La verdadera razón por la que tu pareja está estresada (spoiler: quizá es por ti)
Se llama trabajo emocional y puedes ayudarla.
Hace unos cinco meses, Cameron Reeves Poynter, escritora y madre, compartió una sincera reflexión en Facebook sobre el trabajo invisible que hace por su familia.
"Yo soy la encargada. Yo me encargo de los horarios. De ir al médico, de los juegos y del colegio. De los proyectos, las fiestas y las cenas. De las citas y los deberes", escribió antes de sumergirse en una infinita lista de tareas y responsabilidades de las que se hace cargo para su marido y sus dos hijos. "Yo me encargo de la seguridad emocional. Soy el hombro sobre el que lloran los demás, a la que van dirigidos todos los cabreos, la que guarda los secretos y calma los miedos".
Para esta antigua abogada, la carga de trabajo suele ser manejable, pero otras veces se le va de las manos. "A veces, el peso de todas las responsabilidades me hunde y me descubro a mí misma luchando por salir a la superficie para respirar", escribe, y acto seguido admite que, a veces "encargarse de todo es agotador, porque tienes la sensación de estar haciéndolo todo sola".
La publicación se hizo viral y muchos lectores comentaron sus propias experiencias sobre las responsabilidades con sus hijos y las tareas de casa.
"Cientos de personas, hombres y mujeres, me han dicho que desean desesperadamente que alguien les diga: 'Te entiendo. Lo que haces es muy importante. No estás sola'. Es difícil porque no existe una rúbrica que te permita evaluar tu desempeño con este tipo de cosas", cuenta al HuffPost.
La energía mental a la que hace referencia Reeves Poynter en su publicación es lo que los terapeutas denominan "trabajo emocional": es el esfuerzo que conlleva ponerse una máscara cuando nos sentimos completamente agotados por tener que gestionar casi todo lo que ocurre dentro de casa. En su origen, el término se empleaba para definir las relaciones de trabajo, pero últimamente también se ha aplicado a las tareas de casa y a la paternidad.
El encargado sería ese padre o madre que se ocupa de todo ese "trabajo invisible" en casa: el encargado se acuerda de que su hijo de 10 años tiene oftalmólogo el martes, que tiene que comprar materiales para un proyecto de Ciencias Naturales, que su hijo tiene que lavarse los dientes. El encargado se ocupa de todas esas cosas que, de no hacerlas, provocarían una debacle familiar.
Y no solo se incluyen las tareas domésticas: el encargado también debe hacerse cargo de las cargas emocionales de la familia. Están ahí en cada pataleta, en las crisis de sus hijos porque han discutido con un amigo y en cada mala nota que saca en el colegio.
En especial en el caso de las madres trabajadoras, este "segundo turno" empieza desde que entran en casa después de un día de trabajo. Es un trabajo incesante y agotador y, a menudo, genera tensión con la pareja.
La terapeuta Elisabeth LaMotte apunta que, durante muchos años, muchos de sus clientes se han quejado del trabajo emocional y de ese "segundo turno" de trabajo.
"Las mujeres me preguntan: '¿Por qué tengo que ser siempre yo la que se sepa al dedillo el horario del niño y asuma sus responsabilidades? ¿Por qué siempre tengo que asumir la preocupación del bienestar colectivo de nuestros hijos?".
Muchas de estas mujeres tienen miedo a parecer un incordio, por lo que no dicen nada y se limitan a apretar los dientes y seguir adelante. "En lugar de quejarse, se encargan del trabajo de casa y acaban hartas y resentidas", señala LaMotte.
Por supuesto, en algunas casas, el trabajo está dividido de una forma más equitativa. Según un estudio sobre padres estadounidenses llevado a cabo por el Centro de Investigaciones Pew en 2015, la mitad de los matrimonios o de parejas que conviven juntas con un hijo menor señalaban que se dividían las tareas de casa a partes iguales. Sin embargo, un 41% señaló que la madre hacía más trabajo, mientras que un 8% dijo que era el padre quien asumía más tareas.
Otro aspecto que analiza el estudio es quién se ocupa del cuidado de los niños: en 2015, los padres dijeron pasar, de media, siete horas a la semana cuidando a los niños. Eso es casi el triple de tiempo que pasaban con sus hijos en 1965. Pero aún les queda un largo camino para alcanzar a las mujeres, que en 2015 invirtieron aproximadamente 15 horas a la semana para cuidar de sus hijos.
En una cultura en la que se anima a las mujeres a no dejar de lado la vida laboral, también debemos plantearnos animar un poco más a los hombres a encontrar un equilibrio entre ambas cosas. En parte no lo hacemos porque las mujeres han aprendido a aceptar sus deberes, y no quieren conflictos con sus parejas. "Son muchas las mujeres que piensan: 'Si no lo hago yo, no lo hará nadie", señala Aaron Anderson, terapeuta de pareja.
"La cuestión es que, cuando las mujeres se permiten el lujo de no asumir toda la responsabilidad, suelen sorprenderse al ver que sus maridos sí que hacen las tareas. Puede que les moleste que no lo hagan de la misma forma que ellas, pero lo hacen, y finalmente aprecian más el trabajo de sus parejas", señala Anderson.
En efecto, permitirnos el lujo de no solucionarlo todo: no fregar los platos, no terminar de hacer la colada, etc, es un catalizador necesario para conseguir un cambio en el matrimonio, apunta LaMotte. "Si el esposo que trabaja de más es capaz de dejar algo sin hacer, el otro probablemente acabe reaccionando y se haga cargo. No es sencillo, pero permitir que no todo sea perfecto suele ser el anteproyecto de un verdadero cambio".
Por supuesto, no podemos dejar de atender las necesidades de nuestro bebé igual que dejamos de limpiar el montón de basura que se va acumulando en la cocina. Además, la mayoría de mujeres tampoco quiere mandar a su pareja una lista de cosas que hacer. Quieren que su pareja tome la iniciativa, que organice las citas médicas de los niños y que los metan a la cama por la noche sin tener que pedírselo.
Sin embargo, para que se produzca un verdadero cambio, ambas partes deben aceptar que tienen percepciones muy distintas del trabajo doméstico. Aunque muchos hombres sí quieren ayudar en casa, tienen miedo de hacer un trabajo mediocre, señala J.D Moyer, que ha escrito libros sobre el trabajo emocional.
Después de 21 años de matrimonio y de tener una hija en común, Moyer y su esposa han ido viendo los principales obstáculos del trabajo doméstico. Ellos optan por compartir documentos online (por ejemplo, la lista de la compra) y de este modo tienen claro las tareas pendientes.
Además, el mero hecho de reconocer que alguien ha hecho un buen trabajo puede hacer maravillas, apunta Moyer. "Mi mujer y yo hemos aprendido a pedir reconocimiento de forma explícita cuando hacemos algo. Puede parecer algo estúpido decir: 'Eh, ven a ver lo limpia que he dejado la cocina', pero así al menos sientes que alguien aprecia tu trabajo".
Cameron Reeves Poynter también señala la importancia de ser un miembro activo y observador en casa: "Tienes que observar. Observar tu casa, a tus hijos, a tu pareja, así como sus logros y sus fallos. Procura encontrar momentos para ayudarles antes de que ellos te lo pidan".
Cuando cojas práctica y empieces a ser observador, no vuelvas a caer en el desinterés y el desapego. "Nunca ignores lo que ves. Nunca dejes de observar con los ojos y con el corazón", remata la escritora.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.