El regreso de la actividad parlamentaria aflora la división en el Govern
JxCAT y ERC evidencian la falta de una estrategia unitaria a pesar de estar ambos en la Generalitat.
Hay divergencias en los plazos, en el tono y en los gestos. La brecha entre JxCAT y ERC, los dos partidos en el Govern, es un hecho que ya nadie niega en privado y que se ha evidenciado durante el debate de política general en el Parlament, donde los partidos en la Generalitat han sido incapaces de sostener un mensaje unitario.
Un año después del 1 de octubre el independentismo presenta tantas estrategias como actores tiene. La calle empieza a discrepar de los políticos y hay un sector que exige determinación. El idilio parlamentario con la CUP se ha roto y nadie da por asegurados los Presupuestos de 2019. Ni siquiera las organizaciones civiles –Òmnium y ANC– coinciden sobre qué estrategia debe seguirse. El independentismo sigue ahí, pero ahora mismo no sabe hacia dónde ir.
El ultimátum de Torra a Pedro Sánchez pilló por sorpresa ayer a los diputados de ERC, que aseguran que no conocían el plazo de 30 días al presidente del Gobierno para que proponga un referéndum de autodeterminación. El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), se reunió con Torra durante la mañana del martes para hablar del discurso, pero desde su partido sostienen que no se mencionó ningún ultimátum. "Se acordó que se apretaría a Sánchez, pero nadie dijo nada de poner un nuevo plazo", resumen desde el grupo parlamentario. Desde JxCAT, en cambio, replican que Aragonès sí conocía que se pondría noviembre como fecha límite.
La sorpresa no gustó en ERC y los desmarques públicos no han tardado en llegar. Desde Madrid, Gabriel Rufián ha recordado a Torra que "los ultimatums los carga el diablo". Desde el Parlament, el portavoz del grupo de ERC, Sergi Sabrià, ha dejado diversos mensajes velados para el president en su discurso en la cámara catalana.
"Nosotros no vendemos humo", ha sostenido Sabrià, "quien prometa atajos es un ingenuo o nos está engañando". Pocas horas después de que Torra pusiera noviembre como límite y asegurara que a los catalanes se les acababa la paciencia, desde ERC decían en el hemiciclo que se necesita "tiempo, paciencia y constancia". En ocasiones no parecía que ERC fuese un partido que está en el mismo Govern que Torra.
Distanciamiento en el Govern
El distanciamiento dentro del Govern es considerable. No hay un plan de gobierno claro para la legislatura y la comunicación entre las consellerías no es buena. La nula actividad legislativa del Govern –ni una ley vigente desde el inicio de la legislatura, en enero– es uno de los ejemplos que ponen algunos cargos para describir lo que sucede. "Parece ser que el plan es que no hay plan", resumía este miércoles un cargo intermedio del Govern sin afiliación política.
A muchos les incomoda la injerencia de Puigdemont a través de las reuniones telemáticas con Torra e incluso los actos previos a la Diada levantaron críticas en una parte de ERC. Desde las filas republicanas se considera que el exagerado simbolismo de Torra ahuyenta a una parte del independentismo en lugar de atraerlo. Con todo, nadie quiere quedar como el que rompa la armonía que se trata de vender de cara a la galería.
La sombra de las futuras municipales y europeas, en mayo de 2019, sobrevuela encima de la pugna que mantienen los dos principales partidos independentistas. Mientras Torra apela al independentismo más impaciente –ante el disgusto de un sector del PDeCAT–, ERC insiste en desplegar un mensaje más institucional y pactista, que le acerca a los Comuns e incluso al PSC. La diferencia en los mensajes probablemente irá en aumento a medida que se acerquen estos comicios.
Las fuentes consultadas, no obstante, tratan de rebajar la tensión entre ambos partidos. "El artículo sobre la división entre nosotros se ha publicado 100 veces y se escribirá 100 veces más", resumía un diputado de ERC este miércoles. "Claro que hay división, somos todos distintos y representamos electorados distintos, es sano que pensemos diferente".
La CUP, la calle y las entidades también discrepan
Las diferencias sobre qué estrategia es la más adecuada a seguir no solo están dentro de la Generalitat. La CUP también ha demostrado este miércoles que su papel como muleta del Govern es parte del pasado y ha presentado una propuesta de resolución para reprobar al conseller de Interior, Miquel Buch. La formación anticapitalista ha sido muy crítica con Torra y le ha acusado de ser la "barrera" entre la ruptura del 1-O y el Estado. Dificilmente apoyarán los presupuestos de 2019 si no hay pasos claros hacia la ruptura o gestos de desobediencia.
El dilema entre avanzar en la ruptura y aumentar la confrontación o bien recular para sumar más gente al independentismo también afecta a las entidades civiles que han articulado las manifestaciones de los últimos años. Òmnium Cultural despliega un mensaje más conciliador mientras que la ANC –que durante el mandato de Jordi Sànchez defendió la vía del diálogo– asegura a través de su presidenta que la vía unilateral es la única posible. "Es una vía difícil y dura, pero la han usado otros países", decía Elisenda Paluzie el sábado en una entrevista en El Periódico.
Alejados de estas organizaciones están los Comités de Defensa de la República (CDR), que se autorregulan en cada barrio o municipio y tampoco cuentan con una unidad de acción. Los CDR son partidarios de presionar a los políticos pero a la vez se desmarcan del asalto del lunes pasado al Parlament, protagonizado en su mayoría por estudiantes.