La educación usada para perpetuar las élites… Reino Unido y el algoritmo
Muchos estudiantes con ofertas de buenas universidades vieron cómo sus notas habían sido degradadas por una decisión meramente política.
Los sistemas educativos español y británico no son perfectos. Ningún sistema en el mundo lo es, aun cuando en los últimos años se nos señalan nuevas economías, como Singapur, como modelos que en educación llegan a la excelencia.
Todos los padres que venimos a Reino Unido pasamos por un cambio grande en la educación que se da a nuestros hijos en nuestro nuevo país de origen. El BUP, COU y la EGB por la que pasamos muchos dista de la estructura educativa por la que pasan nuestros hijos… diferentes formas de enseñar, de estudiar, de aplicar lo aprendido.
Desde muy pequeños, en Reino Unido los niños aprenden más rápido a presentar en público, a explicar lo aprendido y a poder aprender a diferentes ritmos.
Suena bien, pero hay casos en los que el poder aprender a diferentes ritmos desde muy jóvenes hace que en las mismas clases haya 3 o 4 grupos de estudiantes con objetivos diferentes, y a los que en el transcurso de su vida educativa se les empuja o aparta desde demasiado pronto de un futuro académico por, quizás, un comienzo más lento o un desarrollo más tardío.
Cuando hablamos y comparamos los sistemas educativos con la familia en España, choca mucho la diferencia abismal en la cantidad de deberes que se traen a casa, y la cantidad de exámenes que los que viven en Reino Unido no sufren durante sus estudios.
Esta semana, la educación en el país de Boris, el presidente que improvisa, ha estado durante días en una de las mayores crisis que se recuerda en este sector. Esto ha sido debido al nuevo ataque que la élite del Gobierno quiso lanzar a los estudiantes de educación pública, a través de un maquiavélico algoritmo que, curiosamente inflaba o protegía las notas de los estudiantes de las escuelas privadas, mientras que a muchos colegios públicos en zonas más pobres o con alto porcentaje de minorías étnicas, se les cortaban de raíz sus posibilidades de poder entrar en las universidades de prestigio.
No es que antes no se hiciera, no.
El 7% de los estudiantes pudientes que forman parte de la educación privada, obtiene el 42% de las plazas que se otorgan anualmente para entrar en Oxford o Cambridge.
No nos dejemos engañar, esta élite de estudiantes es la que dirige el país, y Oxford, seguida de Cambridge, son las universidades por las que más miembros del parlamento británico pasaron. Más importante aun es la diferencia con el público en general, ya que aquí sí que queda claro cómo el sistema de criba educativo influye directamente en los representantes políticos.
En el partido conservador, y más concretamente en el cabinet del gobierno actual, 64% de ellos fueron educados en escuelas elitistas y exclusivas, muy lejos de esa media del 7% para la población en general.
Con este gobierno y con la COVID-19 de por medio, los mismos que demuestran sus habilidades de trileros en elecciones, referéndums y demás, a través del Ministerio de Educación, vieron la posibilidad de influir aún más sobre los resultados educativos de este año y de seguir asegurándose de utilizar la ingeniería social para incrementar aún más las diferencias entre los destinos de los estudiantes pudientes y del resto, que han de hacer un esfuerzo titánico para poder llegar a las universidades punteras de Oxbridge, o el Russell Group (universidades de nivel alto, segundo escalón tras Oxford y Cambridge).
Tras anunciar los datos de la semana pasada, muchos estudiantes se quedaron directamente sin universidad a la que ir.
Las universidades aceptan a los estudiantes usando predicciones, con ofertas condicionales a que logren llegar a la nota exigida… al no haber podido hacer exámenes, el gobierno se sacó de la manga una nueva herramienta.
El algoritmo lograba que los estudiantes de colegios privados mantuvieran o incrementaran su nota, mientras que lo contrario pasaba en la educación pública, donde muchos estudiantes con ofertas de buenas universidades vieron cómo sus notas habían sido degradadas por una decisión meramente política.
La selectividad en España no es perfecta, dista mucho de ello, con diferentes exámenes en diferentes comunidades autónomas y que perjudica de manera sistemática a estudiantes de Navarra, Castilla y León y País Vasco, donde a pesar de un esfuerzo mayor, en ocasiones en el examen de selectividad ven cómo tienen que probar un nivel mayor de conocimiento que otras regiones… pero las universidades españolas no eligen de manera subjetiva a los estudiantes, como sí se hace en Reino Unido.
Una de las trabas para entrar en una de estas universidades top son las entrevistas y pruebas de aptitud, o la exigencia de experiencia de trabajo voluntario, requisitos que en muchas ocasiones son facilitados ya por las escuelas privadas, lo que hace que lleguen a las cuotas que ellos deciden. Cuotas políticamente correctas, aceptando a un porcentaje ínfimo de estudiantes de la educación mayoritaria, y que valga para probar que hay un x% de estudiantes de zonas pobres o de determinadas minorías étnicas, que quedarán muy bien en su material de marketing para demostrar una inclusividad falsa.
En Reino Unido acabar una carrera, la que sea, en una universidad de reputación te facilitará entrar muy rápidamente en programas acelerados de graduados y posiciones de dirección sin muchos problemas. También contribuirá a que pases a formar parte de una u otra clase social a la que a veces sin estos estudios no podrás pasar a engrosar, y que para muchos estudiantes es la única vía para subir en la escala social.
Los enchufes de las privadas en España existen, la red de apoyo interna de estas universidades de nombres compuestos también facilita que determinados partidos políticos españoles se llenen con estudiantes (o quizás sea mejor decir pagadores de servicios educativos de “alto” standing) de estas universidades, como pasa en el Partido Conservador británico, pero nunca se ha conocido un fiasco como el sucedido la semana pasada en el sistema educativo de Reino Unido…
Tal ha sido el fiasco, que ayer Boris Johnson agacho las orejas, admitió el fraude (perdón, quería decir error) y dio marcha atrás a su algoritmo... pero otros trucos y trampas seguirán usándose...