Colón-oscopia fotográfica
El discurso no radica en el lenguaje, ni siquiera en su significado, sino en su creencia.
Sube por la Calle Mayor un tipo tirando de un carrito con un niño pequeño ¡Buenos días… buenos días! Alzando la mano derecha, repite a cualquiera que se cruce en su camino. Alterna el paseo con algunas paradas frente a las mesas de las cafeterías. Para extender una gran bandera falangista necesita sus brazos. Siempre suele hacer viento, pero ese día no. La isla jamás sopló aires a cualquier bandera. Al bajarse la mascarilla muestra su sonrisa y exclama su estúpida consigna… “ ¡Una, Grande y Libre ! ”. Los viandantes más jóvenes no reconocen la bandera y menos su significado, pero unos hombres de mediana edad aprovechan la pose para hacer una foto. Falangista, niño, carrito y bandera componen la fotografía. Orgulloso de su exhibición callejera prosigue ajeno al ridículo público, comentado entre risas por sus fotógrafos. Si en Madrid se manifiestan miles de compañeros patriotas, él se basta solo para hacerlo en Lanzarote. Las juventudes falangistas de antaño ahora son viejos que huelen a rancio acompañados de las futuras “juventudes hitlerianas ”, de momento en pañales.
En Alemania exhibir algún signo nazi supone un delito perseguido y condenado. En España la derecha airea impunemente la iconografía de un franquismo hermanado con el nazismo.
Crecidos por sus políticos populistas, los fachas aparecen en las citas convocadas por la libertad empuñando banderas fascistas. Lucen todo tipo de símbolos atribuidos a regímenes absolutistas, genocidas, racistas y xenófobos en cualquier lugar. Es innecesario repetir la “foto de Colón”, cuando la derecha española hace ya tiempo que está retratada.
En el caso de Vox, la contradicción sirve de excusa camuflada. Sus simpatizantes son capaces de lucir una esvástica o un yugo con flechas y a la vez tener a un candidato negro en sus filas. La fe ciega es siempre mayor que la verdad. El “PePulismo” más hábil está encarnado por Ayuso (ayusismo). Muchos consideran a Díaz Ayuso una santa y la reina del pueblo. Misa, toros y cañas triangulan una idea sobre la libertad bastante acotada y simple, pero les funciona. Sobre la complicidad obligada del rey, los indultos a catalanes separatistas y un gobierno bolivariano, Ayuso construye un nuevo mensaje triangular. Sabe que le basta con que la gente crea que el gobierno obliga al rey a hacer algo que el monarca no quiere. Sabedores de la mentira los listos comprarán esta idea por interés, el resto lo hará por simple idiotez.
El discurso no radica en el lenguaje, ni siquiera en su significado, sino en su creencia. Si se cree, aun siendo imposible, se convertirá en una realidad popular.