La devastación tras seis meses de guerra en Ucrania: “Hay familias que no tienen nada”
Ciudadanos ucranianos muestran su rabia e impotencia tras medio año de invasión rusa.
Nadie se esperaba que el pasado 24 de febrero el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenara el inicio de una “operación militar especial” en el Donbás, Ucrania. Pero lo hizo, y a muchos les pilló por sorpresa, como le ocurrió a la mujer de Heorhiy, secretario y fundador de la asociación U-Armonía (Valencia). “Mi esposa se levantó a trabajar y abrió Facebook. Allí se enteró. Fue como si algo te quemara por dentro”, relata.
Seis meses después de que el presidente ruso iniciara la invasión del país vecino, los ucranianos han cambiado su vida por completo. Historias desgarradoras, crudas como la realidad que viven millones de personas. Muchas de ellas tuvieron que huir con “lo puesto” cuando comenzaron a bombardear sus casas. El miedo, la desesperación y la angustia son los sentimientos concordantes, pero también la esperanza. La esperanza de que la guerra termine y que todos puedan volver a casa.
Heorhiy vive en España desde el año 2000 y colabora en el envío de ayuda a Ucrania desde el año 2014, pero nunca ha vivido nada como lo de estos últimos meses. “Cuando comenzó la guerra fue una cosa terrible. Es como si nos pasara a nosotros estando aquí. Mentalmente estamos entre dos países”, señala.
El impacto de los primeros días de guerra
La guerra en Ucrania desató una ola de solidaridad poco antes vista. Andri, miembro de la Fundación Ucranianos de Alcalá, destaca la actitud de la población española tras el avance de las tropas rusas. “Los primeros días fueron una avalancha de ayuda”, explica.
Como él, otros tantos compatriotas quisieron ofrecer su ayuda desde el primer momento. Es el caso del fundador de la asociación U-Armonía. “Este tipo de noticias nunca esperas que lleguen a casa”, reconoce.
Armado de solidaridad, no dudó en viajar hasta Cracovia para ayudar en las labores humanitarias. Fue entonces cuando vivió un momento que le marcaría para siempre. Una chica huía de la guerra con un niño de “apenas unos meses” y el pequeño “iba sin abrigo” mientras nevaba. “Entre todos, lograron ropa para la chica”, detalla.
Muchos han sido los ucranianos que han formado parte de las tareas de ayuda para acoger a los refugiados de su país. Vita Fedoryshyn no dudó en volcarse en ello y, tras ser admitida por la Cruz Roja, ha formado parte de los servicios de traducción que trabajan con las familias que llegan de Ucrania.
“He tratado con muchas familias. Normalmente vienen mujeres con hijos, porque los maridos no pueden salir del país. Muchas veces ni siquiera tienen pasaporte e, incluso, algunos vienen con las zapatillas de andar por casa”, asegura.
Entre las miles de historias que nos deja esta guerra, la traductora destaca una en particular, relacionada con una madre y su hija. Ambas se vieron obligadas a ser separadas al intentar salir de su país. “La hija no pudo venir a España. Tuvo que escoger entre irse ella o su madre”, expone. La progenitora no quería comer nada, solo estaba pendiente de “recibir un mensaje de su hija”. Por suerte y gracias a que la pequeña se escondió en el maletero de un coche, pudieron tener un final “feliz” y lograron reencontrarse en Alemania.
Vita Fedoryshyn no es la única persona de su familia que trata de ayudar a las personas afectadas por la guerra en Ucrania. En la parte oeste del país, zona alejada del conflicto, su tía aloja a dos familias que huyeron de Kiev. “Cada vez que suena la alarma antiaérea, a una de las mujeres le sangra la nariz”, describe con gran tristeza.
La “desesperación” de las familias refugiadas
Huir de la invasión rusa no es suficiente para que algunas familias ucranianas dejen atrás todo lo vivido en los últimos meses y muchas de ellas llegan a España con graves problemas psicológicos y emocionales. Tania Shostak, trabajadora de la asociación ConUcrania, revela que algunas mujeres están “desesperadas” y se plantean volver a su país.
Muchas de las familias ucranianas que llegan a España se encuentran “mental y sentimentalmente destrozadas”. Están a la espera, “en un estado de limbo”, deseando el fin de la guerra, pero temiendo sobre su futuro más cercano. “Las ayudas no llegan y están desesperadas. La desesperación les lleva a volver, pero no es el momento, no está recomendado”, señala.
Además de lo material, algunas familias tienen miedo a lo que les pueda pasar a sus maridos e hijos, de entre 18 y 60 años, que están obligados a defender el país de la invasión rusa y no pueden salir de Ucrania. Halyna Bardina, presidenta de la asociación Svitanok, detalla que son muchas las familias que “están partidas”. “Sobre todo madres con sus hijas que lo están pasando muy mal porque en Ucrania se queda el padre con su hijo luchando”, añade.
El ámbito sentimental está jugando un papel importante para que muchos ucranianos, sobre todo mujeres, hayan decidido regresar a su país natal pese a que la invasión rusa todavía no ha cesado. Según reconoce Liliya Mykolayiv, presidenta de la asociación ConUcrania, todo está relacionado con “el vínculo que sigue estando allí”.
Algunas familias prefieren volver a Ucrania para reencontrarse con sus maridos e hijos, ante la incertidumbre sobre el futuro del conflicto bélico. “Hay mucha gente pendiente de la situación de Ucrania y tienen muchas ganas de volver. Especialmente, las mujeres e incluso las personas mayores, que no quieren estar aquí porque no se integran totalmente”, razona.
Al dolor de la guerra se le junta el de enfermedades como el cáncer que sufren los niños con los que trabaja Halyna Bardina que se han visto obligados a huir de la guerra. Agradece el papel de la fundación Aladina con el que ofrecen ayuda y apoyo a los menores, pero también a sus familias.
“Hay familias que ya no tienen nada, tuvieron que venir de Mariúpol y se han quedado sin casa y no tienen nada. Quiero agradecer a la Fundación Aladina que está ayudando a 27 familias, no solo niños, familias enteras que tienen su tratamiento oncológico que es muy caro”, destaca.
Algunas de estas madres se encuentran “muy asustadas” ante un posible fin de las ayudas. “La madre con el niño enfermo tiene que estar en el hospital y no puede trabajar. Para tener documentación y trabajar necesitas aprender el idioma. Es algo difícil”, explica Bardina.
Liliya Mykolayiv expone una de las principales razones que provocan esa desconfianza en los refugiados ucranianos, el fin de la primera fase del paquete de ayudas. “El primer programa sólo dura seis meses y mucha gente estará pasando una segunda fase de buscar su vida, de ser independientes y están un poco preocupados”, defiende.
Tania Shostak reconoce que las familias que llegan a España “quieren que sus hijos estén bien”. “Necesitan una vivienda, dar de comer a sus hijos y hacer algo por la sociedad española. Quieren ser útiles, pero para serlo tienen que estar bien. No pueden, sufriendo, hacer algo”, añade.
Seis meses en los que millones de ucranianos siguen sufriendo las consecuencias de la invasión rusa, en el que la desesperación y la incertidumbre continúan protagonizando el día a día de sus vidas y en el que el amor por los suyos hace que muchos decidan regresar a su país, pese a que la situación todavía sigue siendo peligrosa.