Shireen Abu Akleh: seis meses buscando responsables y reparación por la muerte de la periodista
Israel ha asumido que pudo tirotear a la informadora palestina por error, pero no busca culpables. Su familia pelea en todo el mundo para que su caso no caiga en el olvido.
La periodista palestina Shireen Abu Akleh, un referente entre los informadores de Oriente Medio, estaba cubriendo una redada del Ejército israelí en Yenín (Cisjordania) cuando recibió un disparo en la cabeza. Iba perfectamente identificada, con chaleco y casco en los que se leía la palabra press (prensa) e iba acompañada de otros redactores y cámaras, un grupo visible. De ese crimen se cumplen hoy seis meses. En este tiempo se han obtenido respuestas, pero no se han asumido responsabilidades ni ha habido reparación alguna. Su familia y sus compañeros intentan que su caso no caiga en el olvido y ha acudido a la ONU, al Tribunal Penal Internacional y hasta al papa Francisco.
Los hechos
El 11 de mayo de 2022, el Ministerio de Salud palestino confirmaba que las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) habían disparado y asesinado a Abu Akle durante una redada en un campo de refugiados. Recibió un tiro en la cabeza y fue trasladada al Hospital Ibn Sina, donde se confirmó su muerte. Tenía 51 años. En el mismo ataque, otro periodista, Ali Asmoadi, de Al Quds, recibió un disparo en la espalda pero sobrevivió; había hasta seis reporteros sobre el terreno. Otros dos palestinos fueron llevados a un hospital a causa de heridas leves tras la misma incursión.
Inicialmente, se afirmó desde Tel Aviv que milicianos palestinos habían disparado a sus soldados, por lo que estas habían respondido abriendo fuego, pero Al Jazeera, el medio para el que trabajaba la periodista, lo contradijo con imágenes y pruebas sobre el terreno, mostrando que allí no había tiradores palestinos. En las grabaciones de esta cadena y de otros colegas se veía a Abu Akle identificada. El hecho de que fuera alcanzada en una zona desprotegida de la cabeza, sin casco, sugería que se trataba de un acto intencionado.
El 24 de mayo, la cadena norteamericana CNN publicó una investigación en la que indicaba que se había tratado de un ataque selectivo por parte de las fuerzas israelíes. Por su parte, la también norteamericana agencia Associated Press publicó un artículo en el que afirma que obtuvo evidencia que sugiere que el disparo vino de un rifle israelí. Mismas conclusiones alcanzadas por The New York Times, uno de los diarios más respetados del planeta.
El funeral de Abu Akleh tuvo lugar el 13 de mayo en Jerusalén. El convoy se detuvo en el Hospital Francés, donde la policía israelí golpeó a sus dolientes mientras intentaban llevar el ataúd, que estuvo a punto de caer al suelo en una escena impresionante, caótica. Finalmente, fue transportado hasta la Catedral de la Anunciación, ya que era cristiana, para ser enterrado en el cementerio del Monte Sión, en la Jerusalén ocupada, donde descansa junto a sus padres.
Días después de la muerte de Shireen, la Asociación de Prensa Extranjera en Israel (FPA) se mostró “consternada y profundamente conmocionada por el asesinato” y exigió “una pronta investigación” por lo que calificó como “una tremenda pérdida para el periodismo”.
Las investigaciones oficiales
El 5 de septiembre, el Ejército israelí, tras una investigación interna, concluyó que existía una alta probabilidad de que uno de sus soldados hubiese dado muerte “por error” a la periodista. Sin embargo, rechazó investigar penalmente al responsable porque pensó que se trataba de un miliciano palestino, por más visible e identificada que estuviera la informadora, un hecho destacado por organizaciones de defensa del periodismo como Reporteros Sin Fronteras (RSF). La familia se mostró “dolida, frustrada y decepcionada” porque, pese a la confirmación, nadie iba a asumir el precio de lo ocurrido.
El primer ministro israelí, Yair Lapid, descartó investigar y procesar al militar que realizó el disparo, alegando que nunca promoverá medidas de este tipo “sólo para recibir el reconocimiento internacional”.
La investigación oficial de la Autoridad Nacional Palestina -que incluyó un examen forense de la bala letal, a la que tuvo acceso tras la atención hospitalaria de la periodista- llegó a afirmar que el disparo “fue deliberado”, ya que no había ninguna amenaza donde se encontraban los cuatro periodistas, identificados con chalecos azules etiquetados como prensa.
Luego, en un examen forense de la bala supervisado por Estados Unidos, su Gobierno indicó que Shireen fue “probablemente” asesinada por disparos israelíes, aunque no era posible determinarlo con certeza, una afirmación que molestó a los palestinos y a la familia Akleh. La periodista tenía pasaporte norteamericano y por eso los suyos habían rogado a la Casa Blanca que exigiera explicaciones y responsabilidades por este caso, de una nacional, por más que Washington y Tel Aviv sean “los mejores aliados nunca vistos”, en palabras del presidente Joe Biden.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, por boca de su portavoz, Ned Price, había pedio a Israel que rindiera cuentas por este caso. Poco más. Biden ya ha rechazado dos veces la solicitud de la familia de una reunión cara a cara y no ha habido más investigaciones independientes por su parte.
La investigación más potente ha venido por parte de Naciones Unidas. En junio, confirmó que fue Israel quien mató a la palestina. “Los disparos no provinieron de palestinos armados, como inicialmente defendieron las autoridades israelíes”, dejaba claro, y tildaba de “alarmante” que las IDF no indagasen más sobre lo ocurrido.
Su informe se fundamentó en información proveniente de las fuerzas armadas israelíes y la Fiscalía General palestina y además los expertos de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos también visitaron la zona donde se produjo el asesinato, examinaron material fotográfico de vídeo y entrevistaron a testigos. Entre otras cosas, también apuntaba a que no hubo ningún aviso de peligro a los informadores allí desplegados.
Buscando justicia
El pasado septiembre, el Sindicato de Periodistas Palestinos y la Federación Internacional de Periodistas (FIP) presentaron una nueva demanda ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) en nombre de la familia de la periodista. El hermano de Abu Akleh, Anton, señaló en La Haya, al presentar el recurso, que harían “todo lo necesario” para garantizar la rendición de cuentas por su asesinato. “Como defendemos nosotros y como indican otros informes, hubo más de 16 disparos hacia Shireen y los medios y sus colegas que estaban en ese lugar (...). Incluso atacaron a la persona que estaba tratando de llevarla a un lugar seguro después de que se derrumbara”, insistió. “Cualquier persona que dispare a la prensa está tratando intencionalmente de matarla”, remarcó.
La TPI decidió en 2021 que tiene jurisdicción sobre la violencia y los crímenes de guerra que han ocurrido en los territorios palestinos ocupados, un avance clave tras el reconocimiento del país como estado observador, no miembro, en Naciones Unidas, ocurrido en 2012.
El pasado 26 de octubre, el papa Francisco a la familia de la periodista palestina en Roma. “Mi familia y yo nos dirigimos al Vaticano por invitación del papa Francisco para una reunión sobre mi tía Shireen Abu Akleh y la lucha de nuestra familia por la justicia. Las personas de conciencia de todo el mundo continúan haciéndose eco de nuestros llamados a la rendición de cuentas”, escribió la sobrina de la periodista, Lina Abu Akleh, en sus redes sociales. Ella se ha convertido en la voz más peleona de los allegados de la informadora a la hora de mantener viva su causa.
Esta semana, la Comisión de Investigación de la ONU para Palestina, presidida por Navi Pillay, inició el lunes en Ginebra una semana de audiencias para recoger testimonios sobre la muerte de la periodista, además del acoso a ONG palestinas. “En Israel no sólo hay ausencia de rendición de cuentas, sino que los abusos son incentivados: oficiales, comandantes y soldados israelíes cometen crímenes de guerra y las autoridades les premian por ello”, subrayó en la vista Shawan Jabarin, director de la histórica ONG Al Haq, quien añadió que abusos van en aumento.
Como escribe hoy la periodista Lama Al Arian, primero Israel negó lo ocurrido, luego dijo que Abu Akleh estaba armada con una cámara, luego EEUU ayudó a no ir más allá y al final, las IDF confirmaron que fueron ellas, aunque nadie paga. Es un buen resumen de seis meses de dolor, que han convertido a una profesional querida en un icono en los muros ilegales que rodean Jerusalén Este y Cisjordania, en las calles hacinadas de Gaza, en las redes sociales de los palestinos. Abu Akleh era una palestina más y mucho más que eso.