La renuncia de la cúpula militar agrava la crisis del Gobierno de Bolsonaro
El presidente cambió el lunes a seis ministros en el peor momento de la pandemia en Brasil.
La crisis política pone contra las cuerdas a Jair Bolsonaro en el peor momento de la pandemia del coronavirus. Los jefes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de Brasil –la cúpula militar y uno de los pilares de su gestión– han presentado su renuncia este martes y serán sustituidos, según una nota oficial del Ministerio de Defensa.
Esto agrava la crisis de Gobierno emprendida por el presidente este lunes con el cambio de seis ministros, que incluyó la destitución abrupta del ministro de Defensa, el general Fernando Azevedo. Esta es la primera vez desde que se recuperó la democracia en Brasil que se cambian de forma simultánea las cúpulas civil y militar de las Fuerzas Armadas.
Al comienzo de la semana ya se conocía la inminente renuncia del ministro de Exteriores, Ernesto Araújo, quien presentó su dimisión la mañana del lunes. Anticomunista y trumpista, Arújo estaba en el punto de mira al ser considerado responsable de que el país no haya conseguido comprar suficientes vacunas para permitir una rápida recuperación sanitaria y económica.
Menos esperada fue la decisión, horas después, de Azevedo, amigo de Bolsonaro desde hace tiempo, lo que ha mostrado las grietas en el Gobierno brasileño. A este le siguieron los titulares de la Casa Civil, Justicia, la Secretaría de Gobierno y la Abogacía del Estado. Lo que ha provocado un baile de carteras que continúa este martes.
Movimientos políticos
La “sustitución” de los jefes militares es algo inédito en Brasil y ocurre en un Gobierno que, paradójicamente, está presidido por un capitán de la reserva del Ejército en cuyo gabinete casi la mitad de los ministros procede del sector castrense.
Todos estos movimientos se han dado en vísperas del 31 de marzo, un día importante para la ultraderecha, pues en esa fecha, en 1964, ocurrió un golpe de Estado que originó una dictadura que se prolongó durante 21 años y que Bolsonaro ha enaltecido siempre como modelo.
El presidente, un militar retirado de 65 años, presiona desde hace meses a los jefes militares para que le apoyen en sus batallas políticas. Sin embargo, la salida del titular de Defensa ha precipitado una renuncia alentada por la preocupación ante los gestos autoritarios de Bolsonaro. Este ha buscado en repetidas ocasiones el apoyo de los militares en sus medidas de excepción frente a los gobernadores que están decretando confinamientos para reducir los contagios.
Esas discordias fueron claras el año pasado, cuando activistas de extrema derecha reclamaban una “intervención militar” para “cerrar” el Parlamento y la Corte Suprema, en unos actos que fueron alentados por Bolsonaro, quien no encontró apoyo en el Ejército.
Cambio de discurso, o no
El mandatario sorprendió el pasado miércoles con lo que parecía un cambio en su discurso negacionista habitual sobre el coronavirus -al que llegó a llamar “gripecita”- al anunciar un comité nacional para tratar de frenar la crisis sanitaria. Ese día Brasil superaba las 300.000 muertes desde el comienzo de la pandemia y se convertía en el primer país del mundo con más de 3.000 fallecidos diarios por el virus.
A pesar de estas cifras, el nuevo ministro de Salud —el cuarto desde el inicio de la pandemia—, Marcelo Queiroga, descartó un confinamiento nacional y sus declaraciones solo conseguían frustrar a quienes pedían medidas más radicales. “¿Quién quiere el encierro? Nadie quiere el encierro. Necesitamos imponer medidas sanitarias eficientes “, dijo Queiroga, según recoge El País.
La irrupción de Lula
A esto se suma la irrupción en la escena política del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. El Tribunal Supremo anuló las dos condenas por corrupción y blanqueo de dinero relacionadas con la trama Lava Jato, que se sumaban más de 20 años de prisión. El expresidente pasó más de un año en la cárcel.
En su primera manifestación tras la restauración de sus derechos políticos, el expresidente exigió que Bolsonaro crease un grupo de trabajo como el anunciado este miércoles. “Muchas de estas muertes podrían haberse evitado si el Gobierno hubiera hecho lo elemental. El arte de gobernar no es fácil, es el arte de tomar decisiones. Si el presidente respetara a la gente, habría creado un comité de crisis en marzo de 2020 “, afirmó Lula.
Ahora, el expresidente ha recobrado sus derechos políticos y amenaza con trastocar el panorama electoral de cara a los comicios de 2022, en los que se sitúa como el candidato más fuerte frente a Bolsonaro.