Macron arrincona a Le Pen por sus vínculos con Putin y domina el debate a tres días de las elecciones
La candidata de ultraderecha queda retratada al condenar la guerra pero no al líder ruso y muestra su lado más peligroso al hablar de inmigración ante un presidente sobrado (también en los gestos).
Es mucho más que Francia lo que se juega Francia este domingo y Emmanuel Macron y Marine Le Pen lo sabían desde mucho antes de afrontar su debate televisivo. A la cita entre dos se apuntó un tercer nombre que todos esperaban: Vladimir Putin. Y en torno a su figura, el presidente galo consiguió arrinconar a su oponente, obcecada en mostrarse moderada, pero incapaz de responder a las acusaciones de vinculación con Moscú.
Sorprendió de partida la actitud de un Macron gesticulante y volcado sobre su lado de la mesa, dando cierta imagen de superioridad, como sabedor de su ventaja en todas las encuestas. Tras su victoria en la primera vuelta, no hay sondeo que no le dé menos de siete puntos de ventaja sobre Le Pen (en las votaciones iniciales obtuvo casi un 5%). Sin necesidad de salir a la desesperada, Macron esperó su momento, que llegó en el segundo de los temas a tratar, la guerra en Ucrania. Ahí, el candidato a la reelección supo decantar pronto el debate y sentenció a una Marine Le Pen que no supo/pudo rechazar sus “vínculos” y “dependencia” con el régimen de Putin, tanto financieros como ideológicos. Hasta en sus folletos electorales salía el líder ruso.
La líder de la Agrupación Nacional quedó retratada: condenó la guerra, pero también a las sanciones contra el gas y el petróleo rusos; todo ello sin hacer una sola mención expresa a Putin. Aunque quiso limar asperezas con el presidente de la República alabando sus intentos por la paz, luego no supo quitarse el barro del pasado por el préstamo que tuvo que pedir su formación (entonces Frente Nacional) a la banca rusa, una “dependencia” que para Macron justifica muchas de sus declaraciones sobre Moscú.
Tres horas sin descanso
El debate fue clásico en lo televisivo, incluso anticuado en la puesta en escena —los dos candidatos sentados, separados por sus mesas— pero rico en lo discursivo. Rico y largo, casi tres horas sin descanso y más de un cuarto de hora por encima del horario previsto. En esos cerca de 180 minutos, apenas hubo mediación de los periodistas, que dejaron a Macron y Le Pen interpelarse, interrumpirse y subirse el tono en ocasiones, no solo cuando salió a colación el ‘innombrable’ Vladimir Putin.
Porque, más allá de la relación con Rusia y el papel de Francia en la guerra de Ucrania, el centro-liberal y la ultraderecha chocaron de raíz en asuntos como la economía o la inmigración. En este último asunto asomó el lado más radical de Marine Le Pen, el mismo que intenta disimular en una llamada al voto descontento más moderado, frente al presidencialismo de Emmanuel Macron, que no necesitó anunciar ni prometer demasiado para salir ganador; le bastó con dejar hablar a la política.
A Le Pen se le olvida ser moderada al hablar de inmigración
Hay tics que no se van y criticar a los extranjeros es siempre una tentación para la continuadora del Frente Nacional. La hija de Jean-Marie prometió, tres en uno, un referéndum sobre la inmigración para decidir “quién se queda y quién se va”, criminalizó a los migrantes “anarquicos y masivos” de la inseguridad que vive el país e insistió en su deseo de prohibir el velo en espacios públicos, una “imposición” que hizo saltar a Macron. El presidente, ya sí muy duro, aseguró que Le Pen “traicionaría el espíritu de Francia” de llevar a cabo esta medida “contraria a la Constitución”.
También hubo desencuentros en materia económica. Mientras la ultraderechista lo apostaba todo a una reducción del IVA como principal medida de alivio, el presidente negaba del todo este punto, “una medida que no aporta, que costaría muchos millones y que beneficia a personas como usted y yo, que no la necesitamos”, remató.
No faltó la polémica, tampoco, en materia comunitaria. Macron, actual presidente rotatorio de la UE y principal bastión comunitario en las gestiones con Putin, defendió la necesidad de un eje fuerte París-Berlín, “como había con Merkel”. Ante esto, Le Pen exigió darle más peso a estados como Francia, en lugar de una UE que “se mete en todo, incluso en lo que no le compete”.
Sin embargo, entre los mil y un reproches que la ultraderechista lanzó a la Unión, hubo un espacio de moderación: “No quiero salir de la UE”, afirmación que Macron celebró con ironía y que incluso calificó de “una buena noticia por su cambio de programa con respecto al pasado”.
Sobre la mesa, mucho discurso y poco número televisivo, menos de los que acostumbramos de los Pirineos para abajo. Ahora es el momento de que Francia vote... y Europa tome nota. Lo del domingo nos toca a todos.