La pediatría en atención primaria desaparecerá
Es cuestión de tiempo, la pediatría en atención primaria, en el centro de salud, está desapareciendo y como tal ya está moribunda, en cuidados paliativos y sabiendo que morirá en breve.
Algunas sociedades científicas de pediatría luchan de forma corporativa porque esto no sea así, por supuesto las de atención primaria como la AEPAP y la SEPEAP y todas las regionales lo tienen claro, está en su ADN, como se dice ahora, la primaria, esa P al final de toda sigla que se precie. Otras a nivel nacional no lo tienen tan claro, porque dan una de cal y otra de arena, mientras se dan golpes en el pecho y afirman con la mano en el corazón que la primaria es lo más, abogan por las subespecialidades de pediatría y atiborran los hospitales con plantillas hipertrofiadas que absorben toda la mano de obra que el sistema MIR produce.
Ya lo comentaba a principios de año aquí mismo y antes en otros artículos en este y otros medios, repitiendo siempre el mismo mensaje y sin que se llegue nunca a una solución satisfactoria para nadie, ni profesionales, ni padres, ni administración y mucho menos para los peques.
Y mientras tanto ¿dónde está la administración?
Ni está, ni se la espera, no sabe. La atomizada gestión autonómica no ha sabido en ninguna comunidad afrontar el problema, ni aunque fuera en detrimento de las otras, ninguna está acaparando profesionales y en ninguna el descrédito y el maltrato al profesional está desapareciendo. Nada.
Algún parche ha habido sin afrontar el problema real, que básicamente se sostiene en dos patas, oferta y demanda, por un lado se está creando una demanda exagerada, ofertando servicios que son incapaces de dar, como barra libre a cualquier hora, prometer especialistas de primera línea que no existen en cada pueblo del solar patrio, dando la sensación de que allá donde haya un niño habrá un pediatra.
Y me parece muy loable, ójala pudiera ser así, porque la calidad de la atención ofertada por la pediatría española es de gran nivel, tan buen nivel que es muy apreciada en todo el mundo y hacia allí se encaminan la gran parte de los nuevos egresados, buscando salarios dignos y horarios que hagan compatible la vida laboral y la profesional con el justo derecho a tener una familia, esto acrecentado con la feminización evidente de la pediatría y las jubilaciones inminentes en masa.
La otra pata del problema es la oferta. ¿Qué se oferta? Dos mil euros para un profesional con 10 años de especialización, turno de dos a nueve de la tarde y recordemos que preferentemente mujer con más de 27 años. Esto no hay quien lo acepte cuando nuestro entorno está pagando más del doble con mejores condiciones laborales y de conciliación. Resultado: el abandono, la huída, la migración. Formamos muy buenos profesionales para exportarlos al mundo, se invierte en una formación que al final se dilapida porque el producto conseguido se va, sin más. Es de locos, se fabrica un producto para luego regalarlo, no sé, no lo veo como buena gestión, entiendo que si fabricas, cultivas o creas algo de calidad lo lógico sería intentar retenerlo o al menos venderlo a buen precio, pero que se te vayan entre los dedos como el agua, no lo veo.
Esto habría tenido solución hace años, pero o no interesa arreglarlo o lo más probable no se sabe y no hay voluntad de solventarlo, no hay valentía política y de gestión. Muchos intereses y lobbies y al final el menor nuevamente el perjudicado.
¿Se podría acusar a la administración de maltrato a menores? Creo que sí.
En realidad la pediatría en atención primaria está muerta, no sé muy bien en qué momento falleció, pero desde hace unos años estamos velando un cadáver insostenible que cada vez huele más. Hoy día los pediatras cubren tan solo el 60% de la población infantil y juvenil y disminuyendo, con una gran dispersión lo que significa que en algunos sitios podría estar por debajo del 30% o directamente no existir.
¿Quien mantiene el sombrajo mientras tanto, quien aporta los cirios en este velorio? ¿Quién cubre ese porcentaje restante?
Fundamentalmente lo cubren en régimen precario, médicos de familia y puericultores que se han interesado en la formación pediátrica y llevan muchos años aportando lo mejor de sí mismos. Me pongo por ejemplo aunque sea un privilegiado:
- Soy un privilegiado, porque llevo doce años con un contrato eventual en el mismo puesto de trabajo, aunque es ilegal, no puedo acceder a la plaza, ni siquiera a un contrato de interinidad, porque no poseo la titulación que se me exige para tener la plaza, pero sí que la tengo para trabajar (al menos tengo trabajo, me dicen).
- Soy un privilegiado, porque cobro trienios, cierto que tan solo desde hace dos años porque antes se me negaba, aunque era ilegal.
- No puedo acceder a carrera profesional por no poder ser ni siquiera interino.
- En cualquier momento puede aparecer un colega recién egresado y solicitar mi plaza sin valorar mis treinta años de experiencia. Me manda a casa.
- Soy un privilegiado, porque me pagan todos los meses y todo los días del año, aunque cobro por estos motivos hasta un 25% menos que mis compañeros de la sala de al lado.
- Soy un privilegiado, porque aunque trabajo de 2 a 9 mis hijos ya son mayores y no están en casa, pero hace unos años en su adolescencia ya agradecían que llegara tarde.
- Soy un privilegiado, porque la mayoría de compañeros tienen contratos por días sueltos, contratados para suplencias de forma que no incluyan los fines de semana y contratos que les impiden ver a sus hijos.
Me siento maltratado laboralmente, ¿es la administración culpable de acoso laboral? Creo que sí.
Imaginad que todo esto cambiara, porque hubiera voluntad de hacerlo, si ese 40% de plazas vacante hoy día no cubiertas por pediatras se ofertaran a los médicos de familia o puericultores que demostraran su formación en pediatría, en régimen de interinidad verdadera con acceso a trienios y carrera profesional, y que pudieran acceder a regularización de interinos o a la oferta pública de empleo cuando las hubiere. Imaginad, lo mismo se soluciona el problema.
Me gusta, como le gusta a la mayoría de la población, que los niños y adolescentes sean atendidos por profesionales formados específicamente en la infancia, pero creo que la solución a futuro sea por crear una especialidad intermedia que sea la atención primaria pediátrica al estilo master de dos años, accesible para pediatras y para médicos de familia que complemente la formación hospitalaria actual y dé una titulación suficiente y necesaria para los que estamos en tierra de nadie, con la espada de Damocles siempre encima y la inseguridad y la precariedad laboral acechando.
No más enfrentamientos entre profesionales, debemos sumar, debemos reclamar a la administración una solución definitiva y contundente que pase por el reconocimiento de todos los actores que intervienen en este sarao. La solución tiene que pasar si o si por la integración de un colectivo que ya suma en la comunidad de Madrid 800.000 niños atendidos a diario y que si un día decidiera despertar y presentar conflicto con una huelga indefinida, el cadáver vería tierra al fin.