Cómo puede afectar el movimiento Black Lives Matter a las elecciones estadounidenses
Entre las manifestaciones antirracistas en todo el país y la pandemia del coronavirus, Donald Trump empieza a caer en las encuestas.
Las protestas antirracistas que están teniendo lugar por todo Estados Unidos han sacudido la opinión pública del país como un terremoto que podría hacer temblar la Casa Blanca en noviembre.
Desde el asesinato de George Floyd a manos de un agente de policía el pasado 25 de mayo, los apoyos al movimiento Black Lives Matter han subido como la espuma. Uno de cada dos estadounidenses están a favor de las protestas, según una encuesta reciente de un sondeo HuffPost/YouGov, y la mayoría de ellos cree que la muerte de Floyd es un ejemplo del tipo de tratamiento que reciben los hombres negros por parte de la policía.
Los resultados muestran un cambio radical en la actitud de los estadounidenses (sobre todo los blancos) con respecto a la discriminación generalizada que existe en la sociedad en general y las fuerzas del orden en particular.
Mientras tanto, el apoyo popular del presidente Donald Trump se ha desplomado en un contexto de agitación social al que hay que sumar el creciente número de víctimas y el desastre económico causados por el coronavirus.
Según un sondeo realizado por Gallup esta semana, la tasa de aprobación de Trump ha bajado hasta el 39%, lo cual supone una diferencia de dos cifras en comparación con el 49% que obtuvo hace dos semanas.
Lo más llamativo de todo esto es que Trump ha perdido fuelle entre dos grupos religiosos muy importantes en su base electoral: los católicos y los evangelistas blancos.
Estos dos grupos fueron los que más apoyaron a Trump en las elecciones de 2016, y el presidente necesita que sus integrantes voten su candidatura en noviembre si quiere superar la reválida.
Preocupación en la Casa Blanca
Parece que hay tensión en la Casa Blanca. En abril, después de que una encuesta predijera la victoria por la mínima del supuesto candidato demócrata Joe Biden en las elecciones generales, el presidente se apresuró a quitar hierro al asunto.
“No creo en las encuestas”, dijo Trump a Reuters. “Creo en la inteligencia de la gente de este país. No van a elegir a un incompetente”.
Sin embargo, esa indiferencia se ha desvanecido ahora que los números no acompañan. Esta semana, después de que una encuesta de la CNN pusiera a Trump nada menos que 14 puntos por debajo de Biden, los responsables de su campaña de reelección han exigido a la CNN que se retracte y pida disculpas por la encuesta, ya que estaba diseñada para “confundir a los votantes estadounidenses”. La CNN ha defendido la integridad del sondeo.
Además, ente bambalinas, Trump ha estado gastando millones de dólares en propaganda electoral en estados en los que ganó en 2016, como Ohio, Iowa y Arizona, muestra de que esta convocatoria puede estar mucho más reñida de lo que esperaban el presidente y los suyos.
En Ohio, que en su momento estuvo muy disputado pero ha sido popularmente republicano durante años, Biden está a la cabeza según algunas encuestas. Si Biden ganase en estados como Arizona y Georgia, el camino de la reelección se le pondría muy cuesta arriba a Trump. Si bien es cierto que su sorprendente victoria en 2016 demostró que los sondeos a veces se equivocan.
Aún quedan meses para las elecciones
Puede que Trump esté preocupado por sus perspectivas electorales, pero su círculo no parece estarlo, al menos de cara a la galería.
Algunos de los principales senadores republicanos creen que es muy pronto para alarmarse, ya que aún quedan meses para las elecciones y la economía está empezando a recuperarse de la pandemia del coronavirus (no obstante, es muy probable que tarde años en ser lo que era, sobre todo si se produce un rebrote que vuelva a hacerla retroceder).
“Queda mucho hasta noviembre. Está más lejos en el futuro de lo que está el intento de destitución del presidente en el pasado, y parece que eso fue hace siglos”, ha declarado esta semana el senador Roy Blunt de Misuri al HuffPost.
Mitt Romney, senador republicano de Utah que suele mostrarse crítico con el presidente, ha afirmado que Trump volverá a ganar.
“Llevo mucho tiempo diciendo que el presidente volverá a gobernar y lo mantengo”, ha declarado Romney.
Por otra parte, que los conservadores religiosos no estén de acuerdo con Trump ahora mismo no significa que no le vayan a votar.
“Son presos de Trump”, ha explicado al HuffPost el historiador John Fea del Messiah College, experto en evangelismo americano.
“Tienen que apoyarle porque necesitan que gane en noviembre si quieren avanzar en la lucha contra el aborto, la libertad religiosa y otros de los problemas que ven en la sociedad para hacer que Estados Unidos sea ‘grande otra vez’. En otras palabras, que vuelva a ser una nación cristiana”.
Para Trump, esta crisis es una oportunidad
Aunque sus resultados en las encuestas van a peor, Trump ha aprovechado esta crisis como una oportunidad para presentarse como el presidente de la ley y el orden con un objetivo: convertir la campaña en una guerra cultural en la que los republicanos podrían llevar la voz cantante.
Biden se ha reunido con la familia de George Floyd y dice que “escucha y comparte el profundo dolor y la frustración de aquellos que piden a gritos un cambio”. Trump, por su parte, ha optado por seguir una línea dura contra el llamamiento a “desfinanciar el cuerpo de policía”.
En una reunión con altos cargos de las fuerzas del orden celebrada en la Casa Blanca a principios de esta semana, Trump destacó que los agentes de policía de Estados Unidos son “muy, muy buenos” y rechazó tajantemente cualquier reforma o cierre de los departamentos policiales.
“No va a haber desfinanciamiento”, dijo Trump. “La policía no se va a desmantelar. La policía no va a desaparecer”.
La idea de destinar menos dinero público a la policía ha adquirido bastante protagonismo en el debate político, pero las encuestas indican que los cambios de esta índole siguen siendo muy impopulares entre los estadounidenses.
Una encuesta de HuffPost/YouGov publicada el viernes muestra que la mayoría de los estadounidenses están a favor de reformas como prohibir las maniobras de estrangulamiento, aclarar las circunstancias en las que se puede usar la fuerza y facilitar el acto de denunciar a los agentes de policía. Solo el 7% de los encuestados cree que el sistema policial del país debería seguir tal y como está.
Sin embargo, cuando se trata de desfinanciar a la policía, solo el 27% de los estadounidenses apoya la idea.
Es más, según una encuesta de HuffPost/YouGov de principios de esta semana sobre la posibilidad de reducir el presupuesto de la policía y aumentar el de los trabajadores sociales y los profesionales de la salud mental, la mayoría no está de acuerdo con la redistribución: el 44% se muestra a favor y el 46% en contra.
Biden ha dejado claro esta semana que no es partidario de reducir la financiación de la policía para desviar algunas de las críticas de Trump, pero los partidarios del presidente creen que pueden vincular al candidato demócrata a esta iniciativa.
El jueves apareció un anuncio de campaña de Trump que decía que Biden “no se atreve a enfrentarse a la izquierda radical que quiere desfinanciar e incluso desmantelar la policía”.
“Los demócratas han tenido gestos de complicidad con el movimiento Defund the Police, por mucho que Biden intente esconderse”, ha declarado al HuffPost un veterano asesor de la Casa Blanca.
Otro asesor dijo que oponerse a los que apoyan el desfinanciamiento de la policía podría ser una de las piedras angulares de la campaña de Trump incluso si los demócratas deciden no respaldar expresamente la idea.
“Nos han hecho un buen regalo”, comentó este asesor.
Para ganar, Biden necesita el apoyo de la población negra
Los simpatizantes de Biden creen que su capacidad para aprovechar el impulso del movimiento Black Lives Matter puede ser una de las claves de su victoria el próximo otoño.
Su popularidad entre los votantes negros de más edad, debida en gran parte a su papel de vicepresidente en la administración de Barack Obama, lo ha ayudado en su nombramiento como candidato demócrata este mismo año.
No obstante, a Biden le cuesta seducir a las generaciones más jóvenes de este colectivo, que se han mostrado muy críticas con su apoyo al endurecimiento de las penas en los años 80 y 90, algo que contribuyó al encarcelamiento en masa de gente negra.
También le han acusado de dar por hecho que los negros le votarán. En mayo, Biden tuvo que pedir disculpas por bromear en una entrevista diciendo: “Si no tienes claro si debes votarme a mí o a Trump, entonces no eres negro”.
“Me pasé de listo”, dijo Biden. “No debería haberme expresado con tanta arrogancia”.
Los jóvenes que no votaron a Biden en las primarias son “los mismos que están protestando ahora mismo en las calles y que consideran que su paso por la política es el culpable de todo este sufrimiento”, declaró a Politico el encuestador demócrata Terrance Woodbury, que había realizado una serie de estudios con grupos de discusión de Black Lives Matter a principios de año para responder a la pregunta de por qué los jóvenes negros no tienen ganas de votar. “Se necesita cierta redención”.
Biden cada vez recibe más presión para elegir a una mujer negra como candidata a la vicepresidencia, así enviaría un mensaje a estos votantes y demostraría su compromiso con la justicia racial.
El problema de los demócratas no es que los jóvenes negros voten a Trump. El problema es que Biden no les entusiasma y, si no ven clara la posibilidad de que se produzca un cambio real en el sistema, pueden quedarse en su casa el día de las elecciones, lo cual se lo pondría más fácil a Trump.
Otras cuestiones, como el caos que muchos vivieron en Georgia esta semana, donde miles de votantes hicieron colas de hasta siete horas a lo largo de varios edificios durante las elecciones primarias del Estado, también podrían disuadir a la población negra de ir a las urnas en noviembre.
“En estos momentos, la gente está desencantada con las instituciones”, ha declarado a Politico Branden Snyder, director ejecutivo de una asociación de Detroit que trabaja para movilizar a los votantes de colectivos racializados.
“Me preocupa que muchos de los que vayan a votar por primera vez, principalmente los jóvenes, prefieran no formar parte del sistema”.