Del "obrero de derechas" pasamos al "emigrante de Vox"
Creer que el partido antiinmigrantes va a hacer algo por los emigrantes no es solo inocente y estúpido, es peligroso.
Los que vivimos en el exterior vemos últimamente un fenómeno, cuanto menos curioso, que es el emigrante antiinmigrantes.
Todos hemos oído aquello del “eres más tonto que un obrero de derechas”, y ahora tenemos eres más “tonto que un emigrante de Vox”.
En Reino Unido las políticas xenófobas y antiinmigración con UKIP (partido que se sienta en la bancada con Vox en el Parlamento Europeo) y el sector ultra del Partido Conservador británico, están afectando y afectarán más a los ciudadanos europeos a partir del 31 de diciembre próximo.
Unos pocos compatriotas en Reino Unido y en el exterior comparten de vez en cuando en las redes sociales de la emigración un discurso altamente tóxico, replicando y dando voz a la posición que un partido de extrema derecha ya está difundiendo en España.
Los emigrantes españoles en el exterior no somos seres de luz superiores a los inmigrantes que desde todo el mundo llegan y han llegado a España, pero parece que hay gente que tiene interiorizado un extraño sentimiento de superioridad, y yo he llegado a oír que “los españoles no somos como el resto de población migrante”.
Lo difícil viene cuando ves que representantes de los emigrantes a veces vienen con un discurso parecido y alguna voz comparte sin ruborizarse la línea de Vox en cuanto a críticas al sistema político, que curiosamente nunca existieron en el pasado reciente… ¿acaso los políticos de ahora son peores que los de hace 5 o 15 años?
En alguna de estas campañas, se habla de la necesidad de contar con menos representantes políticos, no tener al Senado y centralizar todo. No hay una propuesta aséptica y neutral, hay una propuesta de quitar del tablero democrático muchas piezas que aseguran este sistema democrático, y devolver de esta manera a la España con 17 comunidades autónomas, a la España “una, grande y libre”.
A los emigrantes en el exterior que estamos tan dejados de la mano de dios desde siempre, el apoyo desde nuestras filas a estas tendencias no hace más que darnos un disparo en el pie. ¿Acaso la ultraderecha ha tenido nunca una línea en su programa sobre la emigración española?
En Reino Unido, la opción ultranacionalista, orgullosa de un imperio que caducó hace décadas, y con una arrogancia y falsa superioridad sobre el resto de países europeos, ganó en las urnas en 2016 con un margen pequeño, 52% frente a un 48%, pero este error tiene consecuencias gravísimas para los emigrantes.
De momento se nos exigirá, en el país donde no existe ningún tipo de carné de identidad, que nos registremos para conseguir un estatus de asentado.
Este proceso no nos asegura que en unos años nos traten como a los compañeros emigrantes que vinieron en los 60, y que en el escándalo denominado Windrush (nombre del barco que trajo a decenas de miles de trabajadores a Reino Unido) ha repatriado a ciudadanos a sus países de origen décadas después de que comenzaran a contribuir a la economía británica por aparentes errores de su Ministerio del Interior.
Esto podría repetirse con los más de tres millones de ciudadanos europeos en Reino Unido… aun así, hay ciudadanos europeos y españoles que apoyan a partidos que nos ven como una amenaza sin apreciar ni nuestra contribución ni nuestro compromiso en una economía y sociedad que nos necesita.
Lo grave llegará para aquellos emigrantes que lleguen a Reino Unido tras el 31 de diciembre de 2020, ellos no serán ciudadanos de segunda categoría sino que pasarán a una nueva tercera categoría, donde seguramente y siguiendo los planes que se están creando por el Gobierno de Boris Johnson, podrían sufrir una doble imposición, teniendo por ejemplo que pagar por un acceso a la sanidad que ya cubren sus impuestos… pero esta no será la única manera en la que se discriminará a nuestros compatriotas en el futuro.
Aun así, seguimos teniendo españoles emigrantes que promueven el mensaje xenófobo, racista combinado con aporofobia, homófobo y machista, y que no tiene en consideración a los millones de españoles que estamos distribuidos por el mundo.
La gravedad está en la hipocresía que esto conlleva, esperando que a nosotros se nos trate de una manera correcta, mientras que se critica a los inmigrantes en nuestra misma situación por hacer lo que nosotros hacemos fuera de nuestro país, buscarnos la vida.
Cuando este problema cae en representantes de la colectividad, nos lleva a un camino en que utilizarán las partidas presupuestarias asignadas a la inmigración, y las compararán con las de la emigración, sin tener en cuenta que nuestro país tiene una necesidad real de atraer inmigración para asegurarnos un futuro con una economía que pueda crecer y que pueda pagar unas pensiones que siguen creciendo con la pirámide de población.
Aquellos que promueven estas actitudes no deberían quejarse cuando sufran en sus carnes las consecuencias de actitudes similares, o sus hijos sean menospreciados y ofendidos, aun cuando nunca se llegara a tratarlos como aprueban que se trate a los menores no acompañados en nuestro país… que son niños, no olvidemos.
El Gobierno actual con las medidas sociales que ha estado aprobando está demostrando una sensibilidad hacia las necesidades de diferentes sectores que han sido olvidados por los anteriores ejecutivos. Los emigrantes somos uno de esos colectivos, y aunque se está tardando en devolvernos el voto, o en cambiar la ley de nacionalidad, o en mejorar los planes de retorno, parece que tienen encaminadas algunas de estas propuestas y esperamos que se cumplan todas ellas.
Este Gobierno es nuevo, las otras combinaciones anteriores han hecho poco por nosotros, y creer que el partido antiinmigrantes va a hacer algo por los emigrantes no es solo inocente y estúpido, es igualmente peligroso.
En el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, órgano consultivo que el Gobierno usa para escuchar a la diáspora (cuando deciden convocarnos), necesitamos interlocutores que no solo escuchen, sino que además actúen para mejorar nuestras vidas como emigrantes, en ambas direcciones. No necesitamos banderas grandes, ni enfrentarnos a los inmigrantes… el mango de la sartén está en manos de los políticos.