La recuperación, transformación y resiliencia de la política social
España tiene una oportunidad con este plan de crecer innovando de manera sostenible y de modernizar nuestro país con una estrategia inteligente.
Los objetivos del plan de recuperación, transformación y resiliencia no simplemente se centran en lo más conocido de este plan, el futuro de nuestro modelo productivo, basado en la transición verde, la transformación digital y el crecimiento inteligente sostenible e inclusivo, sino que afectan de una manera muy clara y determinante a todas las políticas sociales.
España tiene una oportunidad con este plan de crecer innovando de manera sostenible, de modernizar nuestro país con una estrategia inteligente y digital y todo ello debe acompañar a un principio irrenunciable, la cohesión social, pero también territorial para lograr una España más igualitaria.
Por ello, de manera inteligente, el plan de recuperación incluye la promoción de la cohesión social, la resiliencia sanitaria y social y políticas para las próximas generaciones: la infancia y la juventud, y elevar el potencial educativo. Se trata de reforzar, con una base sólida, el futuro del estado del bienestar, del sistema educativo, de medidas para abordar el reto demográfico y llenar de oportunidades a las próximas generaciones, sin olvidar la reorganización de los cuidados de larga duración a nuestros mayores y a personas en situación de dependencia.
La importancia que este Gobierno da a la política social, al bienestar de los y las ciudadanas es evidente. Estas políticas forman parte de tres de los cuatro ejes que componen este plan y cinco políticas palanca: lucha contra la despoblación, refuerzo del sistema nacional de salud, impulso de la educación, la formación profesional y desarrollo de capacidades, desarrollo de la nueva economía de los cuidados y sistema fiscal para un crecimiento inclusivo, que permita el despliegue del ingreso mínimo vital.
Todo ello es una respuesta eficaz y diferente para mitigar el impacto económico y social que podría dejar esta pandemia en nuestra sociedad. Y de esta crisis saldremos de manera diferente a como se salió de la anterior. Estos son los objetivos: evitar un impacto estructural en la economía española y contar con una buena base para la recuperación a medida que se recupera la actividad en el conjunto de Europa y a nivel global.
Los fondos europeos son, sin duda, una gran oportunidad también para repensar el sistema de bienestar aprovechando para generar infraestructuras, reformarlas y mejorar la calidad de prestación de servicios en el ámbito educativo, sanitario o social.
Esta es la gran oportunidad para poner en marcha planes que suponen una inyección económica para la educación española, para ampliar las plazas de educación infantil 0-3 años, para modernizar, rentabilizar y adaptar la formación profesional verdaderamente a lo que nuestra sociedad y el entorno productivo y laboral requieren o para crear programas de apoyo a centros educativos de especial complejidad y al alumnado vulnerable.
Los fondos europeos van a ser clave también para paliar algunas de las deficiencias que se han constatado en los centros residenciales de atención a personas mayores en situación de dependencia, van a servir para adaptar espacios y prepararlos para prestar una mejor atención en el futuro, para dar una mayor y mejor cualificación a los profesionales que se ocupan de nuestros mayores cuando llegan a ese momento de su vida en el que requieren de cuidados externos. También habrá inversiones en nuevas tecnologías para la mejora de la atención domiciliaria.
Y los fondos europeos nos van a permitir invertir en ciencia, en innovación en general, y en particular en el sistema de salud. La crisis ha puesto de manifiesto la fortaleza del sistema público de salud, pero también ha expuesto los retos y dificultades a los que se enfrenta ante situaciones que requieren anticipación, coordinación y respuesta rápida. Tenemos la oportunidad de renovar y ampliar las capacidades del sistema nacional de salud.
España aborda y debe hacer frente a un gran reto: el equilibrio de la España urbana y de la España rural. Ambas tienen que ser compatibles con un modelo territorial cohesionado. Es la oportunidad de hacer realidad estrategias de las que se lleva hablando desde hace décadas para articular medidas en la España despoblada y lograr fijar población, impulsando la innovación social y territorial, facilitando el desarrollo de nuevos proyectos profesionales, atrayendo talento, impulsando la formación digital y la conectividad, facilitando la prestación de servicios públicos y el uso sostenible de nuestros recursos.
Estos fondos nos deben ayudar también a retomar el camino de la reducción de los desequilibrios fiscales para garantizar a la vez el sistema de pensiones, el poder adquisitivo y asegurar su suficiencia y sostenibilidad fiscal durante la etapa de transición que se abre con la jubilación de la generación del Baby Boom.
Se van a movilizar 140.000 millones de euros de inversión pública en España hasta el 2026, casi el doble de la inversión pública actual. En el primer período 2021-2023 hay proyectos cuantificados en 70.000 millones de euros. De ellos, alrededor de 15.000 millones de euros estarán destinados a las políticas de bienestar, una auténtica oportunidad para afianzar políticas que nos afectan a todos y todas, porque no puede haber una transformación económica sin garantizar una estabilidad social y el bienestar de las personas. Ese es un equilibrio esencial para afianzar el destino y éxito de los fondos europeos, que verdaderamente lleguen a toda la sociedad española, como inversión y transformación económica, pero sobre todo inversión social.