Juan Muñoz Martín, autor de 'Fray Perico y su borrico': "Estamos educando a los niños como unos malcriados"
El profesor y escritor de 89 años echa la vista atrás para comparar la educación de antes con la de ahora y cuenta cómo conseguía que sus alumnos leyeran.
Juan Muñoz Martín (Madrid, 13 de mayo de 1929) es un profesor de los de toda la vida, pero no un maestro cualquiera: ha sido capaz de conseguir a lo largo de cuatro décadas que los niños lean y que recuerden con nostalgia su libro, Fray Perico y su borrico, que se alzó con el premio Barco de Vapor hace cuarenta años, en 1979. 45 ediciones en 40 años, el libro más vendido de la colección de literatura infantil.
El maestro nunca ha escrito a máquina y mucho menos a ordenador. Todos sus manuscritos están a pluma y mecanografiados, primero por su mujer, luego por sus hijos. Los originales de todos los ‘Fray Perico y...’ son una joya de coleccionista, para enmarcar.
El madrileño —que tiene 89 años y es autor también de títulos como El pirata Garrapata—, ha tenido tiempo más que suficiente para ver cómo han cambiado las generaciones en las aulas y cómo lo han ido haciendo los profesores y la educación al mismo ritmo. Los alumnos leen cada vez menos, una realidad que choca con su época de estudiante: con diez años tuvo que leer y memorizar El Quijote. Ahora, el profesor pone todo su empeño en recordar en una entrevista con El HuffPost: “Con la edad se olvida todo”.
¿Cómo es posible que un libro que se ha convertido en una lectura obligada en los colegios se recuerde con tanto cariño?
Los maestros lo eligen porque parece que tiene mucha acogida... También he sido profesor y he tenido la suerte de presentarme a muchos concursos y ganarlos, y el libro se ha ido expandiendo. Lo que tiene Fray Perico y su borrico lo tienen que decir los lectores. Es muy sencillo, diáfano, tiene mucha actividad y el autor ha sido profesor y sabe lo que le gusta a los niños y lo que les aburre.
Lo que les aburre ahora no coincide con lo que les aburría antes, ¿no?
Cuando yo era pequeño —fue cuando empezó la Guerra Civil, que me pilló en Ávila— era obligatorio leer El Quijote. Hoy en día dirán “estaban locos”. A los 10 años, para el examen de ingreso, había que estar todo el curso anterior leyéndolo. Nos sabíamos prácticamente de memoria el texto, te lo preguntaban en el ingreso. Lo tengo escrito en verso y me lo he sabido, pero luego se olvida... Con la edad se olvida todo.
¿Es más difícil escribir para niños o para adultos?
Para adultos es más difícil, para niños sólo hay que ser sencillo, caer bien, escoger temas fáciles de aprender, alegres, que sean historias fáciles de llevar al teatro... La lectura es la mejor manera de implantar la idea de la literatura en los niños.
Pero captar la atención de un niño tampoco es fácil.
Cada uno tiene una inclinación. A mí captar la atención de los niños se me da perfectamente. Me gusta hacer el ganso. Cuando voy a una clase lo primero que hago es dramatizar los textos porque así entran muy bien y es una forma de ejercer la pedagogía en los niños.
¿Le gustaría ver Fray Perico adaptado a una serie infantil, en televisión?
Sí, cómo no me va a agradar. Hace falta que le agrade al que tenga que ponerlo en marcha. Depende de si ha caído en gracia o no.
¿Cómo empezó a plantearse que podría ser una historia que trascendiera?
Una noche, mi novia y yo —ella escribía a máquina porque yo no sabía, yo siempre lo hacía a pluma—recordamos que a la mañana siguiente acababa el plazo para presentar textos para un premio. Tenía varios cuentecillos, pero se requería un texto más extenso. Cogí tres o cuatro que tenía y me inventé la historia de un árabe que quería atravesar el desierto. Cada una de las condiciones que el protagonista necesitaba para hacerlo era un cuento de los que yo tenía y pude amalgamarlo esa noche. Fuimos corriendo a presentar el texto y pasó el tiempo y... ¡premio! La literatura siempre me ha encantado, más que las matemáticas y la ciencia.
Así que todos sus manuscritos están escritos a pluma.
Sí, yo solo he escrito a pluma. A máquina era mi mujer y luego mis hijos.
¿Qué falla en los colegios para que cada vez interese menos la lectura?
La forma de pensar es diferente, va cambiando poco a poco. En 1936, como te decía, exigían haber leído El Quijote y hoy en día se permiten muchas faltas de ortografía... antes no se permitía ninguna.
¿No es un error que obliguen a los jóvenes a leer libros densos, difíciles de asimilar a ciertas edades? Por ejemplo, Fortunata y Jacinta a los 16 años.
Sí, pero si se elige será de una manera muy pensada, creyendo que hay que poner ese obstáculo. Lecturas difíciles pero muy sugestivas. Quienes tienen que pautarlo en cada momento piensan de diferente manera.
Si estuviese en su mano elegir un libro para que un joven se aficionara a la lectura, ¿cuál sería?
Es difícil (que se aficionen) porque cuando se elige determinado texto debe ser complejo. En cada momento puede ser uno u otro. Más que de exigir se trata de saber qué madurez ha alcanzado gracias a que, quizás, ha tenido que leer determinado libro.
Tendrá algún autor predilecto.
Juan Ramón Jiménez. Es muy lírico, parece muy sencillo pero a la vez no lo es.
¿Y qué opina de los fenómenos bestseller?
Que son muy respetables. Si se alcanza (ese número de ventas) es por algún motivo, a no ser que tengan una recomendación muy especial.
Si tuviese que volver a escribir hoy Fray Perico, ¿el personaje sería un fraile?
Un fraile o cualquier otra cosa. Tengo diversas fórmulas y ahora podría elegirlo o no. Tengo muchos Fray Pericos, puedo seguir escribiéndolos. El personaje es grato y se colecciona.
¿Qué le motivó a escribirlo?
Mis hermanos y yo teníamos una academia en la calle Toledo, cerca del mercado de la Cebada. Mi madre, que también era maestra, enfermó y se la llevaron a Zamora y tuve que hacer de tripas corazón y quedarme como director, aunque yo no quería. Cuando llegó la Navidad puse un nacimiento muy llamativo para que la gente entrara y conociera la academia y entró un inspector de educación que me dio un regalo por ello: un libro sobre San Francisco. Me hizo mucha gracia el fraile y me puse a escribir una narración. Fue sobre el año 50.
¿Pasaron 30 años hasta que se publicó?
Sí, yo ya era profesor de Lengua en un colegio muy cercano a la calle Bravo Murillo, a la altura de Estrecho (Madrid). Tuvo mucha repercusión en ese colegio. A la editorial SM le gustó y lo editaron.
Daba clase en un colegio ya en los años ochenta. ¿Qué diferencia a las clases de entonces con las de ahora?
Depende del profesor. Cada uno tiene sus características. Entonces se tenía mucho rigor en los colegios, independientemente de que fuera privado o público. A los privados iban mucho los inspectores. Estuve trabajando en el colegio Calasancio, que era de frailes. Incluso di clase al hijo de Juan de Ávalos y Taborda, el escultor del Valle de los Caídos, y era de los primeros de la clase. Un día me enfadé con él y lo coloqué el último y vino el inspector, le preguntó a ver lo que sabía y lo bordó. Antes había más control, más seriedad, más rigor.
¿Estamos educando a los niños en una burbuja?
Malcriados, se puede decir. Hay que protegerlos para lo que hay que protegerlos, pero para que no estudien o no hagan las tareas es otra cosa diferente...
Lo de las tareas es el eterno debate. ¿Cree que los deberes son necesarios o que, como dicen muchos padres, el tiempo fuera del colegio es para jugar?
Claro, estoy a favor. Los deberes quieren decir que el niño es responsable de su trabajo cuando llega a casa, aunque le ayuden o tenga clases particulares. Tal vez en el colegio estén jugando (ríe), depende del profesor, pero creo que en el colegio tienen que formarse. Antiguamente se llevaba con rigor porque había puestos (una clasificación), los ponías en rueda y todos los días se preguntaba y competían por ser el primero de la clase.
¿Qué le gusta de la literatura actual?
Leo muy poca literatura actual porque no tengo tiempo. Voy a las librerías, pido recomendaciones y me pongo al día. Hay mucho donde elegir y siempre hay cosas nuevas. Pero vamos, mejor que lo tuyo (mis libros) no hay (ríe). Hay mucho que leer y mucho que elogiar.
¿Cuál es el último libro que ha leído?
Casi todos son libros míos porque estoy dedicado a ello únicamente y no tengo tiempo... Voy a colegios a dar charlas, en un coche que te lleva de aquí para allá. Voy a muchos pueblos y en casa no me pongo de censor, voy a que me censen a mí.
¿Y el primero?
El Quijote dichoso. El Quijote primera y segunda parte es una cosa seria.