El difuso límite entre la bondad y la estupidez
Un viejo proverbio, unos dicen que hindú y otros que africano, aconseja sabiamente que "solo un tonto mete los dos pies en el agua para ver su profundidad". Un charco que ahora es pantano y un agua que es fango maloliente. El presidente Pedro Sánchez está metiendo sus pies políticos en muchos pantanos para comprobar si puede caminar por ellos: pero es una temeridad meter los dos a la vez.
El compromiso de acercar los presos de ETA, pero eso sí, solo los enfermos o los que tengan más de 70 años, puede tener serios efectos secundarios. Eso de la edad, por otro lado, tiene su aquél. No sólo los asesinos cumplen años; también los muertos. Aunque, claro está, la humanidad viene de serie en la democracia humanista.
Pero supongamos que, en efecto, se trata de adaptarse a la nueva realidad que es la de una 'normalización', ciertamente incompleta, tras la derrota policial de la banda terrorista, que haría innecesaria la medida puesta en marcha por el ministro socialista vasco Enrique Mujica Herzog. Vale. Lo que hay que amarrar previamente es que, una vez en cárceles de Euskadi, el gobierno regional no convierta el traslado en una ocasión para enviar nuevas señales al mundo abertzale, que de inmediato demandaría al lehendakari Urkullu su puesta en libertad o cambio de grado.
Si bien este lehendakari parece un hombre en el que se puede confiar -no ha dado muestras de estar trastornado ni de ser un irresponsable-, también es cierto que en este momento muchas cosas se están moviendo en el País Vasco para 'contentar' a los abertzales y afrontar su 'refuerzo' con la incorporación de los terroristas a la vida política.
El voto independentista ha bajado, según muchos sondeos, y a los herederos de Batasuna, pero también al nuevo populismo, les interesa mantener la tensión. Y el PNV no puede desmarcarse abiertamente de esta línea para no perder posiciones: a un lado tiene a los radicales, y al otro al oleaje podemita. Complicada la cosa.
En cuanto a acercar los presos catalanes a Cataluña, hay que aclarar si se trata de acercarlos, o de trasladarlos. No es lo mismo.
Un traslado a prisiones catalanas pondría a los políticos presos a disposición de una Generalitat en situación de rebeldía descarada y faltona que aprovecharía la primera ocasión pata volver a enfrentarse con el Estado. La bondad de hoy puede ser la revuelta y la DUI (no confundir con DIU) de mañana. El argumento es elemental: como de lo que se ha tratado hasta ahora es de provocar, y hacer ver la lógica reacción como un acoso a las libertades y no como lo que es, la represión de un grave delito, en esta ocasión se reproduciría el guion.
Los responsables de las prisiones catalanas no tienen por qué, en principio, ser más fiables que los Mossos D'Esquadra cuando el 1-0, o que una gran parte de los altos cargos institucionales.
Mucho me temo, y no hay que ser malpensado para ello, que en lo que toca a Cataluña el 'acercamiento' puede acabar en un nuevo conflicto por la vía más transitada hasta el momento, desde que Pujol programó la 'recatalanización' en el famoso documento que es uno de los mejores compendios de trucos, marrullerías, delitos varios y prevaricaciones jamás reunidos en dos páginas de periódico.
La intención declarada de Sánchez de no dramatizar el enfrentamiento en EE UU entre Quim Torra y el embajador de España, Pedro Morenés –que parece lógico que deba ser renovado un tiempo en su cargo, porque de lo contrario el Consejo de Ministros enviaría la señal de que hubiera preferido que se hubiera dejado al presidente de la Generalitat ensuciar la imagen de España y de los españoles- es muy bondadosa...e ingenua.
Sobre todo cuando es obvio que Torra, con sus actitudes de matón de barrio, quiere acudir a su entrevista en Moncloa con el presidente del Gobierno español desde una posición de 'fuerza' de cara a su parroquia. El desaire al Jefe del Estado en la inauguración de los Juegos Mediterráneos, que lo único que tuvieron de esplendor y asistencia masiva fue, casualmente, la inauguración, y no su desarrollo. Una completa chapuza que no debe olvidarse. Qim Torra, y el fugado Puigdemont, tratan ahora de marcar su diferencia centrando sus ataques en la figura del Rey.
No es una estrategia caprichosa: es una vía de acercamiento a los grupos y grupúsculos reunidos que desoyendo los prudentes consejos de Santiago Carrillo y el grupo comunista en las Cortes de la Transicióon de que ir por el camino de la República podría llevar a no alcanzar la República y a perder además las libertades, han planteado como gran reivindicación y cortina de humo la cuestión republicana. ¿Es por ser republicano mejor la República de Venezuela, o la de Nicaragua, o la Mexicana, o a la Burundi, o la turca, o la de Albania que las monarquías democráticas de Gran Bretaña, Holanda, Dinamarca, Noruega, España...?
Pero hay más charcos: está el de TVE. La verdad sea dicha, cuando oí que Sánchez había nombrado delegado o algo así –en puridad sería 'comisario político'- en RTVE a Pablo Iglesias bis creí que era una coña marinera. El planteamiento del PSOE en lo relativo a los medios de comunicación públicos ha sido siempre (s.e.u o.) de una honestidad democrática impecable: Javier Solana, como ministro de Cultura, sacó a pública subasta a la Prensa del Movimiento, precisamente para que no pudiera ser manipulada por el Gobierno. El presidente Zapatero consiguió un estatuto que acercó a RTVE al ideal de la BBC.
Luego, cuando Mariano Rajoy volvió a las andadas, los socialistas renovaron su compromiso con una RTVE neutral, objetiva y veraz, con un presidente y un consejo de amplio consenso parlamentario que mantuviera la independencia y el código deontológico.
¿Cómo se puede entregar, o consentir que Pablo Iglesias, que ya ha dado muestras con su 'Tuerka TV' de cómo concibe eso y que ya ha dicho que una de sus prioridades para agitar las masas son los telediarios, se haga cargo de codecidir cuál ha de ser el rumbo de RTVE? Admiradores declarados, incluso con cursi mística, de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, tendrían la oportunidad de ensayar en España un 'Aló presidente', que nos volvería a alejar, y no a acercar, a las prácticas de la Europa a la que nos queremos, y tenemos, que parecer.
De todas formas, la peor Europa es mucho mejor que la mejor Venezuela bolivariana. De momento hay millones de venezolanos que huyen de su país porque no tienen qué comer, ni medicinas, ni alimentos para bebés, ni con qué limpiarse el culo.
¿Se trata de ir ganando tiempo, y de confiar en que los demás, o las hadas o druidas generosos impidan que ganen los malos? ¿Que Torra se caiga del caballo y se dé un testarazo sobre el duro suelo y se convierta a la hispanidad y en admirador de los Reyes Católicos? Por cierto, Torra no ha completado el debido proceso para su toma de posesión puesto que no ha jurado o prometido la Constitución ni el Estatuto, sino, como Puigdemont, "con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el parlamento de Cataluña". Porque la segunda parte de la frase concreta y acota la primera: la mayoría del pueblo catalán no votó independentista; pero Ley D'Hont mediante, los independentistas obtuvieron la mayoría de escaños.
En el tema de la inmigración es obvio que Sánchez ha tenido que volver al redil de la realidad. Lo del 'Aquarius' fue un gesto humanitario consecuencia de la falta de sensibilidad del nuevo gobierno italiano, pero que no implicará en adelante, por los compromisos contraídos con Europa, que todos los migrantes rescatados en el Mediterráneo o el Atlántico consigan, ipso facto, la condición de refugiado o de inmigrante legal.
La inmigración es en la actualidad lo único que puede romper Europa. Y la solución no está en Europa, sino en los países de origen, o en los vecinos de los países de origen. España y Grecia han aceptado con pragmatismo un 'punto de encuentro' con la acosada Angela Merkel para replantear una política migratoria que se adapte a las nuevas circunstancias y que aprenda las lecciones de la historia reciente.
Si se tiene en cuenta 'lo que hay que tener en cuenta', ni 'Podemos' puede comisariar políticamente RTVE, ni intervenir en el CNI, ni poner en jaque a las empresas públicas; ni se puede confiar en Quim Torra, ridícula marioneta de Puigdemiont; ni la debilidad parlamentaria puede ignorar el pasado y volver a cometer los errores que han permitido que las cesiones al separatismo acaben por socavar los cimientos del Estado en dos territorios, que en breve pueden ser cuatro, o cinco.
Sí, son tiempos complicados; pero es lo que hay. Y lo siento. Siento que los Reyes Magos no existan; ni siquiera en su versión republicana. Los pantanos acechan, y el hedor avisa.