La exmujer de El Chicle: "Evidentemente creo que sí que fue él"
Rosario Rodríguez sostiene que su marido le pidió que dijese “que había salido con él a robar gasóleo” en la noche del crimen de Diana, algo que era "mentira”
“Desde el primer momento le exigí la verdad. Llevaba un año preguntándole seguido si tenía algo que ver, pero él decía que nunca la había visto delante”. Así ha hablado este miércoles ante el tribunal la exmujer de Enrique Abuín, alias El Chicle, que ha confirmado que inicialmente creyó la versión del acusado, pero ahora ya no. “Evidentemente, creo que sí fue él”, ha añadido.
En la primera declaración pública de Rosario Rodríguez, que inicialmente también fue investigada por la desaparición de Diana Quer, la ahora exmujer de El Chicle ha hablado tranquila y ha respondido a todas las preguntas, explicando que en aquel momento no se “imaginaba” que ”él fuese a hacer eso”.
La exmujer del único acusado ha mencionado los escarceos amorosos de su exmarido y ha confirmado que solía salir de noche, “siempre vestido de oscuro”, diciendo que iba a robar gasóleo. En otras ocasiones, ha dicho que había visto garrafas de gasóleo, pero no en esa ocasión.
Cuando tuvo conocimiento de que estaba siendo investigado por los agentes, Rosario Rodríguez ha explicado que su marido le pidió que dijese “que había salido con él a robar gasóleo” esa noche, algo que “fue mentira”. “Me dijo que dijese que había estado conmigo esa noche porque le querían culpar de algo que no había hecho”, ha sentenciado.
A preguntas de la fiscal, la exmujer de El Chicle ha reconocido que decidió decir “la verdad” cuando recibió una llamada de los padres de Enrique Abuín diciéndole que estaba saliendo su casa y su hija en la televisión. “Ahí me cabreé y dije que se iba a saber la verdad”, ha destacado.
“Se alteraba un poco”
La noche que desapareció Diana, Enrique Abuín salió de su casa alegando que iba a robar gasóleo, ha dicho su exmujer, y volvió a lo largo de la noche y durmió “perfectamente”, dado que “despertaron” juntos. Los días siguientes, ha añadido, se comportó con normalidad.
En todo caso, la exmujer ha negado que tuviese un comportamiento violento, aunque en ocasiones se “alteraba un poco” en las discusiones y ha ratificado que al único acusado de la muerte de Diana Quer le gustaba “tener el coche limpio”. En su vehículo, El Chicle llevaba bridas para “sujetar cosas”, ha dicho la testigo, que, no obstante, no ha reconocido una brida similar a la encontrada con el cadáver de Diana, que es “más larga” que las que tenía su exmarido.
La abogada defensora ha preguntado, además, a la exmujer del Chicle sobre su vida sexual, que ha mantenido que “no era normal” en los últimos años. Rosario ha afirmado que el acusado no era agresivo, pero que, desde aproximadamente cinco años antes del suceso “no había mucha relación”. ”Él era consciente de que nuestra relación estaba a pique, en agosto ya no estábamos bien”, ha sentenciado.
Iba a ver chicas a institutos
Por su parte, Manuel S.G, un amigo del acusado, también ha reconocido esta mañana en el juicio que de vez en cuando le acompañaba a las cercanías de los institutos para ver a chicas, a las que piropeaba insistentemente.
El testigo ha explicado que al Chicle le gustaban especialmente las chicas “morenas, de pelo largo y delgadas” y de “veintipocos años”, pero ha indicado que nunca siguieron a ninguna y que se limitaban a decirles “guapas, tías buenas y morenas” cuando iban a los institutos.
También le gustaban así cuando acudían a locales de alterne, ha añadido el testigo, que ha asegurado que el Chicle es “muy mentiroso” y que cuando hablaban del caso de Diana decía que “no la encontrarían más”, que se habría ido al extranjero.
Manuel S.G. acompañó al Chicle meses antes de la desaparición de la joven madrileña -en invierno de 2015/2016, según ha dicho- a la nave de Asados de Rianxo, donde en agosto de 2016 el supuesto asesino de la joven arrojó su cuerpo en un pozo y donde permaneció casi 500 días hasta su hallazgo. Ambos fueron a la nave a coger muebles forzando la entrada, como ayer dijo en el juicio a El Chicle.
Aunque el acusado indicó en su declaración que antes de arrojar el cuerpo no sabía si había agua en el pozo, su amigo ha manifestado en el juicio que precisamente abrieron la tapa de hormigón de ese agujero y sí comprobaron que tenía agua. La tapa era muy pesada, ha añadido el testigo. Tanto, que Manuel S.G. ha considerado que son necesarias dos personas para levantarla.
También han comparecido en la vista dos chicas, hermanas, a las que el Chicle abordó el sábado 23 de diciembre, días antes de ser detenido. El acusado iba con su coche y paró al lado de las jóvenes para ofrecerles, de forma insistente, llevarlas hasta el bar al que se dirigían.
Ellas no quisieron montar y el Chicle se marchó. Pero cuando estaban en el bar, le vieron pasar con el coche varias veces. Hasta cuatro veces, según pudo contar una de las hermanas, que también ha relatado que el acusado insistía mucho en “rubia, ven aquí”.
“Ven, que lo vamos a pasar bien”
Rosa B.B., otra mujer que ha comparecido como testigo, ha desvelado que el acusado la abordó un día en la provincia de Ourense para que subiera a su coche a pasarlo bien. Fue en la primavera de 2017, quizá en marzo, ha declarado esta mujer, que ese día, en torno a las 19.30 horas, se encontraba en la carretera de Taboadela, cerca de la parada de tren, fuera de su coche y esperando a su marido para irse con él en su vehículo.
“Ven, que lo vamos a pasar bien”, le dijo el Chicle, que no llegó a agarrarla porque en ese momento pasó una furgoneta. Pero como su conductor no paró, el acusado volvió a insistir.
La mujer ya había llamado por el teléfono móvil a su marido, que llegó enseguida. Al verle, el Chicle arrancó rápidamente su coche y la pareja le persiguió durante dos kilómetros, pero no pudieron alcanzarle.
Rosa B.B., quien ha reconocido que no podía volverse para mirar al acusado, ha explicado que cuando vio a el Chicle en televisión enseguida supo que era él, aunque en el momento del incidente llevaba el pelo muy corto, “como recién salido de la peluquería”.
A la testigo le impresionó tanto que se echó a llorar. Desde entonces le cuesta ver la televisión, ha asegurado.