¿Es útil la ropa con protección solar?

¿Es útil la ropa con protección solar?

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Seguro que has escuchado a más de un pediatra decir: “Los niños pequeños, mejor con manga larga para que así estén más protegidos del sol”.

Sin embargo, ¿os habéis preguntado si vale cualquier prenda? Y si se moja, ¿protege lo mismo? Y el color, ¿influye elegir ropa clara o ropa oscura? Y las prendas que anuncian a bombo y platillo que tienen protección solar, ¿son realmente efectivas?

En Dos pediatras en casa ya hemos hablado de los protectores solares y del efecto del sol en la piel de los niños, pero se había quedado en el tintero un post sobre la protección que nos ofrece la ropa. Así que vamos con ello para que podáis mantener al sol a raya durante todo el verano.

Si preguntásemos a un dermatólogo cuál es la mejor manera de evitar los efectos negativos del sol, seguramente diría que metiéndonos en una cueva y no saliendo nunca de ella. O lo que es lo mismo, recibiendo la menor cantidad posible de radiación solar a lo largo de nuestra vida. Es muy probable que no le falte razón, sin embargo, tanto los niños como los adultos tenemos que hacer cosas en nuestro día a día que implican salir a la calle, como ir a trabajar, hacer la compra, viajar o ir a buscar a nuestros hijos al colegio. Esto, si cabe, es más frecuente en los niños pequeños ya que suelen pasar varias horas al día realizando actividades al aire libre.

La ropa es una de las medidas más efectivas que se conoce para evitar que el sol llegue a la piel. Porque todos sabemos que a los rayos del sol les cuesta más llegar a la piel si llevamos puesta una prenda de ropa. Es tan evidente que hasta existe la expresión moreno obrero para hacer referencia al bronceado que adquieren las personas que trabajan al sol. Seguramente por esto, los bereberes del desierto van vestidos desde la punta de la cabeza a los pies, por mucho calor que haga, con la intención de evitar en la medida de lo posible la exposición al sol.

Y aunque todos los tejidos bloquean en parte los rayos del sol, no todos son igual de efectivos para impedir que la radiación ultravioleta —la que es responsable de la mayoría de los efectos dañinos del sol— llegue hasta nuestro cuerpo y ejerza sus efectos nocivos.

Empecemos por lo más lógico de todo: si la prenda es de manga larga, mejor. Parece una tontería, pero siempre va a ser mejor una camiseta o un pantalón de manga larga en vez de unas bermudas si en lo que estamos pensando es en protección solar. De forma similar, es preferible un gorro o sombrero de ala ancha que una gorra, ya que los primeros dan más sombra en la cara y en el cuello, que las segundas.

Pero ojo, algunas telas son mejor que otras. Seguro que tenéis por casa alguna camiseta a la que tienes mucho aprecio de cuando erais adolescentes que si la ponéis al trasluz deja ver lo que hay detrás. Todo lo contrario pasa con la ropa fabricada con tela vaquera, que es muy tupida y deja pasar peor la radiación ultravioleta.

Fijaos si puede haber diferencias entre unas telas y otras que los australianos introdujeron en 1996 una forma de clasificar y medir la protección que ofrece una prenda y que, actualmente, se ha estandarizado a nivel mundial. Es lo que se conoce como UPF: ultraviolet protection factor.

En 1996 los una forma de clasificar y medir la protección que ofrece una prenda y que, actualmente, se ha estandarizado a nivel mundial

Como decíamos, hace mas de 30 años la Agencia Australiana para la Seguridad Nuclear y Protección contra la Radiación propuso un test estandarizado para clasificar la cantidad de radiación solar ultravioleta (la que provoca más daños en la piel) que una prenda es capaz de bloquear.

Todas las telas tienen cierto grado de UPF, sin embargo, solo las prendas que en su etiqueta indican que protegen contra el sol con un UPF concreto han sido testadas para conocer cuál es la cantidad exacta de radiación que consiguen bloquear. Además, para que se incluya este grado de protección en su etiqueta, la marca que las ha diseñado debe presentar los estudios que avalen la cantidad de UPF que dicen poseer antes de salir a la venta.

El UPF indica cuánta radiación solar es capaz de bloquear una tela. Por ejemplo, 50 UPF significa que dicha prenda deja pasar hasta la piel la cantidad 1/50 de radiación solar, lo que representaría un 2% de toda la radiación que llega hasta el tejido. De forma similar, una prenda con 30 UPF dejaría pasar 1/30 de radiación y una prenda con 5 UPF dejaría pasar 1/5 (es decir, un 3,3% y un 20% respectivamente).

Según el UPF, una prenda puede clasificarse como:

  1. Buena protección si posee 15 a 25 UPF,
  2. Muy buena protección si cuenta con 25 a 40 UPF, y
  3. Excelente protección con 40 UPF o más.

Esta unidad de medida sería algo parecido a los SPF de las cremas de protección solar, aunque estas últimas hacen referencia a cómo de protegido está la persona que se aplica el protector, si se compara con alguien que no se hubiera aplicado crema. En definitiva, cuanto mayor UPF o SPF, mejor.

Hoy muchas prendas informan de cuál es su UPF, sin embargo, no es obligatorio y tampoco es necesario

Seguro que ya os habéis agobiado pensando en qué UPF tendrá la camiseta de vuestros hijos, su gorro, la capota del carrito o la sombrilla de la playa. Y es verdad que muchas prendas de hoy informan de cuál es su UPF, sin embargo, no es obligatorio y tampoco es necesario.

Está claro que conocer el UPF de una prenda que utilicemos para ir a la playa, como una de esas camisetas técnicas para niños o una sombrilla, está muy bien pero no es imprescindible. De hecho, la gran mayoría de la ropa que usamos no incluye esta información en su etiqueta. ¿Os imagináis los uniformes del colegio informado de los UPF? No parece que tenga mucho sentido.

Lo que sí es conveniente es que la ropa que va a utilizar un niño cuando va a pasar mucho tiempo al sol (ropa deportiva, ropa para la playa, ropa para el campo…) sea de las que proporciona una excelente protección. Por el contrario, para la ropa de diario no merece la pena volverse loco buscando el UPF de cada prenda.

En todo caso, podemos seguir una serie de consejos para que las prendas proporcionen mayor protección. En este sentido es importante tener en cuenta estas indicaciones:

  1. Las prendas sintéticas (poliésteres, licra, nailon…) protegen mejor que las prendas de algodón.
  2. Las prendas brillantes, como la seda, reflejan más sol que las fabricadas con materiales mates, como el lino.
  3. La densidad del tejido influye en su efectividad para reducir la exposición al sol. Por ejemplo, una camiseta de algodón deja pasar más radiación que una prenda con tela vaquera, aunque esta sea de algodón.
  4. Si una prenda queda muy estrecha pierde capacidad de bloquear la radiación solar.
  5. Si una prenda se moja, en ese momento su protección es menor.
  6. Las prendas de algodón mejoran su UPF intrínseco si se lavan dos o tres veces al comprarlas ya que suelen encoger.
  7. Los colores oscuros bloquean más radiación que los colores claros.
  8. Dentro de un mismo color, la tonalidad brillante bloquea más radiación que la tonalidad apagada.
  9. La ropa desgastada y descolorida protege peor que la ropa nueva.

Ahora que ya conocéis qué son las prendas con UPF y cuáles de las que no tienen este certificado protegen mejor del sol, hay que llevarlo a la práctica. No parece que tenga mucho sentido que toda la ropa de vuestros hijos esté certificada con UPF, de hecho, sería imposible.

Sin embargo, ciertas prendas que van a usar durante el verano cuando estén mucho tiempo al sol (las camisetas para jugar en la playa o la piscina…) merece la pena comprarlas sabiendo cuál es su UPF. Y algo siempre necesario, en aquellas áreas del cuerpo que no estén cubiertas por ropa hay que aplicar protección solar.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog Dos pediatras en casa

 
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