¿Eres un robot?
Quienes pasamos tiempo en el mundo online estamos ya tan habituados a enfrentarnos a la pregunta en cada CAPTCHA que nunca reparamos en que suena a cosa de ciencia ficción. Internet está tan atiborrada por robots que, de cuando en cuando, se nos pide que confirmemos que somos humanos. De hecho, en 2016 la mayor parte del tráfico web fue por bots y no gente real.
Algunos de estos bots son conocidos y benignos, como los de Google, que acceden a los sitios web para recolectar información que luego aparece en los resultados de búsqueda, mientras que otros son "malos", que exploran la web en busca de vulnerabilidades. Pero los que más me interesan son un grupo especial, los que fueron creados con el propósito específico de hacerse pasar por humanos.
Inadvertidamente, estamos interactuando cada vez más a menudo con agentes automáticos en lugar de gente real y leyendo contenido que ha sido producido automáticamente y diseñado de manera tal que aparenta ser contenido creado por usuarios. La razón de esto es clara: somos seres sociales. Nos gusta socializar y somos mucho más fáciles de convencer cuando interactuamos con gente.
No sólo eso; somos mucho más fácilmente manipulados cuando socializamos. De acuerdo al principio de la "prueba social", uno de los seis principios de la persuasión de Robert Cialdini, somos mucho más propensos a adoptar una idea si sabemos que mucha gente ya la ha aceptado, y mucho más propensos a rechazarla si sabemos que mucha gente la ha rechazado. En otras palabras, tendemos a adaptarnos a la opinión generalizada.
Hay otra razón por la que creamos bots. Nuevos emprendimientos, especialmente en el campo de las redes sociales, siempre enfrentan un gran problema en su ruta hacia el éxito: ¿cómo hacer que este nuevo servicio sea popular? Si no tenemos usuarios, no tenemos contenido. Si no tenemos contenido, no atraemos usuarios. El dilema del huevo y la gallina. Varias compañías conocidas del mundo tecnológico, como Reddit y Paypal, han resuelto este problema inicial creando usuarios falsos y contenido falso. Lo que parece popular se vuelve atractivo, tanto para usuarios como para inversores. La táctica es tan común que un episodio completo de la serie Silicon Valley ("Daily Active Users") está dedicado a esta treta.
Sitios web y apps de citas online han usado y siguen usando esta táctica desvergonzadamente, siendo uno de los casos más icónicos y resonantes el de Ashley Madison, pero no el único. Crear perfiles falsos es un método eficiente para generar ingresos a partir de usuarios ingenuos que pagan una suscripción mensual para contactar bots "atractivos y solteros" en su área.
Las compañías no sólo falsifican sus usuarios sino también su audiencia en redes sociales. No hay audiencia que no pueda ser simulada, y pueden encontrarse opciones para todos los gustos: seguidores para Twitter e Instagram, fans para Facebook, reproducciones para videos en YouTube y más. Interacciones como retweets y likes también pueden ser simuladas y compradas.
Como si esto no fuese suficiente, los chatbots se están volviendo cada vez más eficientes en su destreza para interactuar en conversación pretendiendo ser humanos. Generalmente interactuamos con chatbots en conversaciones breves cuando accedemos a chats de soporte de sitios web. La razón detrás de su popularidad es obvia: son más baratos y más rápidos que una persona real y pueden lidiar con un número ilimitado de clientes en simultáneo.
La habilidad de simular consciencia no es un paso menor en el progreso tecnológico. Es considerado por muchos un hito en el desarrollo de la inteligencia artificial (el famoso "Test de Turing"). Si bien existe aún mucha polémica acerca de cuán cerca o lejos estamos de reproducir la experiencia completa de interactuar con una consciencia por medios artificiales, los agentes automatizados están ya entre nosotros, y una y otra vez nos hacen creer que hay un ser humano cuando en realidad se trata de software.
En este escenario, no debería sorprendernos que en el futuro próximo seamos nosotros mismos quienes preguntemos a otros al navegar, cada vez con más frecuencia, "¿eres un robot?".