Feliz semana Internacional de.... las generaciones 'pagacrisis'
Somos quienes volvemos a pagar otra crisis económica y social sin haber salido, ni de lejos, de la deuda de la crisis anterior.
Cierto. Los jóvenes hemos sido irresponsables. Es difícil justificar la falta de compromiso social en esta “crisis COVID” que hemos tenido.
Pero también hay que recordar que, dentro de nuestra irresponsabilidad, somos quienes volvemos a pagar otra crisis económica y social sin haber salido, ni de lejos, de la deuda de la crisis anterior. Nos han metido dos hipotecas sin tener una nómina para afrontarlas.
El sector juvenil ya no sólo abarca desde los 16 hasta los 30, se extiende muchísimo más. Ahí existe una generación bailando la conga que se ha quedado descolgada en una fina cuerda, una soga que parece el equilibrio entre llegar a fin de mes o pedirle dinero a los padres con la cabeza agachada mirando al suelo... para no caerse, de la cuerda claro.
A l@s jóvenes, nos han llamado de todo, como si no hubiéramos hecho nada:
“Ninis”, “Millenials”, “Generaciones narcisistas”, “Generación Y”, “Generación impaciente”, “La del postureo a todas horas en Instagram” y cualquier otra cosa que suene a no dar un palo al agua. Sin embargo, a todos los jóvenes nos une un mismo identificativo, el de “Generación engañada”.
Dicen de nosotros que nos han dado todo masticado, y que estamos muy mal acostumbrados. Sin embargo, para dirigirse a nosotros deberían recordar también que hemos sido los grandes damnificados de una crisis que no creamos, la generación del eterno estudio, de la eterna dependencia, la generación que sueña con emanciparse.
Se nos prometió y se nos dijo en reiteradas ocasiones que estudiáramos, que nos formarámos, para no depender de ningún “hombre”, para aspirar a tener un trabajo digno, con una remuneración digna. Y nosotr@s estudiamos: grados, másters, licenciaturas, diplomaturas, idiomas... y cualquier otro invento que se ha creado para darnos la sensación de una falsa estabilidad futura. Una vida digna. Pero esa palabra en el diccionario de la juventud no existe. Pensión y estabilidad son una utopía para los jóvenes.
Y nosotr@s cumplimos y estudiamos... y esa inversión también fue de nuestros padres/madres y nos hemos visto en una verdadera crisis generacional mucho mayor que una crisis financiera... esa crisis inmobiliaria de la que tanto se habló... es calderilla comparado con esto. Porque lo de los jóvenes fue mucho peor. No sólo perdimos dinero, perdimos también ilusión, paciencia, sacrificio. Fuimos la generación peor parada en la cola del paro.
Se nos engañó por todos lados... La generación más preparada, pero... ¿Preparada para qué exactamente?
Sinceramente, hoy hay poco que celebrar porque... ¿qué celebramos? ¿Los datos del paro juvenil? Más del 50%: 2 millones de jóvenes en este país están en situación de pobreza. El 80% de los jóvenes de menos de 30 años están sin una vivienda en propiedad debido a su insignificante poder adquisitivo. Y al 90% le es imposible ahorrar.
¿Qué hipoteca van a pagar si casi no se pueden costear la cuota de autónomo?
Este sistema es bastante incongruente. Y utiliza a los jóvenes para alimentar su incongruencia: Quiere gente joven preparada y cualificada, pero no en exceso para poder pagarle una basura. Quiere emprendedores pero les da una palmadita de “suerte en el camino”. Va a ser largo y duro. Amancios Ortegas sólo hay uno. Quiere sostener el sistema inmobiliario con la venta de viviendas dirigida a las nuevas generaciones, pero con salarios precarios que no les permiten ahorrar para adquirir dichas viviendas, sino luchar por poder vivir al día, que ya es un decir.
Y quiere que l@s jóvenes ahorren para que se puedan pagar sus pensiones porque a la hucha del cerdito sólo le quedará polvo dentro de 30 o 40 años. Definitivamente, este sistema trata a las generaciones jóvenes como si fueran estúpidas, no les tiene respeto y las subestima. Y cuando deciden coger la maleta e irse, se lamenta su marcha y dicen “echarl@s de menos...”.
Los jóvenes se han acostumbrado a la eterna vuelta a casa de sus padres o el vaivén laboral entre explotación y explotación en esos nidos de falsos autónomos que se han convertido algunas empresas. Entonces, ¿qué celebramos?
Celebramos la enorme frustración de que las generaciones más formadas de la historia estén literalmente matándose por ocupar una plaza entre miles de candidatos en alguna oposición, o bien celebrar el poder dar las gracias por estar como falsos autónomos en algún lugar en el que probablemente tendrán que tragarse un sinfín de horas extras no remuneradas para intentar subir algún escalón que termina repitiéndose cual efecto mariposa.
¿Celebramos la costumbre que tienen esas generaciones de vivir en un eterno devenir entre hora extra no remunerada... y dos o tres trabajos precarios diarios?
¿Qué celebramos exactamente? ¿Que a los jóvenes ya no se les necesita para defender al resto de la tribu, sino para cargar con un sistema insostenible?
Sin embargo, hay una cosa que sí se puede celebrar. Y es que esa juventud engañada, paradójicamente, es la que tiene temblando a los poderes fácticos con sus campañas contra el cambio climático, exigiendo que el planeta no es un préstamo de sus padres, sino que es una herencia de sus hijos.
Los jóvenes saben, que si el planeta fuera un banco, ya lo habrían rescatado. Lo que esos poderes parecen no saber, es que aunque sí había caja B, no hay planeta B. Y que los jóvenes se den cuenta, al sistema le ha fastidiado. Tanto es así que la palabra sostenibilidad se ha convertido en una broma en las manos de los departamentos de marketing de las empresas. Básicamente, porque el capital no se puede permitir el lujo de que l@s jóvenes empiecen a darse cuenta de que el planeta grita que tiene fiebre. Y recuerda algo; el capitalismo se disfrazará de lo que haga falta con tal de asistir a los carnavales, aunque odie la temática. Es experto en adaptarse a las corrientes y al presente, porque ya está bastante cuestionado como para permitirse quedarse obsoleto.
Pero en esta ocasión se ha topado con algo inesperado. Una JOVEN sueca que iba todos los viernes del año a ponerle paños tibios para bajar esa fiebre (al planeta). Y está armando ejércitos de jóvenes con paños tibios. Que bajarán la fiebre a un planeta enfermo.
Yo creo en jóvenes como Greta Thunberg, Anuna De Wever y Kyra Gantois. Creo en esa generación que no quiere unas prácticas abusivas ni currar 3.000.000 de horas extras no remuneradas (dato oficial en España).Esa juventud, lo primero que quiere es que le dejen un planeta. Y lo último que pide es mendigar una beca-prácticas (también llamada explotación laboral legalizada).
Creo en esas generaciones que no quieren que les den una palmada en la espalda y les digan que las cosas irán mejor. Como si el futuro fuera un hecho.
Porque esas generaciones son mucho más que la de los selfies en Instagram, son mucho más que los creadores de Tinder y de Facebook, o cualquier startup de sello digital que escuches. Porque si queremos y nos lo proponemos, nosotr@s, l@s jóvenes, cambiamos el mundo.
Es cierto que con las nuevas políticas en gran parte del territorio hay esperanza, pero es indudable que hemos crecido con la falta de políticas eficientes para este grupo poblacional. Como si no existiera. Como si l@s jóvenes no hubieran parido el 15-M... como si no hubieran callado a todo aquel que subestimó el poder que ustedes tienen. Jóvenes, que nadie les haga dudar de su valía para realizar grandes cosas... el 8-M se hizo imparable con ustedes, la Ley Wert la tumbaron ustedes en las calles y el #Fridaysforfuture va encaminado a ser una ola de esperanza verde.
Lo sabemos bien. El ruido no se hace con comentarios en Facebook, la historia se cambia en las calles, que es donde les tienen miedo.