Héroes de nuestra democracia
Hoy, 11 de marzo, es el día en el que estamos obligados a recordar a todas las víctimas del terrorismo.
España fue una de las primeras democracias occidentales que sufrió la brutalidad del terrorismo yihadista, causante el 11 de marzo de 2004 de 192 víctimas mortales y de cerca de 2.000 heridos.
Hoy se cumplen 17 años de aquella tragedia que nos hizo comprender y dimensionar la enorme capacidad destructiva de un terrorismo que, aunque en 1985 ya había sido el causante del atentado contra el restaurante El Descanso con 18 víctimas mortales, nunca antes se había manifestado con tanta virulencia en nuestro país. Posteriormente, en 2017 llegarían los atentados de Barcelona y Cambrils, que se cobraron la vida de 16 personas. Sirvan estas líneas de recuerdo para los 286 españoles que han perdido la vida en atentados yihadistas dentro y fuera de nuestras fronteras.
Aquel 11 de marzo marcó un antes y un después en la conciencia de la lucha contra el terrorismo de los países de la Unión Europea. El horror y la consternación que sufrimos los españoles encontró la solidaridad de todos los países de la Unión. Una de las primeras muestras de ese espíritu fue la aprobación por el Parlamento Europeo del Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo.
La mayor parte de nuestros socios europeos también han padecido ataques y son múltiples las hojas del calendario teñidas por la sangre de dolorosos atentados. Hoy es la fecha elegida para recordar y honrar a todos aquellos que sufrieron directamente la brutalidad terrorista.
Por desgracia el terrorismo que protagoniza el ISIS continúa siendo una grave amenaza para nuestra convivencia diaria. Es un terrorismo global e indiscriminado, dispuesto a actuar en cualquier momento y en cualquier lugar, y que, en su intención de seguir siendo relevante, pretende seguir golpeando a la comunidad internacional, en una clara estrategia de aterrorizar a la población para que el miedo contribuya a la propagación de sus objetivos.
Todos debemos implicarnos en un firme compromiso, nacional e internacional, en contra de los planteamientos extremistas que han convertido al yihadismo en una realidad difícil de combatir. También las víctimas, porque no podemos permitir que ninguna forma de terrorismo ponga de nuevo en peligro nuestra convivencia en paz y en libertad.
Las víctimas del terrorismo son los héroes de nuestra democracia. Son quienes sufrieron las consecuencias directas de una violencia dirigida a doblegar el Estado de Derecho que nos protege y nos ampara. Son el precio que han pagado los países democráticos por no doblegarse a las pretensiones de los fanáticos.
Por eso su testimonio de dolor y superación, su respeto a los valores de nuestro ordenamiento jurídico y su lucha por la justicia, convierten a las víctimas en una herramienta fundamental para evitar que la violencia ejercida en nombre de cualquier tipo de fanatismo pueda llegar a tener justificación.
Como dice Umberto Eco, “el fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente, sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo”. Y nadie mejor que las víctimas para contrarrestar esa pretensión de los asesinos.
Hoy, 11 de marzo, es el día en el que estamos obligados a recordar a todas las víctimas del terrorismo y a renovar con ellos el compromiso de mantener su memoria y el relato veraz de los hechos, de garantizar su dignidad y de velar porque en todos y cada uno de los casos de terrorismo se haga justicia. Se lo debemos.
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