Borràs: "Los indultos reparan una injusticia, pero no son una solución política"
Entrevista con la presidenta del Parlament de Cataluña: "Los pasos los tiene que dar el Estado español".
Finales de septiembre del año pasado. Sesión de control en el Congreso. Laura Borràs (Junts) pregunta al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo... y salta la bomba informativa: arranca la tramitación de los indultos. Nueve meses después, los presos independentistas ya están en la calle. Una de las medidas políticas más arriesgadas que se recuerdan en décadas.
Borràs es hoy la presidenta del Parlament de Cataluña y recibe a El HuffPost en su despacho para analizar lo que está pasando, con una mascarilla en la que se lee “República Catalana” y “1-O”. Este perdón lo ha recibido con alivio personal por lo que supone para los encarcelados y sus familias, pero sostiene que no se trata de una solución política. “El conflicto sigue vivo”, advierte durante la entrevista, para reafirmarse en que sólo se solucionará poniendo las urnas y con la promesa de que el Gobierno acepte el resultado.
Además, asevera: “Los pasos los tiene que dar el Estado español”. No obstante, cree que hablar ahora de un referéndum pactado es una “quimera”, por la actitud del Ejecutivo central. Con otra reflexión: la reacción del PP, Vox y Cs era “previsible y humanamente miserable”.
¿Qué le han parecido los indultos aprobados?
Los he recibido con la alegría que representa ver salir a personas que nunca deberían haber entrado en la cárcel. Es un acto de reparación de esa injusticia, pero al mismo tiempo los he vivido con esta especie de doble moral con la que se está gestionando esta cuestión. Vienen envueltos de un ambiente de concordia y de magnanimidad que no es tal. Se concedieron casi en tiempo de descuento y con la presión de saber que el informe aprobado en el Consejo de Europa era especialmente demoledor en términos de calidad democrática y de garantías jurídicas en el Estado español. Es lo que hemos estado diciendo siempre. Muchos de los que han salido tienen otra cita el día 29 el Tribunal de Cuentas. Los indultos llegan porque debían de llegar. Y me siento muy concernida porque fue en septiembre a respuesta de una pregunta que formulé en el Congreso…
Al ministro Juan Carlos Campo…
Exacto. El ministro dijo “esos indultos que le interesan tanto los vamos a gestionar a partir de la semana que viene”. Esa semana se han convertido en nueve meses. ¿Y qué se ha gestado en ese tiempo? Ese cambio de posición, al menos pública, del PSOE, que pretende hacer valer que hay una determinada magnanimidad cuando en realidad vemos que la ofensiva judicial sigue, más virulenta que nunca. No deja de ser una consecuencia de toda esa labor internacional que se ha hecho por parte de los tribunales alemanes, belgas, y ahora el Consejo de Europa. Es curioso que aparezcan voces que dicen que el Consejo de Europa no es la UE. Por supuesto que no, es más antiguo que la Unión, forman parte 47 países y es un referente inexcusable en materia de derechos humanos. Es evidente que el informe es relevante. Por lo tanto, he vivido los indultos con esta especie de sensación de que no es oro todo lo que reluce, pero, en cualquier caso, ellos están fuera de la cárcel y solamente eso ya es importante en la medida que se repara una injusticia.
¿Ayudarán los indultos a rebajar la tensión en Cataluña?
No sé si ayudarán, lo que creo es que en España se ha alterado todavía más la cuestión y se ha polarizado más, si cabe. No sé si aquí es una cuestión de rebajar, porque aquí mayoritariamente el sentir de la ciudadanía es a favor de que no hubiera presos políticos. Lo que hay es una sensación de alivio si acaso por esta cuestión más humana, por los presos y sus familias, pero políticamente la cuestión continúa estando en el ahora qué de Pedro Sánchez y su Gobierno: si van a ser un gesto aislado, si ha sido simplemente para cubrir el expediente o ver qué va a hacer. ¿Se va a sentir directamente interpelado por ese informe del Consejo o no? ¿Van a seguir en contradirección y diciendo que son los otros? La incógnita está más en este sentido que en Cataluña. Hay casi total unanimidad de bien está que estén fuera.
Desde La Moncloa se dice que el siguiente paso lo tiene que dar el independentismo, también lo señala el señor Illa. ¿Lo tiene que dar el independentismo? ¿Y qué paso sería?
Siempre quedo sorprendida de la manera en la que se espera siempre que sea el independentismo el que tiene que hacer gestos y pasos. Se ha sostenido por parte del unionismo que no eran presos políticos. Ahora se ha visto que son presos políticos. Los principales periódicos españoles titulan con “volverán a hacerlo”, “no se arrepienten”. Querían inhabilitarnos políticamente. Si hacer política independentista no es un delito, ¿por qué estaban en la cárcel? Salen y lo que les preocupa es si van a continuar perseverando en un objetivo legítimo. Los pasos, en cualquier caso, los tiene que dar el Estado español porque esto que ha tramitado le toca hacerlo. Tenían que tramitarlos, y en tiempo y forma estábamos fuera de plazo. Lo que han necesitado es este giro copernicano que han hecho en las filas del PSOE para poder acomodar esa necesidad de que el informe del Consejo de Europa y la presión internacional ya les pillaba con los presos fuera de la cárcel.
Pero los pasos los tiene que dar el Estado español si quiere resolver el conflicto políticos. No vamos a dejar de ser independentistas ni de perseverar en nuestras reivindicaciones porque hayan salido los presos de la cárcel. Por lo tanto, el conflicto sigue vivo, el exilio continúa, la represión. La ofensiva del Estado respecto al independentismo continúa. Lo que debe hacer el presidente es ver cómo se busca una solución política. Los indultos no lo son, reparan una injusticia, pero no son una solución política. El conflicto político sigue vivo y abierto en esos otros frentes. Lo que habrá que ver es qué voluntad política tiene verdaderamente de negociar una solución al conflicto.
¿Esa solución pasa para usted por la amnistía y un referéndum pactado como han dicho Aragonès y Junqueras?
Por la amnistía sí como primer punto. Es decir, no los indultos. Si se hubiera querido gestionar una solución política, la amnistía era el escenario para poder hacerlo porque es el primer movimiento. El Estado español tiene que reconocer en algún momento que la solución va a pasar por escuchar a la ciudadanía. Tenemos la mayoría absoluta, lo que significa que la sociedad catalana busca esa salida hacia esos anhelos de libertad. Pero el referéndum es el punto de partida de la situación en la que nos encontramos ahora. Nosotros ejercimos el derecho de autodeterminación, votamos que queríamos ser un Estado independiente en forma de república, y el Estado reaccionó con toda esa violencia que no ha abandonado.
La mejor manera de solucionarlo, como lo tienen los estados verdaderamente democráticos, es consultando a la ciudadanía, escuchando lo que quiere, y comprometiéndose a aplicar el resultado. Para eso necesitas que el Estado sea como Reino Unido o Canadá. El Estado español el único proyecto que tiene es el de la represión, no hay otro. Y se nos piden gestos y que pasemos página. No pasaremos página de todo el dolor que se ha infligido y de la no búsqueda de una solución que pueda contribuir a que no haya más dolor en todos los sentidos. Amnistía como punto de partida y ejercicio del derecho de autodeterminación en la forma de referéndum. Eso, en este momento, es absolutamente impensable para el Estado español. Si se busca una solución al conflicto, esa respuesta pasará por escuchar a la ciudadanía. Esto democráticamente se soluciona poniendo las urnas.
Estuvo en el Congreso y conoce muy bien la política nacional. Es consciente de que es un paso arriesgado por parte de Pedro Sánchez y puede restarle votos en el resto de España. ¿Cree que está siendo valiente?
Esa valentía es cuando uno hace algo porque están como empujándolo y lo quiere vestir como si fuera un gesto del que estuviera absolutamente convencido. Creo que para que fuera valiente tendría que sentarse a hablar de amnistía y autodeterminación, entonces sí sería valiente. Pero tanto la vicepresidenta Calvo como él han dicho que ni la amnistía cabe en la Constitución y que el Estado no reconoce el derecho de autodeterminación. Por tanto, se llega a los indultos por presión y no por convicción. Para hacer política se necesita un político valiente y que quiera asumir esa responsabilidad. Ha querido envolverlo y cerrar filas internamente sabiendo que existe esa presión europea. Sin la presión europea, no creo que el PSOE se hubiera expuesto a tener un castigo electoral por algo que en el Estado español no es popular ni lo que desearía la ciudadanía en su mayoría, que es conceder perdón a quienes ellos consideran, poco menos, que monstruos independentistas. Creo que Sánchez está queriendo jugar ese juego de hacerse pasar por el valiente que lleva a cabo la decisión escondiendo que llega por la presión europea. Si verdaderamente fuera valiente y quisiera resolver el conflicto, se sentaría a hablar para ponerle una solución política. Esto ha sido una solución individual para nueve personas y sus familias, pero no resuelve el conflicto político.
Habla de escuchar a la ciudadanía, el PSC -el partido más votado en Cataluña- apuesta por consultar, pero un acuerdo de profundización del autogobierno dentro de la Constitución y de las leyes. ¿Es insuficiente para usted?
Es que esto significa volver atrás más de diez años. Es decir, cuando la ciudadanía de Cataluña, a partir del recorte del Estatut, hace este cambio, es imparable (elección tras elección el independentismo gana). Esa es la realidad en Cataluña, el independentismo no ha dejado de sumar apoyos. Volver a hablar de un nuevo Estatut y de autogobierno es manifiestamente insuficiente cuando uno aspira a ser un Estado. Ahora estamos hablando de los fondos Next Generation como si fueran un maná del cielo europeo, pues 16.000 millones de euros es en lo que se cifra el déficit fiscal de Cataluña en España. Imagínese, después de una pandemia, cómo nos podemos reafirmar más que antes en la importancia de tener capacidad de decisión y poder gestionar tus propios recursos. Durante la pandemia lo vimos, el Estado español fue tarde siempre. Por lo tanto, si Torra hubiera tenido más capacidad de decisión, se hubieran salvado más vidas en Cataluña. Ya pedía el estado de alarma antes, ya pedía el cierre de puertos y aeropuertos mucho antes. La centralización de material fue nefasta para una Sanidad descentralizada.
Está en el puesto clave del Parlament como presidenta. Es la clave de bóveda institucional. El independentismo apuesta por ese referéndum pactado, como han defendido Pere Aragonès y Jordi Sànchez. ¿Descarta que veamos bajo su Presidencia otro 1-O aquí?
Yo no descarto nada. Precisamente escogí el Parlament para poder mantenerme fiel a mis convicciones. Entré en política para trabajar y conseguir la independencia de Cataluña. Por lo tanto, no puedo descartar nada que nos acerque a ese objetivo. Hablar de referéndum pactado en este momento es una quimera, porque conocemos el Estado español. Sabemos qué reacción tiene y está teniendo el Estado español. En este mismo momento que se está hablando de los indultos sigue la judicialización. Por lo tanto, me parece una quimera hablar de referéndum pactado. Y como referéndum unilateral ya hicimos el 1-O. Reconozco ese resultado y le doy legitimidad al 1-O. De hecho, estoy aquí después de todas las vicisitudes del 2017. Ante un eventual nuevo referéndum, me siento interpelada por el mandato del 1-O. Así que yo no descarto nada bajo mi presidencia y sí veo con mucha reticencia, porque conozco el Congreso, que un referéndum pactado ahora mismo es una quimera. Un referéndum unilateral, todavía más. En el sentido de que ya vimos cómo el Estado español reprimió el 1-O. Hará lo mismo con un referéndum unilateral. La vía negociada y acordada sería la más lógica, pacífica, rápida y factible, pero necesitamos un Estado que tenga profundas convicciones democráticas, y el Estado español ha preferido tener déficits democráticos antes que poner en peligro la unidad. No veo en el horizonte un cambio a corto plazo. Ojalá pudiera ser un referéndum acordado, pero me parece una quimera conociendo al Estado español.
¿Qué le parece la reacción que han tenido PP, Vox y Cs de intentar tumbar esos indultos en el Supremo?
Previsible y humanamente miserable, porque saben que son independentistas, pero no delincuentes. Saben que son personas elegidas democráticamente o líderes sociales que fueron encarcelados antes del 1-O. Eso lo saben y sin micrófonos lo reconocen. Por lo tanto, recurrir una decisión que lo único que hace es mitigar un dolor… ¿Se puede alguien imaginar lo que representa que estén inocentes en la cárcel? Poner urnas no puede ser nunca un delito. Era lo que pedía la ciudadanía. Recurrir una decisión de este tipo, que lo único que produce es alivio personal y familiar, es previsible en el marco de incomprensión que ha escogido la derecha extrema y la extrema derecha, y humanamente es muy triste y miserable.
Es la primera presidenta de un Parlament en el que hay un grupo de ultraderecha (Vox). La quieren reprobar…
Tengo dos querellas y cuatro reprobaciones.
¿Y qué opina?
Me parece que judicializar la política, que es lo que pretenden, es una forma de intentar coartar todavía más la libertad que debería ser inherente al ejercicio de la política. Me limito a defender los derechos de los diputados, y las querellas que anunciaron en mi contra fue por concederle el derecho a voto a un diputado. Es algo muy de base: un diputado, un voto. Si Lluís Puig puede presentarse a unas elecciones, Lluís Puig tiene que poder votar. Y más en unas circunstancias en las que el voto ha sido telemático. Con respecto a las reprobaciones, consideran que hago un uso de la dirección del debate que si se leyeran el reglamento se darían cuenta que es ajustado.
Tiene hilo directo con Puigdemont. ¿Sabe si va a volver a Cataluña?
Bueno, debería de poder volver. Si el Estado español no tuviera este déficit democrático, su inmunidad le debería permitir volver al Estado español porque puede circular por toda Europa sin ninguna preocupación y, sin embargo, las preocupaciones aumentan cuando se cruzan los Pirineos. El problema lo tiene el Estado español. El president Puigdemont está viviendo esa debilidad democrática y la vive en sus propias carnes.
¿Echa de menos la política madrileña?
No, la verdad. Ya me fui a regañadientes hacia Madrid, en el sentido de que estaba de consellera de Cultura y lo hacía con toda la convicción y determinación posible. Sin embargo, como estoy en un entorno en el que lo importante no es lo que yo piense, sino el servicio al colectivo, en ese momento se consideró que era lo más oportuno. Fue lo que hice. Por supuesto quedan las relaciones personales. El otro día me mandaban recuerdos de los ujieres y de las personas que están en la restauración. También mantengo relación con diputados. Pero lo que es la política española en primera línea y el ir y venir no lo echo de menos. Aquí puedo trabajar intensamente para Cataluña, y es lo que estoy intentando hacer.