La semana negra de Trump: cuando todo te sale mal
No logra avances con Kim, su exabogado tira de la manta, el Congreso le dice no a la emergencia nacional, se ralentiza la operación Venezuela... y lo que queda.
Vaya semana negra que arrastra Donald Trump. El presidente de EEUU empezó siendo propuesto como candidato al Premio Nobel de la Paz por su contribución a la desnuclearización de la Península de Corea pero pronto se le congeló la sonrisa y le han ido viniendo mal dadas, una tras otra: abandona sin avance alguno su cumbre con Pionyang, el Congreso le veta la declaración de emergencia nacional para pagar el muro con México, su exabogado del alma tira de la manta y reparte estopa, se ralentiza su Operación Venezuela...
El fracaso más visible ha sido el que ha cosechado en Hanoi (Vietnam), donde los días 27 y 28 se celebraba su segundo encuentro con el norcoreano Kim Jong-un, con quien ya había roto el hielo de décadas hace ocho meses. En esta ocasión, las expectativas eran altas, se aguardaba un paso más allá del primer comunicado discreto logrado el pasado junio y que era más voluntarismo que otra cosa. Ahora se buscaban pasos concretos, como un intercambio de representantes (antesala de un hipotético restablecimiento de relaciones diplomáticas), una ampliación del calendario de desnuclearización, una relajación de los ensayos y maniobras militares y, el máximo, un acuerdo de paz entre las dos Coreas. Pero nada. Ni una declaración conjunta. Es que ni acabar con la agenda prevista.
¿Por qué se ha ido al traste un encuentro que empezó con bonitas palabras cruzadas? La clave está en las sanciones impuestas sobre el régimen norcoreano por parte de EEUU y las áreas a desmantelar en el centro de investigación nuclear de Yongbyon, corazón del programa atómico de Kim. Pyonyang ha dejado claro que sólo está abierto a desmantelar una parte de ese complejo, pero la que no incluye activos considerados clave por EEUU. Al menos, dice, no lo va a hacer en este momento. Y no a cambio de nada. Sólo cederá si la Administración Trump elimina todas las sanciones que en este momento aplica a Corea del Norte, que se vienen imponiendo desde 2006 y que son muchísimas: contra gobernantes, altos funcionarios, empresas locales... Trump dice que le reclamaban que todas acabasen ya, pero los norcoreanos sostienen que pidieron un "alivio parcial".
Pese a que Trump se levantó de la mesa antes de lo previsto -"A veces tienes que retirarte, y ésta fue una de esas veces", como ha justificado en una rueda de prensa-, se ha dejado ver una sintonía insólita entre los dos líderes. Han hablado de despedida "amistosa" y no se ha cerrado del todo la puerta a una tercera cumbre, aunque el norteamericano ha recocido que puede ser "en mucho tiempo". Lo que avanzan sus asesores es que no se volverá a programar una cita si no hay avances más claros en las conversaciones entre sus equipos técnicos.
Eso no da para Nobel... y encima los comités de Inteligencia y Relaciones Exteriores del Congreso le reclaman que entregue toda la documentación de las dos citas con Kim para conocer sus "verdaderos propósitos". Quieren saber si Corea del Norte es aún una amenaza nuclear para EEUU, porque denuncian la "absoluta desconexión" entre la Cámara y la Presidencia que los tiene a ciegas. Trump no les cuenta nada, vaya.
(Puedes seguir leyendo tras el vídeo...).
Michael Cohen es un abogado que está a punto de entrar en la cárcel para cumplir una pena de tres años por delitos como fraude fiscal, pago de mordidas y de extorsiones o mentiras en el Congreso de EEUU. Pero no es un letrado cualquiera, sino el fiel escudero de Donald Trump durante más de una década. Un señor Lobo, dicen los medios norteamericanos.
En estos días, está compareciendo en tres comités diferentes, el de Inteligencia del Senado, su igual en el Congreso y el de Supervisión y Vigilancia en la Cámara Baja. Mano alzada, prometiendo decir la verdad, Cohen ha revelado que el magnate republicano conocía de antemano la intención de WikiLeaks de boicotear la campaña de la demócrata Hillary Clinton, sacando a la luz correos del Comité Nacional Demócrata que iban a resultar perjudiciales para ella. El ahora presidente lo supo a través de su antiguo asesor, Roger Stone, quien también se enfrenta a cargos criminales, está pendiente de condena. Stone le contó a Trump que había hablado con Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, quien le dijo que iba a publicar correos que "perjudicarían" a la campaña de Clinton.
Cohen también ha confesado que Trump le ordenó pagar a dos mujeres que habían sido sus amantes (una de ellas, actriz porno) para callar sus supuestas infidelidades durante la campaña electoral. "Me pidió que pagara a una estrella porno con la que había tenido un affaire y que mintiera a su mujer al respecto", sostiene.
No es sólo poner el ventilador y esparcir porquería, sino que sus declaraciones pueden ser constitutivas de delito, por ejemplo, de financiación ilegal. Cohen está teniendo que hablar de la relación del presidente con Rusia, la construcción de una megatorre Trump en Moscú, su relación con potentados rusos, si hubo o no conspiración de Moscú para hacerle ganar los comicios, si hoy Vladimir Putin influye en la política exterior de EEUU, qué riesgos supone todo ello para la seguridad nacional... De momento, el abogado ha pedido perdón por haber ayudado a encubrir los "actos ilícitos" cometidos por el mandatario.
(Puedes seguir leyendo tras la foto...).
Cohen, además de acusar su antiguo jefe, lo ha llamado "racista, estafador y tramposo", ha denunciado que su único interés por la presidencia era para hacer aún más poderosa su marca personal y que hasta amenazó a los lugares en los que estudió para que no se desvelaran sus calificaciones y títulos.
Trump, desde Vietnam, ha tratado de restarle importancia a unas declaraciones que en su país se siguen como si fuera una telenovela. Cohen, dice, es un "mentiroso", su testimonio es "vergonzoso", "terrible" e "increíble". En los pasillos brama: la línea roja es que no va a consentir que Cohen largue nada que afecte a los idolatrados hijos que trabajan más cerca de él, Donald Jr. e Ivanka.
Cohen no es el único asesor que quita el sueño a Trump. Está por llegar la condena a Paul Manafort, un consultor político que fue su director de campaña y para el que el fiscal especial pide 17 años de pena, una "condena ejemplar". Esta semana está siendo juzgado en Washington y Virginia por evasión de impuestos, fraude bancario e intimidación a testigos, entre otros cargos.
Lo más jugoso llega en dos semanas: el informe final del fiscal Robert Mueller sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, las que Trump arrebató a Clinton. Es el informe definitivo de la llamada trama rusa, del que pueden salir acusaciones concretas contra el multimillonario. Ese dossier no se debe hacer público, sino que ha de ser entregado al fiscal general, William Barr (a quien, por cierto, Trump califica "hombre fantástico" y "brillante"). Los demócratas ya han pedido al fiscal que, de inmediato, traslade el documento al Congreso. ¿Lo hará? ¿Habrá filtraciones igualmente? ¿Y qué dirá la investigación? Los allegados al presidente dicen que está "tranquilo" y "confiado", porque se enfrenta tan sólo a la "caza de brujas" y al "engaño", informa la CNN.
Este miércoles, de madrugada, la mayoría demócrata en la Cámara Baja de EEUU aprobó una resolución con la que busca anular la polémica emergencia nacional decretada por el presidente, con la que pretendía financiar el muro con México. La iniciativa quedó aprobada con 245 votos a favor y 182 en contra e incluso 13 congresistas republicanos votaron a favor de la medida, rompiendo la disciplina de partido.
Es un golpe moral de calado, aunque su verdadero alcance práctico está por ver. El texto pasa ahora a un Senado, con mayoría republicana, en el que su aprobación será más difícil: al menos cuatro legisladores conservadores deberían alinearse con los demócratas para dar luz verde a la resolución y presentársela a Trump. Hasta podría vetarla el propio presidente, a la desesperada. Pero de momento es un buen bofetón frente a una declaración "inmoral" e "ilegal", una "usurpación del poder por pura vanidad", dicen sus opositores.
Lo que hizo Trump fue decretar el estado de emergencia nacional en el país por una supuesta "invasión" de drogas y criminales en la frontera con México. Lo hizo porque el Congreso se negó a darle el dinero que él exigía para levantar el famoso muro en su frontera sur, de 376 kilómetros. Le daban 1.375 millones de dólares como máximo, pero él quería 5.700 más. "Todo el mundo sabe que los muros funcionan", es su justificación.
(Puedes seguir leyendo tras el vídeo...).
Afirmando que EEUU estaba en emergencia, tiene vía libre para gastar. Es lo que hicieron los expresidentes Barack Obama, durante la epidemia de gripe A de 2009, y George W. Bush, tras el huracán Katrina en 2005. Motivos justificados, esos sí. Tan llamativo es este capricho que 16 estados han demandado ya a su Ejecutivo por la declaración de emergencia, alegando que esa decisión es anticonstitucional, una medida judicial apoyada por importantes manifestaciones en Washington y en las capitales de Colorado, Maryland, Nueva York o Virginia.
En palabras de Jerrold Nadler, presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, "al menos hay que hacer sonrojar a quien es, hoy, la mayor amenaza contra la democracia y para el Gobierno constitucional de EEUU desde la Guerra Civil".
Estas medidas personalistas le están costando la crítica incluso en el seno de su partido, como ha evidenciado la votación del Congreso, y se han elevado voces que piden más candidatos que le peleen unas primarias, que no sea el elegido para revalidar la Casa Blanca porque él lo vale. Trump ya ha sacado los perros a ladrar: la presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, ha recomendado hoy a los posibles rivales del presidente que no se presenten. Por su bien. "Tienen derecho a presentarse y perder. Pero van a perder horriblemente (...). Adelante, desperdicien su dinero, pierdan su tiempo y sigan adelante y pierdan".
Trump buscaba en Hanoi un anuncio espectacular que mejorara su imagen ante el mundo, pero no le ha salido bien la jugada y sus problemas en el plano internacional se mantienen esta semana.
No ha habido acercamiento con la Unión Europea y su guerra comercial en ciernes; no prospera su presión a los estados europeos para que se retiren, como él, del acuerdo nuclear con Irán; dijo que se iría de Siria "en unos días", los pocos que necesitaba para acabar con el Estado Islámico, pero eso fue en diciembre y aún no ha podido sacar a sus 2.000 efectivos, aunque insiste en que ya, ya; y encima se embarra al sopesar la venta de reactores nucleares a Arabia Saudí, porque dice que quiere defenderse de Teherán, con lo delicado que es el armamento atómico y en un momento en el que Riad, tras el asesinato de Jamal Khashoggi, sufre cierto aislamiento mundial. El Congreso estadounidense hasta ha abierto una investigación para esclarecer si la operación podría violar las normas legales y éticas del país.
(Puedes seguir leyendo tras la foto...).
Y, añadido a esto, Venezuela. Trump fue el primero que dio aval a Juan Guaidó cuando el 23 de enero se autoproclamó presidente encargado del país. La idea es acabar con Nicolás Maduro, el actual mandatario. Cerca de 60 países apoyan también al opositor-España entre ellos- pero no se está logrando aún que "nuestro hombre en Caracas", como dice irónicamente el chavismo, llegue al poder. Trump ha acumulado toneladas de ayuda humanitaria en las fronteras de Brasil y Colombia, que no ha podido entrar. ¿Es eso un fracaso o un triunfo?
Lo cierto es que los pretendidos cambios van lentos en el país caribeño. La Fuerza Armada sigue mayoritariamente con Maduro, las presiones diplomáticas del Grupo Internacional que abandera la UE o del Mecanismo de Montevideo no se aceleran (las cosas de palacio...) y la crisis amenaza con enquistarse.
Trump vuela de vuelta a EEUU con muchas asignaturas pendientes. Le queda mucho por lidiar desde el Despacho Oval en las próximas jornadas.