El poder de la esperanza
Le pido al 2023 que Almeida protagonice su cuento de Navidad y regrese convertido en un político de verdad.
Esto de la vida es un misterio, esto de la vida política es desconcertante. Lo lógico se pliega a la frivolidad y el trabajo de calle se sacrifica en los herméticos despachos de los grandes estrategas. Esos que, como dioses griegos, nos regalan buenas ideas (no se lo digas a nadie, pero ninguna de ellas es a la larga una idea buena) y nos recuerdan a los políticos que no somos más que títeres suyos, o quizá, para ser más justa con el cinismo de los olímpicos, convierten en políticos a una serie de títeres. Si no me crees, mira a los dirigentes del PP madrileño y dime desde el corazón que no son costaleros de intereses empresariales, dime que defienden unas ideas que buscan de verdad una sociedad mejor para todos y no solo para ellos.
Llevo ya dos legislaturas trabajando para los madrileños desde la oposición, un lugar duro, porque entre otras cosas, te recuerda todos los días que las siglas que representas no consiguieron convencer a una mayoría suficiente. Afirmo que todo buen político debe pasar una temporada en la oposición. Todos estos años me han servido para respetar cada vez más el compromiso democrático. Un compromiso doble, porque te debes a unas ideas, pero, sobre todo, te debes a las personas que necesitan tu ayuda. Como concejala de cultura primero, y como portavoz del grupo municipal socialista después, no he podido acabar con muchas injusticias; sin embargo, con otras sí.
La política de las pequeñas cosas representa el inicio del cambio real y profundo. Defiendo un Madrid más amable, más solidario, más verde, más humano. Ahora bien, no me limito a lo onírico. Recorro las calles, hablo con los vecinos, escucho a las asociaciones. Nadie con dos dedos de frente se queda en la cama después de haber tenido un sueño bonito.
Acaba el 2022 y veo un Madrid sin alcalde, que solo ejerce para saciar el apetito lucrativo de los suyos; veo un Madrid un poco más deshumanizado y egoísta por culpa de toda una artillería logística que ha impregnado el ambiente con el pan y circo de la cañita y la libertad; veo un Madrid donde mucha gente, mucha más de la que te puedes imaginar, lo pasa muy mal para llegar a fin de mes; un Madrid donde los distritos se alejan en lugar de acercarse; un Madrid contaminado que le da la espalda a Vallecas, a Carabanchel, a Entrevías… Y desde el gobierno local nadie hace nada porque esa es su estrategia: no hacer nada para culpar de todo a los demás. Mientras tanto, lo que se pueda ‘pa la saca’, para su saca.
Ya no creo en los reyes magos. Ahora bien, sigo creyendo en el poder de la esperanza y la redención, por eso le pido al 2023 que Almeida protagonice su cuento de Navidad y regrese convertido en un político de verdad. No hay nada mejor para los engranajes democráticos que la confrontación de ideas, no hay nada peor que untarlos con intereses grupales. Me encantaría poder debatir con él sobre Madrid. ¡Mis días de portavoz socialista por una confrontación constructiva de ideas que ayudara a los madrileños! Sería el comienzo de una nueva etapa en la política local de esta ciudad. Los madrileños la necesitan.