Contemos a los hombres que asesinan
Esta semana nos han vuelto a sacudir las terribles cifras de la violencia machista: 20 hombres han asesinado a sus parejas o ex parejas mujeres en lo que va de año en este país. El doble de hombres asesinos por violencia machista que el año pasado. 995 hombres han arrancado la vida de las mujeres con las que mantenían una relación sentimental desde 2003. Otros hombres han matado a más mujeres, pero sus crímenes no se contabilizan porque ellas no eran sus parejas ni sus exparejas. Eran amigas, compañeras, vecinas, inmigrantes, prostitutas... Aunque esos hombres también las mataron por su condición de género, al parecer sus actos no cuentan.
Los 995 hombres contabilizados que mataron a mujeres por violencia machista también han asesinado a 28 menores y dejado huérfanos a 238 desde que se empezaron a registrar los crímenes por violencia machista. En esa lista habría que incluir a los hijos e hijas de las amigas, compañeras, vecinas, inmigrantes y prostitutas a las que los hombres no contabilizados también arrancaron la vida.
Muchos de estos hombres asesinos habían sido denunciados previamente por las mujeres, pero la ley no hizo nada para detener sus actos, o no fue suficiente. Hoy algunos de ellos están en la cárcel. Otros huyeron. Otros disfrutan de sus vidas y pasean libremente. Poco sabemos acerca del perfil de estos criminales. ¿Disfrutaron maltratando a sus víctimas? ¿Acaso no supieron gestionar su ira? ¿Se arrepienten? Muchos “parecían” buena gente, o eso dicen los vecinos. Algunos de ellos son tus amigos, compañeros e incluso familiares. A algunos probablemente te los habrás cruzado. A todos (sin excepción) les hemos reído los chistes, justificado su carácter y restado importancia a su comportamiento machista cotidiano. Este tipo de asesinatos no se comete así, de repente. Viene avalado. Es el resultado de muchos pequeños gestos socialmente aceptados. Esos hombres no aparecieron de la nada, estaban ahí todo el tiempo y se han ido educando en una cultura que alimenta la desigualdad. ¿Podríamos haberlo evitado?
¿Quiénes y cómo serán los próximos hombres asesinos? ¿Es posible que seas tú uno de ellos? ¿Crees que se te podría “ir la mano” en un momento dado? Esos hombres que mataron a mujeres probablemente nunca se hayan considerado a sí mismos asesinos. Quizás en algún momento lo desearon, pero hay quien defiende que lo pensado, por inmaterial, no es peligroso ni es pecado.
Lo que no se nombra no existe. Nos hemos acostumbrado a contabilizar a las mujeres asesinadas, a nombrarlas e incluso a describir detalladamente los maltratos que padecen. Pero ni una palabra sobre quienes ejercen esa violencia. Para los medios ellas son las mujeres que “mueren”. Los hombres que asesinan no forman parte del sujeto de la oración, pero tampoco del relato. No están. No aparecen. Nadie describe lo que sienten, cómo son, ni qué rasgos tienen. Les ignoramos incomprensiblemente. Estos hombres deberían contar, y mucho, para toda la sociedad. No sólo son hombres que crean problemas, también son hombres que tienen problemas. Una mujer asesinada por un hombre machista significa el fracaso de una sociedad. Un hombre machista que mata a una mujer también es nuestra responsabilidad.
Meter a personas en la cárcel no debería dejar tranquilo a nadie. Nuestro reto es trabajar para que no haya mujeres asesinadas, pero tampoco hombres que maten. Para eso es necesario empezar reconocerles y mirarles. No sólo es importante nombrar sino también de qué manera se hace. De nada sirve contabilizar a las mujeres muertas si no incluimos el origen del problema en el balance.