Elecciones, balas en sobres, democracia en peligro y Jo Cox
Hay opción de matar a la intolerancia con votos.
Las elecciones en la Comunidad de Madrid están monopolizando los programas y debates televisivos y radiofónicos, así como gran parte de los medios impresos.
Ha habido en estas semanas muchas encuestas que ya veremos si pronostican con acierto o siguen siendo tan inútiles como en los últimos años. En Reino Unido quizás supusieron asentar un cierto conformismo ante una victoria por la opción de seguir en la Unión Europea en el referéndum de 2016. Muchos que se daban ganadores se quedaron en sus casas y nos llevaron a la situación actual… el Brexit.
Las encuestas sirven como herramienta política para ejercer presión de un lado o de otro hacia la movilización electoral, y ayudan a rellenar muchísimo espacio informativo, y en parte es por la demanda ciudadana de más información.
A más crispación política más interés en ser el primero en saber lo que pasa o deja de pasar. Aquel que a día de hoy aun no sabe que votar no será por falta de información, sino por una falta de intención por saber o por decidir.
En Reino Unido tenemos elecciones el día 6 en multitud de Ayuntamientos, el Senned o Parlamento de Gales, incluso en la demarcación de un parlamentario que ha dimitido, tendrán que volver a elegir. No corre lista al siguiente candidato como se haría en el sistema español, ya que aquí se vota a la persona y no a la lista.
En los medios de Reino Unido muchas elecciones pasan de puntillas. No llegan a atraer el interés del electorado. En muchas de estas elecciones hay poco que decidir al ser uninominales o a veces te dan la opción de elegir entre dos candidatos de partidos diferentes, pero en la mayoría de los lugares difícilmente se cambia el régimen establecido. En mi circunscripción electoral en el norte de Leeds, el partido Laborista saca decenas de puntos al segundo candidato.
La falta de competición en parte evita un mayor debate. Mucha gente vota sin haber leído el programa de cada uno de los partidos.
Sin embargo, en Reino Unido sí que es muy tradicional que muchos votantes dejen claro su opción política y permitan que se pongan pancartas en sus jardines o en sus ventanas para mostrar su apoyo y pedir el voto por una u otra formación.
Incluso es fácil ver a los candidatos ir casa por casa llamando a la puerta y presentándose a los ciudadanos de su circunscripción, algo totalmente inusual en España. Tan inusual como la posibilidad de poder visitar a tu representante en su despacho para llevar propuestas, quejas o comentarios y que puedas hacerlo cara a cara.
Hay grandes diferencias en el sistema político, en el electorado y en la forma de ver la política. Aunque muchas veces digamos aquello de “en España mucho peor”, en ocasiones nos damos de bruces con la realidad.
En Reino Unido, la representante en el Parlamento de uno de los barrios del sur de Leeds, el 16 de junio de 2016 en plena campaña del Brexit, no recibió un sobre con balas como amenaza. Jo Cox fue asesinada a las puertas de la biblioteca del barrio. Dos disparos en la cabeza, uno en el pecho, y 15 puñaladas recibió a manos de un fascista que pensaba que “las personas de izquierdas son el problema en el mundo”.
El periódico The Guardian publicó en algunos de sus artículos los días siguientes al asesinato que esta persona eligió a Jo Cox que era una apasionada por la Unión Europea y defensora de la inmigración por ser una “colaboracionista y traidora a la gente blanca”.
Thomas Mair, el asesino, era un fascista. Era un fascista por sus actos y por su pertenencia al National Front, o al americano National Vanguard, y curiosamente le costaba mantener un trabajo y aportar a la sociedad.
En el panorama español sufrimos estas semanas la acción de un grupo de intolerantes que están enviando correspondencia amenazando a varias personas. No, los destinatarios no son personas cualesquiera, son gente que ha sido elegida por millones de votantes para que representen sus intereses en el lugar donde se ejercita la democracia y donde se decide como vivimos en nuestro país.
Estas balas van dirigidas a los votantes y va dirigida a tapar la voz a la democracia y a tratar de imponer por la fuerza su voluntad, acallando con la violencia cualquier otra opción democrática. Balas a Isabel Diaz Ayuso, a José Luis Rodríguez Zapatero, a Fernando Grande-Marlaska y a Pablo Iglesias o una navaja enviada a Reyes Maroto.
Esta muestra de esquizofrenia y no saber jugar la partida de la democracia por parte de personajes que están optando por intentar amedrentar a nuestros representantes, sean del color que sean, nos deja a una distancia muy corta de convertirse en un disparo o en un navajazo, y que se pase de una nota de prensa a una esquela en cuestión de días.
Jo Cox o Olof Palme fueron asesinados por un loco, por un inadaptado, por uno de esos que poseen la verdad absoluta y que otorga con facilidad el carné de quien se merece vivir y quien no se lo merece.
En España hay solo una banda que no ha condenado nada de esto.
En nuestro país se han puesto carteles que criminalizan a 269 niños (no voy a usar el término técnico que a mí me suena a insulto). 269 niños que están siendo apuntado con sus dedos, o con sus balas, sin recordar que Francia acogió a mas de 20.000 niños, Bélgica por encima de 5.000, Inglaterra más de 4.000, o los 455 “niños de Morelia recogidos en México”… de nuestros niños.
Niños que eran en su totalidad “menores no acompañados”, menas, y que si hubieran sido acogidos por países con dirigentes intolerantes en el poder quizás nunca hubieran podido tener la vida y aportar lo que aportaron en sus países de acogida.
Hay opción de matar a la intolerancia con votos.