La jornada laboral de 32 horas, un horizonte feminista
Menos horas de trabajo a la semana, suponen más horas para cualquier otro tipo de actividad.
La semana pasada celebramos el Día Europeo por la Igualdad Salarial de Mujeres y Hombres y la que viene el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Entre estas dos celebraciones, vivimos estos días el ruido de aquellos que quieren silenciar las voces de todas las que luchamos para que las reivindicaciones de los derechos de las mujeres se oigan más alto y más claro, también este año de pandemia. Porque ellas han sido las principales protagonistas en la crisis de la covid-19 y, una vez más, su lucha sigue invisibilizada.
La pandemia ha puesto una lupa en las brechas sociales que llevamos arrastrando desde hace décadas incrementando el efecto sobre las mujeres y especialmente, sobre las madres: pérdida de empleo, mayor precarización, reducciones de jornada, salud mental, etc. Esto es claro ejemplo de cómo las medidas impulsadas hasta la fecha en materia de conciliación no han sido suficientes para alcanzar la igualdad de género, mejorar la tasa de empleo de las mujeres y reducir la tasa de paro, reducir la temporalidad de los contratos, evitar las reducciones de jornada, etc. La pandemia solo ha magnificado los retos a los que nos enfrentamos diariamente las mujeres.
La brecha salarial entre mujeres y hombres se mantiene en España por encima del 21% (21,4%). Este año, más que nunca, se hace necesario hablar de ella. Los factores que contribuyen fundamentalmente a esta desigualdad son la distribución de complementos salariales que por su propia definición benefician fundamentalmente a los hombres. “Disponibilidad”, “productividad” y “coordinación” son pluses discrecionales que recaen mayoritariamente en los hombres, al ser interpretados casi siempre como la posibilidad de alargar las jornadas de trabajo más allá del horario habitual, viajar o atender asuntos laborales en cualquier momento.
Otros factores importantes que influyen en la brecha salarial son la temporalidad y la parcialidad de empleo. En nuestro país, todavía la temporalidad del empleo es mayor para las mujeres (26,6% frente a 22,8% de los hombres). Casi una de cada cuatro mujeres ocupadas (23,5%) desempeña su trabajo a jornada parcial, mientras que entre los hombres solo es uno de cada quince (6,9%). En total, tres de cada cuatro empleos a tiempo parcial son ocupados por mujeres (74,4%). Se trata —y esto es lo relevante— de una parcialidad del empleo involuntaria, puesto que muy mayoritariamente se debe a que no encuentran un trabajo a jornada completa.
Tal y como nos indica la catedrática de Economía Aplicada y Miembro de Economistas Frente a la Crisis Cecilia Castaño, “las mujeres españolas se encuentran ante un dilema de difícil solución: no pueden abandonar el mercado de trabajo, pero tampoco pueden dejar las tareas de cuidados, que cada vez son más exigentes. La contratación a jornada parcial es una falsa solución a esta situación. De esta manera, la economía española está perdiendo una parte sustancial de la contribución potencial de las mujeres a la generación de valor añadido y también de valor social”.
Estas diferencias se están viendo agravadas a raíz de la pandemia y, así, entre el primer y el segundo trimestre de 2020 los salarios españoles cayeron un 12,7% de media. En el caso de los hombres la reducción ha sido del 11,3% mientras que en el caso de las mujeres la disminución salarial es del 14,9%.
Entre los motivos de la caída en los salarios, se encuentra la destrucción de puestos de trabajo por la pandemia y especialmente la reducción del número de horas trabajadas.
Las mujeres estamos siendo más perjudicadas por los efectos de la pandemia tanto en la salud como en la economía. Primero, porque la crisis ha impactado de lleno en los sectores de actividad en los que la mujer tiene una mayor presencia —educación (66,5% presencia de mujeres), actividades sanitarias y servicios sociales (76,4%), comercio y hostelería (50%)— y segundo, porque la sobrecarga en el cuidado del hogar y de la familia como consecuencia del cierre de los colegios y la dificultad para externalizar servicios domésticos y de cuidados de personas, la han asumido fundamentalmente las mujeres.
Se estima que, en los primeros momentos de la crisis sanitaria, las mujeres ampliamos de media en más de 13 horas semanales el tiempo dedicado a este tipo de tareas. Esta tendencia se ha mantenido bastante estable en los meses posteriores, haciendo que las mujeres soportemos una mayor carga en las tareas de cuidados, con las dificultades que esto supone para la conciliación con la vida laboral y el consecuente impacto en la salud física y psicológica.
Ante este panorama, desde Más País y Más Madrid hemos conseguido que el Gobierno haya aceptado destinar 50 millones de los Presupuestos Generales del Estado 2021 para poner en marcha un proyecto piloto de la jornada de 32 horas en empresas de distintos tamaños, sectores y capacidad productiva, con objeto de evaluar su impacto en variables como la productividad, el empleo o la innovación, pero también en la mejora de la calidad de vida de sus trabajadoras y trabajadores y la reducción de la brecha laboral y salarial entre hombres y mujeres.
La jornada laboral de 32 horas es un elemento esencial en el camino hacia un cambio de paradigma para el equilibrio entre la vida laboral y la personal. Menos horas de trabajo a la semana, suponen más horas para cualquier otro tipo de actividad.
Al mismo tiempo la jornada de 32 horas contribuye a equilibrar el derecho a una carrera profesional entre hombres y mujeres dentro de la empresas. Todas sabemos que trabajar a jornada parcial implica tener “vetados” determinados ascensos o determinados puestos y la jornada universal de 32 horas vendría a eliminar esta barrera para muchas mujeres.
Por otra parte, con una reducción colectiva de las jornadas laborales, se evitaría que sean las mujeres las que continuamente se reduzcan “voluntariamente” la jornada laboral para poder cuidar, evitando el impacto económico negativo que esto supone durante su vida laboral y de cara a sus pensiones. Esto por no mencionar el impacto que tiene en el conjunto del país, al perder una parte significativa del aporte de las mujeres a la actividad productiva.
Es interesante comprobar cómo la brecha salarial entre mujeres y hombres se amplía cuando las mujeres tienen hijos. La “penalización por ser madre” se refleja en un menor sueldo a lo largo de su carrera profesional. Cuando el descendiente cumple 12 años, la brecha alcanza el 33%, según el Instituto de Estudios Fiscales de Reino Unido. Una reducción efectiva de la jornada a 32h para toda la población, evitaría que las mujeres fueran las que tuvieran que reducirse voluntariamente su jornada, con la pérdida de ingresos que ello supone, truncando su carrera profesional.
Por último, una jornada de 32 horas liberaría tiempo para el cuidado propio de las mujeres, especialmente para aquellas que tienen hijos e hijas o personas a cargo. Malas Madres ha publicado recientemente datos sobre esta cuestión: el 65% de las mujeres dedica menos de 1 hora a la semana al cuidado personal y el 17% no le dedica tiempo alguno a esta actividad. Cinco de cada diez mujeres encuestadas afirman que su alimentación diaria ha empeorado desde que son madres y el 75% no tiene tiempo para practicar deporte.
En esta realidad, cualquier medida que permita liberar tiempo para el propio cuidado y desarrollo, tendrá un impacto positivo en la salud física y psicológica de las mujeres.
Evidentemente, la jornada de 32 horas no lo soluciona todo. La ausencia de una implicación completa de los hombres en el cuidado del hogar y de las personas, no se soluciona solo reduciendo el tiempo de trabajo semanal, aunque este sea un elemento clave. Será necesario desarrollar medidas complementarias, para que esto, no suponga “que las mujeres se organicen mejor” si no que, en las parejas, se haga un mejor reparto de los tiempos de cuidado. Esto requiere de un cambio profundo en lo que significa el cuidado, en su valor social y no pueden producirse desde el ámbito laboral exclusivamente.
Cuando hablamos de corresponsabilidad lo hacemos en un doble sentido. En cuanto a equilibrar el reparto de responsabilidades y tareas entre mujeres y hombres, y en la necesidad de que las administraciones públicas asuman su parte a través de unos servicios públicos de calidad, que lleguen a todos y todas y que contribuyan al cuidado, especialmente de los que más lo necesitan.
En puertas de un nuevo 8M, el movimiento feminista centra las reivindicaciones en este 2021 en la visibilización del papel central de las mujeres durante este largo año de pandemia, así como en la defensa de unos servicios públicos de calidad como elemento imprescindible para paliar terminar con la emergencia social. El lema de esta convocatoria es “ante la emergencia social, el feminismo es esencial” y nos sumamos a él desde la convicción de que resulta fundamental poner el cuidado entre las prioridades de las administraciones para que asuman responsablemente su parte en este reparto y que ofrezcan servicios de calidad y universales, todo ello desde un enfoque de género.
En España, aún nos queda un largo camino por recorrer para avanzar en la reducción de la desigualdad laboral y salarial entre mujeres y hombres pero, sin duda, la jornada de 32 horas es un paso importante. Por el impacto en conciliación, en igualdad salarial y de oportunidades en la carrera profesional, en salud física y mental, en mejora de la calidad de vida y bienestar, especialmente para las mujeres, defendemos la aportación de la jornada de 32 horas como elemento central en los próximos años y lo sumamos como elemento al debate del próximo 8M.