorno que da frente a los museos: el eje Prado-Recoletos que dignifica siempre lo que acoge en la calle, tanto en expresiones de protesta o deporte, como tradicionales o de celebración.
Nuevamente, en 2018, salen las Meninas a la calle, pero esta vez son 80 meninas replicantes de gran formato, decoradas por artistas de toda condición, entre otras, Agatha Ruiz de la Prada y Vicky Martin Berrocal. Lo que distingue esta propuesta masiva es que "se trata de promocionar el comercio y el turismo de compras". Moldes de 1,80 metros de alto, 1,60 metros de fondo, 30 kilos de peso, se posarán sobre una peana de 200 kilos y fabricadas con fibra de vidrio. Estas meninas, han sido ideadas por el diseñador y artista venezolano Antonio Atazzo. Ya antes, con fibras de vidrio y decoración de artistas nacionales e internacionales, se decoraron vacas o corderos, con distintos propósitos promocionales, repartiendo unidades o rebaños en los sitios más insólitos.
Entre las virtudes expuestas por los organizadores de la "Meninas Madrid Gallery", se señala que la muestra se haya organizado mediante "colaboración público-privada" junto a la Asociación Empresarial del Comercio Textil y Complementos (Acotex) y una decena de patrocinadores privados en el marco de la campaña Madrid Capital de Moda.
En la locura turística por conseguir records no hay nada que no esté inventado, o que no pueda ser replicado para incrementar las ventas, los prestigios o las marcas de ciudad, a mayor gloria del Dios del Turismo, - que, como Saturno devora a sus hijos -, o sacrificado en los altares de la decadencia de cualquier otra industria productiva nacional. Como en Goya o los aztecas, en sus rituales, en las ceremonias de auto-fagotización de los viandantes con los turistas, median las réplicas de las "meninas", acabando por convertirse en antropofagia fotográfica y, a veces literal, pues los hitos se consumen en la calle y se venden en galerías, tanto en pequeños productos o grandes formatos, disfrazados con todo tipo de vestimentas y avalorios.
Desde Walter Benjamin sabemos lo que de reproductible tiene la obra de arte. En la era de las nuevas tecnologías, con Andy Wahol ahora mismo en el Caixa Forum del Prado, es ocioso volver a las polémicas sobre lo que se ve en los "selfies" y lo que se consume en ellos. No se trata de una cuestión moral, ni de estética. Por lo visto, lo que es bueno para el turismo y el comercio es bueno para la ciudad y sus ciudadanos.
Pese a la efusión promocional y la euforia de los "autorretratos con figuras" de dudoso gusto, de equívoco emplazamiento y preocupante masificación, cabe hacer algunas precisiones. El eje Prado-Recoletos se merece más que esta invasión alienígena, indiscriminada, que está, - muy a menudo, mucho más de lo deseable -, puesta en la calle sin ton ni son. No se trata sólo del respeto al entorno, existen leyes del sitio y perspectivas. Hasta para replicar hace falta saber. Para decorar hace falta estudiar; para imitar a Andy Warhol, hay que ser tremendamente inteligente. Para satisfacer los sacrificios humanos a los dioses del turismo hay que saber qué hacer, cuánto cuesta y cuanto beneficio social queda. Cuánta contaminación visual impacta junto a monumentos ilustres, esculturas valiosas y memoria urbana, respetables por encima de ferias, promociones y concertación público-privada. ¿Se conocen los impactos y daños colaterales a la ciudad, inundada de materiales para reciclar? ¿a qué coste?1.
Arte, no es; es maquillaje, como las tradicionales luces de navidad. Pero la decoración es una disciplina que hay que estudiar, con precedentes ilustres, como ha demostrado la exposición de William Morris & Co. Sabemos que el "Arts and Crafs", el arte textil, la moda y el arte comercial son cosas muy serias, que no se pueden dejar solo en manos de los auto-nombrados sacerdotes del diseño consumista, para beneficio propio.
Los replicantes están de moda, las secuelas, también, como Blade Runner 2049. Hay que estar ojo avizor para que los fondos de inversión no nos cuelen la parafernalia mercantil, la verborrea y las retóricas al uso en moldes de incultura; aunque tal vez, para cerrar el círculo, podrían replicar una serie.