La actuación política de los gobiernos está mermando el progreso económico global
En los últimos meses hemos vivido una etapa de máxima tensión en la economía y la política a nivel global. La complejidad del escenario político, así como de las actuaciones que están llevando a cabo los gobiernos de determinados países están causando estragos en la economía global, pues las políticas adoptadas están lastrando los avances y el proceso de expansión económica que estamos viviendo. Según las últimas declaraciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento que está viviendo la economía podría verse muy mermado, de no evitarse aquellas tensiones diplomáticas que lo debilitan. Y es que, como pronosticó el organismo, las previsiones de crecimiento económico para la economía global están sufriendo nuevos reajustes a la baja, debido a la mala situación por la que atraviesa la cooperación internacional.
Esto es algo que realmente a los economistas nos cuesta comprender bastante ante unas previsiones en las que se vislumbra una nueva recesión para el 2020. Como digo, situaciones completamente irracionales que nos llevan a pensar si estos gobiernos, realmente están interesados en el progreso económico global, o lo que le preocupa es, únicamente, vencer esas batallas sensacionalistas con la única satisfacción de salirse con la suya e imponer su opinión frente al resto. Sea como sea, no existe una sola justificación racional que explique la situación que presenta el escenario político y las razones que llevan a estos a adoptar determinadas posturas.
Como hemos comentado, si uno observa el escenario político actual, podemos apreciar estas tensiones en casi todos los territorios que conforman el planeta. La crisis comercial de Estados Unidos con China y el resto de socios comerciales; las tensiones de Reino Unido con la ejecutiva europea en Bruselas; las tensiones de la comunidad catalana con el Gobierno español. En resumen, un sinfín de tensiones que, más allá de los propios sensacionalismos, solo merman el crecimiento y el progreso global.
En una ocasión, hablando con el doctor Julián Pavón, catedrático universitario español, llegábamos a la conclusión de que, actualmente, vivimos una situación y contexto global donde los propios sensacionalismos y las emociones de determinados gobiernos están generando que los propios intereses políticos, primen sobre la racionalidad económica. La política pura y las emociones que impulsan a los políticos están acabando con la cooperación y las acciones que, verdaderamente, nos llevan al progreso económico.
Sinceramente, como digo, es difícil comprender las razones como las que han llevado a Theresa May y el pueblo británico a abandonar la Unión Europea para quedar en el abismo y el desamparo comunitario; o por otro lado y, pese a que su impacto global es más moderado, sería interesante conocer también las razones que, más allá del sensacionalismo y el sentimiento patriótico, llevan a Cataluña a querer separarse de España.
Si observamos el panorama económico, mis preguntas van encaminadas a los shocks económicos que han sufrido los países y que, pese a ello, no han frenado las intenciones de sus dirigentes políticos. En el caso de Estados Unidos y China, uno de los grandes riesgos a los que se enfrenta la economía a día de hoy, estas tensiones están acabando con el comercio internacional, a la vez de acabar con las previsiones económicas que, como he indicado anteriormente, no dejan de sufrir reajustes a la baja debido a estos riesgos de paralización y ralentización del comercio global. Por otro lado, tenemos el caso de Reino Unido, el cual vio como toda la estabilidad de la que gozaba el país, se iba por la borda por la única razón de escapar de un continente que, a diferencia con otros países, le daba una situación ventajosa. Por último, podemos ver el caso de Cataluña, una comunidad autónoma que se enfrenta a una de las peores situaciones en materia económica por un intento frustrado de escapar del país y desquitarse del territorio español a toda costa. Una actuación que le ha llevado a empeorar su rating, así como a perder un gran porcentaje del tejido empresarial por la fuga masiva de empresas.
Como digo, situaciones que, vistas desde el punto más racional, deberían llevarnos a adoptar una serie decisiones totalmente opuestas a las adoptadas y que, sin embargo, seguimos adoptando pese a las desastrosas consecuencias que estas causan al entorno económico. Vivimos una situación donde el escenario político, así como el económico, viven un momento de alta complejidad de resolución. Como digo, estos sensacionalismos no parecen cesar por ninguna de las partes interesadas y están poniendo en peligro todo el trabajo en materia de multilateralismo y cooperación internacional entre los países para lograr un beneficio que mejore la situación de la economía a nivel global. Pese a ello, seguimos prestándole importancia a intereses individuales que no nos dejan ver las verdaderas necesidades del planeta, así como el conjunto de países que lo conforman. Los propios intereses individuales de los países están acabando con el objetivo de desarrollo y de trabajo en común, llevando con ello a mayores desigualdades y a un mundo cada vez menos humanizado.