Ordóñez: "Se me hiela la sangre viendo lo hecho por el PP, el partido de mi hermano, con ETA"
La presidenta de COVITE denuncia que se ha cedido a los terroristas el "derecho a la justicia" de las víctimas y que los populares son "los que más los han blanqueado".
A Consuelo Ordóñez (Caracas, 28 de diciembre de 1959), ETA le mató a su hermano Gregorio en enero de 1995, en San Sebastián, donde era concejal del Partido Popular. La abogada se tuvo que reconvertir en activista y, desde entonces, es uno de los rostros más reconocibles en la lucha de las víctimas del terrorismo en España. Han pasado 10 años desde que la banda criminal anunció que dejaba de asesinar y lo que estamos viviendo ahora es, afirma, “lo mejor que nos ha pasado como país, porque ETA no nos mata”. Y, sin embargo, esa “obviedad feliz” tiene para ella “muchos matices, muchas mentiras y mucho blanqueamiento”. A quien más apunta con el dedo es al partido de su hermano, un PP al que ya “no hay quien reconozca”, se duele la presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo, COVITE.
“Lo que te voy a contar no lo va a contar nadie en este aniversario. No interesa, es políticamente muy incorrecto, porque es la verdad”, arranca su conversación con El HuffPost, a través del teléfono. Rememora Ordóñez el 20 de octubre de 2011, cuando ETA anunció su cese definitivo de la violencia, de la muerte, el secuestro, la extorsión y el amedrentamiento. ¿Se lo creyó? “No, no, lo viví con total escepticismo. ¿Cómo creerlos, con la cantidad de treguas que llevábamos, que siempre rompían? Justo nosotros, COVITE, nacimos en el contexto de una tregua, la de 1998 y José María Aznar, cuando decía lo de “movimiento de liberación nacional” y que las víctimas teníamos que olvidar y pasar página. Aquello acabó, como siempre, con más sangre de inocentes”.
Ya entonces, al parir su organización, Ordóñez recuerda que en su comunicado fundacional expresaron que no querían ser “víctimas de la paz”, porque cuando se inicia una negociación “siempre hay un precio a pagar”. Pasados los años, cuajados los contactos entre el Gobierno del PSOE, con José Luis Rodríguez Zapatero al frente, y la banda etarra, sostiene que no estaban “equivocados” en su advertencia: “Lo que nos ha quedado es impunidad, impunidad e impunidad, un alto precio a pagar que se olvida en estos días”.
Basa sus afirmaciones en su “seguridad” de que unos y otros quedaron conformes con el acuerdo para evitar más muertes pero sin que las víctimas encontrasen en ese consenso su espacio y su reparación. ”¿Nos van a reconocer que desmantelaron los servicios de información y no se persiguió a ETA como se debía, desde entonces? ¿Que no se ha detenido a gente que se tenía que detener? Nunca. No les interesa nada. He estado luchando, sabiendo cada mañana que mi vida estaba en peligro, así que si no me callé entonces, no lo haré ahora. Quiero que se haga justicia con las víctimas, que somos las que lo estamos pasando mal. Que se reconozca que ese precio se pagó y se paga”, sostiene.
A su juicio, ETA no va a volver a matar, ” ya está en las instituciones”, pero no quiere que haya quien “se ponga la medallita diciendo que ha acabado con ETA con las armas del estado de derecho”. “No es así, se hizo una negociación y el final ha sido pactado. Y en una negociación, todos han de ceder y cumplir con lo dicho. Hay que decir alto que, más allá de todo lo que ha hecho que no haya muertos y de lo que nos felicitamos, se ha cedido a ETA un derecho que era nuestro, que es el derecho a la justicia. Sólo quiero que eso sea reconocido por este país”, ahonda.
Pone sobre la mesa datos que “evidencian”, dice, que se aflojó la soga en materia policial, cuando hay más de 377 asesinatos sin resolver, entre otros, los de los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada, los últimos muertos, en julio de 2009, “cuyos autores siguen por ahí”. Los han pedido a Presidencia y desvelan que entre los años 2008 y 2011, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado llevaron a cabo 342 detenciones en relación con la banda terrorista; “es decir, en un periodo de dos años, se llevaron a cabo 98 detenciones más que en un periodo de 10 años que va desde 2011 a 2020″, sostiene un informe de COVITE elaborado sobre estas cifras oficiales.
“Han sido años muy duros para nosotros viendo esta deriva”, relata Ordóñez. Recuerda primero la llamada Conferencia Internacional para la resolución del conflicto en el País Vasco en Aiete, de la que también se han cumplido ahora 10 años —“un circo, parecía la NASA aquello. Pero las víctimas no estaban”— y, luego, el fin de la violencia oficialmente anunciado. A la activista le parece que Zapatero, “al final”, acabó reconociendo que la solución fue acordada y no impuesta policial y judicialmente, como a ella le hubiera gustado, pero lo que más lamenta es que asumiera ese acuerdo el PP de Mariano Rajoy, que llegó al poder en diciembre de aquel 2011 tras haber hecho de los contactos con ETA uno de sus principales caballos de batalla de oposición al PSOE.
“El acuerdo tenía la aceptación de que, si Rajoy ganaba en elecciones de diciembre, también iba a cumplir esas exigencias, con trampas al estado de derecho. Ellos celebraban ese triunfo aquel día, pero nosotros no lo sabíamos, sólo desconfiábamos de ETA, porque nunca cumplía sus treguas. Hemos aprendido mucho, mucho, mucho en el camino”, dice alargando mucho las úes.
“Fuimos los primeros que empezamos a denunciar lo que pasaba. Rajoy se pasó el tiempo haciendo oposición a Zapatero con la negociación, como siempre, lo convirtió en una seña de identidad del PP, usando siempre a las víctimas y poniéndonos por delante, sacando rédito político ante el electorado. Es un partido que no ha aprendido nada de mi hermano, que nunca lo tuvo de ejemplo. Se han situado en las antípodas y están como están”, denuncia, citando por primera vez en la conversación al concejal muerto de un disparo mientras comía con sus compañeros.
En 2011, denuncia Ordóñez, “Rajoy ya no hizo oposición a Zapatero con ese tema. Sorpresa. ¿Por qué? Porque también él había llegado a un acuerdo. Rajoy negoció con Zapatero y se pusieron de acuerdo en que si él llegaba a presidente, cumpliría con esa hoja de ruta. A él le pidieron que controlase al movimiento asociativo de víctimas, como añadido. Yo me lo creí, nosotros nos creímos a Rajoy como millones de españoles, pero bajo cuerda había otro plan”, insiste.
Para ella, la vía política no hubiera sido necesaria porque, más temprano que tarde, ETA iba a caer, “sin cesiones”, gracias a la lucha de la Guardia Civil, la Policía Nacional, los servicios de Información y espionaje y la justicia. “Estaba más debilitada que nunca, sólo había que mantener la batalla. Ese es el estado de derecho en el que yo sí creo. Lo voy a seguir diciendo hasta que me muera: con esas herramientas la habríamos derrotado antes que negociando, y sin peaje”.
Enumera los pasos que llevaron a ese debilitamiento, que ella vio, “porque estaba allí, no como otros”. Entiende que la ilegalización de la rama política de ETA fue “definitiva” para dejarlos tocados, de ahí que “la primera exigencia en la negociación fuera legalizar los brazos políticos”. “Y el resto ya era impunidad. No me detengáis a la gente, excarcelarme a la gente, derogadme la doctrina Parot... Lo han logrado, una cosa tras otra, hasta pintar este aparente final sin vencedores ni vencidos que ahora se festeja”, dice.
Con todo lo que suponía el dolor del terror en carne propia o próxima, Ordóñez no duda en decir que, aunque las víctimas lo estaban pasando “muy mal” en 2011, “lo peor estaba por pasar”. “Hablo de cuando llegó el PP. Zapatero no engañó a nadie, oficializó el diálogo, tuvo el aval del Congreso, del país, y dijo que iba a acabar con ETA negociando con ellos. Fue claro. Otra cosa es que niegue el precio político. Pero, ¿y Rajoy?”, se pregunta.
Ella misma se responde. Dice que en marzo de 2012 se sentaron con su Gobierno, pensando que darían marcha atrás a lo pactado, y le pidieron renovar el Tribunal Constitucional y garantizarse que no se legalizaba Sortu. “Cuando se nos quitó la venda fue cuando llegó junio de ese año, se legalizó el partido y a los pocos días PP y PSOE se ponen de acuerdo para renovar el Constitucional. La primera exigencia de ETA, ya la tenían cumplida”, denuncia.
No escatima reproches al PP y a Rajoy por su actitud en este tiempo. Habla de “desfachatez”, “opacidad”, “mentiras”... Cuando sacaron mayoría absoluta, Ordóñez no recibió la llamada del presidente. Otras asociaciones “más próximas” al PP, sí, para “escenificar que las víctimas, todas, estábamos con ellos. Fue muy doloroso. Dieron la orden de acabar conmigo” sentencia, incluso.
Pero “les salió mal, el tiro por la culata, no han podido nunca”, dice elevando la voz. Repite que hay gente a la que puede extrañar lo que dice, porque asumen que siendo su hermano del PP ella tiene que ser forzosamente conservadora o “seguidista” de la formación de derechas. “Somos de las víctimas, que son tan variadas como la sociedad, por eso peleamos por ellas, contra quien sea”, enfatiza. También contra Rajoy: “Nunca he tenido una relación peor con un Gobierno que con el suyo”, afirma, por si hay dudas.
“Me negaban las reuniones con ellos. Acabé fatal por pedir respuestas. ¿Ahora de pronto en la Guardia Civil son unos negados que no pueden detener a nadie? Los que estaban sin detener, asesinos y colaboradores necesarios, siguen ahí. ¿Tú has visto la operación policial de disolución de ETA? Nadie la ha visto y es la que debería suponer la carta de defunción real de ETA. Nadie responde a eso”, se queja.
Y va a más: “La peor operación de blanqueo que se ha hecho de ETA en este país la acometió el PP, el Gobierno de Rajoy. ¿Crees que era motivo de celebración el circo de las armas entregadas? Es humillante para las víctimas, porque por fin ETA había logrado que no se diera la foto de su derrota, de los arrestos y el fin, la foto de la disolución protagonizada por las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, como pasa con cualquier banda criminal terrorista en cualquier país democrático”.
El tiempo pasado entre el anuncio del fin de la violencia y la disolución de ETA, entre 2011 y 2018, no supone para ella una espera ni una congelación de lo pactado, sino que lo explica como una “mera comprobación” de que “el Gobierno de Rajoy estaba siendo efectivamente obediente y estaba cumpliendo las exigencias pedidas”.
Pone como ejemplo la excarcelación de la etarra Inés del Río, cuyo caso fue revisado por el Tribunal de Estrasburgo y puso fin a la doctrina Parot, al condenar a España por aplicar retroactivamente dicho ordenamiento. Denuncia la comparecencia de los entonces ministros de Interior, Jorge Fernández Díaz, y Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, para “exigir a la Audiencia Nacional, sin reparar en la separación de poderes” que aplicase “de forma extensiva y urgente” el fallo. “En ese caso no hubo proceso, sino prisa”, señala.
Enumera el fin de la Parot, la legalización de Bildu y Sortu, la excarcelación del etarra Bolinaga... “Lo hemos visto, día a día. A mí se me ha helado la sangre durante siete años y medio viendo lo que hacía el partido de mi hermano con ETA en el poder. Utilizando a las víctimas, con el peor respeto. Nadie nos ha tratado peor que el PP cuando ha gobernado, utilizándonos como cosas. Y por decirlo soy su enemiga”, reprocha.
¿Alguien la ha llamado del partido para avalar lo que dice o transmitirle que tiene razón en algún punto? Ordóñez se revuelve al teléfono. “No, ¿¡estás loca!? Levanta el teléfono y pregunta a alguien del PP y te dirán que dejes el tema. Tengo amigos de la izquierda de toda la vida que, cuando preguntan por mí a los del PP, ven que les hacen los ojos chiribitas, como si les nombran a Satanás”, descarta. “No estoy para contentar al PSOE o al PP —prosigue—. Conmigo se han portado de pena pero yo lo que quiero que se cuente ahora que lo que estamos viviendo es lo mejor que nos ha pasado como país, ETA no nos mata. No se ha vivido mejor nunca como ahora, pero eso ha tenido su coste”.
Cayetana Álvarez de Toledo, la que fuera portavoz del PP en el Congreso, dijo en una entrevista, en diciembre de 2019, que “el momento político actual es más difícil que cuando ETA mataba”. Consuelo Ordóñez ya le contestó en su momento, pero viene al hilo y recupera aquel episodio. “Es claro que estamos mejor, quien diga lo contrario es un desgraciado, por eso me enfadé tanto con Cayetana. No lo voy a consentir, es una indecencia, comparar con cuando te mataban por defender la siglas de tu partido”, remacha. Pero una verdad, dice, no quita la otra, “y este país necesita verdad”, tiene una “deuda infinita” con las víctimas, porque son las que han pagado “esta paz que disfrutamos todos”. “Eso es lo que quiero: que se haga justicia con las víctimas”, repite.
En esta entrevista, previa al perdón pedido públicamente por Arnaldo Otegi, el coordinador general de EH Bildu, la abogada vasca también recordaba que era una deuda pendiente que no se le había exigido al mundo abertzale, como tampoco ayuda para solventar los casos abiertos. Consultada por la Agencia EFE, Ordóñez señalaba: “Evidentemente, en las palabras de Otegi hay una novedad”. Habla de “salto cualitativo” porque “está reconociendo el daño personal causado por ETA a las víctimas y que ETA nunca debió de haber existido”. “Eso está bien y lo valoramos positivamente”, asume.
También se escandaliza de que la política penitenciaria, que “nunca” había sido objeto de pelea política, se haya tomado también como arma arrojadiza en estos meses, coincidiendo con el programa del Gobierno de acercamiento de presos de ETA a cárceles vascas. “También en eso el PP es indecente, desleal y ha jugado sucio”, ataca nuevamente. En 2018 llegó Pablo Casado, señala, y comenzó a usarla como reproche. “Ellos han acercado y excarcelado, como nadie”, replica.
Pasados los años, casi cree que hubiera venido mejor a España un acuerdo similar al del fin del IRA en Irlanda del Norte o las FARC en Colombia, países donde se ha explicado “el precio político a pagar” sin “cinismos”. Pero “no, en este país no, porque si no mintieran, los políticos no serían políticos”, acusa.
″¿Quién te ha contado esto?”, dice, a modo de resumen, cuando la entrevista decae. Una contundencia que contrasta con los balances más positivos de estos días. Esperanzas de mejora no tiene, pero sigue “peleando”. Con una única guía: “Yo ya solo creo en mi hermano. No sé dónde está, pero en eso encuentro la fuerza”.