"El terrorismo yihadista está sobredimensionado en nuestros países"
Jesús A. Núñez Villaverde ha presentado un libro en el que analiza el futuro de este grupo terrorista.
"El terrorismo yihadista está sobredimensionado en nuestros países" para "crear un clima generalizado de temor" que lleve a la sociedad a aceptar "recortes de derechos y libertades" bajo el pretexto de aumentar la seguridad. Esta es una de las ideas defendidas en el libro Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista, escrito por Jesús A. Núñez Villaverde.
Este economista y militar retirado, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, ha estado este lunes en la Casa Árabe de Madrid para presentar el libro, centrado en analizar el futuro del Estado Islámico, grupo terrorista también conocido como ISIS o Dáesh. Núñez Villaverde ha estado acompañado por el veterano periodista Ramón Lobo, que ha trabajado como corresponsal de guerra en algunos de los puntos más calientes del planeta.
Para este experto el terrorismo yihadista, del que actualmente el Dáesh es el máximo exponente, "es una amenaza real, pero no existencial", como sí lo son "la proliferación de armas de destrucción masiva" o "el cambio climático", este último un problema al que "no se le está dando la atención necesaria en la medida en que pone en cuestión la existencia de la especie humana".
Según datos que recoge en el libro, en 2016 fueron asesinadas 26.000 personas en atentados terroristas en todo el planeta. Mientras, "cada día mueren 30.000 por hambre, deshidratación y enfermedades que parecen ridículas desde la perspectiva occidental". "Si la vara de medir de una amenaza fueran las vidas humanas que se pierden, tenemos otras cosas que nos generan víctimas mortales todos los días y que además tienen un remedio más fácil que el tema terrorista", ha apuntado Núñez Villaverde.
SOLO SE HA GANADO TIEMPO
Este experto ha resaltado que es una "equivocación" pensar que se ha vencido al Dáesh por el hecho de que haya perdido la inmensa mayoría del territorio que controlaba. "El desmantelamiento de un seudocalifato por la fuerza" no conduce a "la desaparición del enemigo", ha explicado. "En el mejor de los casos se gana algo de tiempo antes de ver cómo se reproduce el monstruo".
En este sentido, ha recordado cómo después de la invasión de Afganistán en 2001 se logró derrocar a los talibán y se pensó que habían desaparecido. Sin embargo, actualmente vuelven a controlar el 70% de Afganistán. Los recientes ataques que este grupo integrista ha perpetrado contra hoteles, ONG internacionales e instalaciones militares son prueba de que "se sienten capaces de atacar objetivos fuertes", mientras que las fuerzas de seguridad afganas son "inoperantes".
Pero hay más ejemplos de este "fracaso de la estrategia de invasión y ocupación". Núñez Villaverde ha citado el caso de Boko Haram, cuyo "seudocalifato" en el Norte de Nigeria fue desmantelado sin que ello haya supuesto el final del grupo. También ha hecho referencia a MUYAO, en el noroeste de África, o a Al Shabab en Somalia, movimientos terroristas que no han desaparecido a pesar de haber sido aparentemente doblegados militarmente.
VUELTA A LA INSURGENCIA
En la actualidad, el Estado Islámico "está en una etapa de vuelta a la insurgencia pura y dura" tras perder casi todo el territorio que llegó a controlar en Siria e Irak. Es una vuelta sus orígenes, ya que este grupo terrorista se gestó durante la etapa de resistencia a la ocupación estadounidense de Irak, hace una década. Por aquel entonces se le conocía como Al Qaeda en Irak. Ahora, según Núñez Villaverde, vuelve a la insurgencia tras haber adquirido "una enorme experiencia" y "sabiendo mejor cómo hacer más daño".
El Dáesh está confinado actualmente en algunos reductos desérticos y abruptos de Siria, tras perder los grandes núcleos de población que conquistó en 2014, como Mosul o Raqqa. La presión del ejército sirio apoyado por Rusia, las milicias kurdas respaldadas por Estados Unidos, los bombardeos de la coalición internacional y el avance de las fuerzas armadas iraquíes han logrado desmantelar el autoproclamado califato, que se ha visto acosado por todos sus flancos.
El hecho de controlar un territorio le ha supuesto algunas desventajas tácticas a los terroristas. Hasta julio de 2014 el Dáesh aprovechaba para hacer ataques relámpago en los que concentraba sus medios sobre un objetivo para desvanecerse inmediatamente después. Su doctrina era siempre ofensiva, no tenía necesidad de defender enclaves. "En el momento en el que pasa a controlar un territorio, se convierte en un objetivo rentable fijado en el terreno, sobre el que se puede volcar el poder de una coalición", ha indicado Núñez Villaverde.
"HACEN FALTA VOCES ISLAMISTAS"
"No hay solución militar al terrorismo yihadista", ha insistido el autor del libro que ha defendido que el enfoque militar tiene que ir acompañado de medidas de tipo social que permitan solucionar el problema a largo plazo. "Educación, educación, educación", ha repetido.
Parte de la presentación se ha centrado en el auge de la islamofobia. A juicio del autor, se ha extendido la mentalidad de que "todo lo que tenga que ver con el islam huele mal" y "hay que eliminarlo".
"Los islamistas están ahí para quedarse", ha indicado, tal y como demuestra el hecho de que cada vez que se les ha dejado participar en un proceso electoral limpio han obtenido una mayoría de apoyos en Marruecos, Túnez, Gaza, Egipto o Turquía.
Núñez Villaverde ha hecho hincapié en que "a costa de demonizar al islam hemos dejado de ver la necesidad que tenemos de incorporar voces islamistas reconocidas" al discurso contra el radicalismo, "entendiendo que no son una opción yihadista, sino islamista".
En este sentido, ha llamado la atención sobre el rechazo que generan en el mundo musulmán algunas decisiones apoyadas por estados occidentales. Ha puesto como ejemplo el derrocamiento del Gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Este movimiento islamista ganó unas elecciones democráticas y su líder, Mohamed Morsi, fue desde junio de 2012 el primer jefe de estado electo en unos comicios en el país árabe.
Sin embargo, en julio de 2013 su Ejecutivo fue derrocado por el Ejército, respaldado por muchos países occidentales. Núñez Villaverde tiene claro que este apoyo genera "antioccidentalismo": "Si no nos damos cuenta de que bendecir un golpe de estado no tiene consecuencias, es que no hemos entendido nada".