La lucha de un joven español contra un McDonald's en Reino Unido tras una brutal agresión
Su nombre es Gabriel, valenciano que sufrió un traumatismo craneoencefálico con hemorragia interna y ahora dará la batalla judicial.
Su nombre es Gabriel C. Barroso, valenciano de 34 años y ha emprendido una lucha contra el propietario de 20 franquicias de McDonald’s, incluido en la que él trabajaba en la localidad británica de Bounemouth. Su vida cambió radicalmente tras la noche del 14 de octubre de 2016, cuando, relata en un reportaje en El Español, sufrió una brutal agresión que le dejó en coma inducido.
Con el objetivo de aprender inglés, Barroso llegó en marzo de aquel año a dicha localidad de la costa sur de Inglaterra, a unos 170 kilómetros de la capital de Reino Unido. Así fue cómo buscó un trabajo y lo encontró tras una breve entrevista de trabajo. “Me puse muy contento porque yo pensaba que ese trabajo me daría mucha flexibilidad para estudiar, y además suponía algo más que limpiar platos, allí podría poner en práctica mi inglés”, explicó al citado medio.
Empezó “trabajando de pinche, friendo croquetas, haciendo hamburguesas”, pero después le encargaron también la descarga del camión de mercancía y, más tarde, la limpieza de la sala. “Nadie quería ir a la sala porque por allí pasaban unas 300 o 400 personas al día. Pero a mí siempre me ha gustado limpiar, era muy polivalente, así que me pusieron allí porque vieron que se me daba bien”, detalló Gabriel.
Sin embargo, acabó descubriendo que aquel puesto tenía algunos inconvenientes. “Algunos clientes eran amables, pero otros se burlaban de mí y me insultaban, y mantenían también conductas agresivas entre ellos o con otros clientes. En el Square están todos los pubs, y todas las personas que salen borrachas y drogadas van directas a comer al McDonald’s. Sobre todo los fines de semana. Aquello parecía el Apocalipsis”, reconoció al mencionado diario.
La noche de la agresión
“El día que pasó ya llevaba dos meses sin el de seguridad y cinco semanas sin el encargado de sala. Cuando llegó la noche, miré la hora y eran casi las once. Le pregunté a la manager si cerraba y me dijo que sí”, relató el joven valenciano, tras recordar que dos personas responsables de la seguridad se habían dado de baja prácticamente a la vez.
“El de seguridad cayó de baja por una cirugía que le practicaron de espalda. Luego el encargado de la sala se fue de permiso de paternidad. Y yo me quedé solo, adopté todos sus roles y nadie me ayudaba”, precisó.
Con este escenario, según la víctima, se cruzó en la puerta con el agresor: ”Él venía de cara y me miró de arriba abajo de forma amenazadora, pensé que me iba a preguntar por algo, pero no lo hizo. Me fui a la puerta, quité el automático y cerré manualmente”.
“Yo me quedé limpiando las bandejas y, mientras, miraba qué pedían los últimos clientes. De pronto, me di cuenta de que el que me había mirado mal iba hacia la puerta con intención de abrirla de nuevo, y eso era ilegal; según las órdenes de mi manager, el único que podía abrirla era yo”, contó, indicando que el hombre hizo caso omiso y abrió la puerta, a lo que entraron más personas.
“Sus amigos entraron y yo volví a cerrar y me quedé al lado de la puerta, dentro, para que no entrara nadie más”, explicó Gabriel, recordando que lograron que las personas fueran saliendo una a una mientras las despedían cordialmente. “Lo hicimos respetuosamente como siempre, les decíamos thank u for coming, y mientras yo controlaba la puerta. Como la abres manualmente y salía mucha gente, salió una pareja y, a continuación, salió una mano negra. Me pegó un puñetazo. Caí al suelo”, rememoró Barroso.
El recorrido judicial
Tras la agresión, Gabriel perdió la consciencia y fue trasladado al hospital, donde permaneció tres días en coma inducido, el preludio de unas duras secuelas. A ello se sumaron las dificultades que se toparon sus familiares para lograr una ayuda.
Su hermana consiguió en el Ayuntamiento una pequeña aportación de 200 libras mensuales para pagar el alquiler de ambos, una habitación con dos camas en una residencia. El valenciano solo contaba a mayores con el sueldo mínimo de la franquicia por su baja, unas 90 libras semanales.
“Desde que tuve la agresión tengo menos ganas, estoy desmotivado y sin ilusión por nada. Mi cerebro no reacciona igual de rápido como antes, tengo el hemisferio izquierdo destrozado por completo”, comentó de las secuelas que le han quedado. Según su relato, sólo ha recibido una indemnización por valor de 1.500 libras y todavía no la ha cobrado.
Su agresor fue condenado a pagar dicha cantidad y a realizar trabajos sociales durante un año y medio. Gabriel ahora recurrirá a la vía civil y en abril de 2023 acudirá a la Corte Suprema británica a enfrentarse con la empresa que, dice, le exigió realizar unas funciones para las que considera que carecía de formación.
“Nos vamos a enfrentar a Tony Bennett, el propietario de veinte franquicias de McDonald’s [entre la que se encuentra el establecimiento en el que trabajaba Gabriel], y le reclamamos por varias cosas: por las lesiones que sufrió a raíz de la agresión, y también por todas las pérdidas pasadas y futuras”, señaló el abogado de Barroso, Isidoro Bonilla, a El Español.