“Busco a mi gemelo”: la lucha de una familia por descubrir si su hermano fue un bebé robado
La familia Navarro Amador, de Valencia, trata de encontrar a un hermano perdido que, según sus sospechas, pudo ser sustraído por la trama de bebés robados en 1977.
Los hermanos Navarro Amador crecieron siendo cinco –Concha, Teresa, Puy, Ferran y Julio–, pero sabiendo que podían haber sido siete. Porque después de Puy nació un bebé que murió a los 11 días y fue enterrado en un nicho del cementerio de Valencia; y con Ferran el parto fue doble, aparentemente de gemelos varones. De ese gemelo nacido el 8 de julio de 1977, en todo caso, no se supo más.
Mas de 40 años después, la familia Navarro Amador sospecha que ese gemelo pudo ser un bebé robado, lo que contradiría la “historia oficial” contada en su momento por el hospital Virgen del Consuelo de Valencia, donde nacieron los gemelos. “La historia oficial es que el nene falleció ahogado por el cordón umbilical”, cuenta a El HuffPost por teléfono Puy Navarro, una de las hijas mayores de la familia. Lo que pasa es que la madre, Concepción Amador, nunca vio a ese niño, y la familia nunca pudo enterrarlo.
Pese a contar con un nicho en el cementerio, el hospital se empeñó en hacer por su cuenta las gestiones –según el relato familiar–, y el bebé acabó supuestamente enterrado en una fosa común, tres días después de su nacimiento. De esto se enteraría la familia muchos años después, por las pesquisas que iniciaron Puy y Ferran ante las crecientes sospechas de que algo no cuadraba en la versión oficial.
″¿Y si nuestro hermano fue robado?”: empieza la investigación
Las dudas comenzaron aproximadamente en 2016, cuando falleció el padre, también llamado Ferran Navarro, y Puy encontró entre sus papeles un libro de poemas que la llevó hasta un relato sobre un robo de bebés en un antiguo hospital valenciano. “Ahí de repente se me vino toda la historia de mi familia a la mente. ¿Y si nuestro hermano fue robado? Ahí empezamos la investigación”, recuerda. “¿Por qué no sabemos dónde está enterrado ese niño? Si es nuestro hermano”, se repetía.
La trama de bebés robados funcionó en España como una red perfectamente urdida durante la Guerra Civil y el franquismo, extendida después, con ayuda de hospitales, médicos, monjas y órdenes religiosas, hasta bien entrada la Transición. Se estima que hasta 300.000 niños pudieron ser separados de sus familias para ser entregados a otras más pudientes, católicas o afines al régimen. En el hospital Virgen del Consuelo de Valencia, donde nacieron los hermanos Navarro Amador, existen casos constatados que muestran que estas prácticas de sustracción de bebés y adopciones ilícitas se llevaron a cabo. Se sabe, además, por las investigaciones publicadas sobre esta trama, que los ‘robos’ eran más habituales en partos dobles y, sobre todo, contra familias pobres.
La familia Navarro Amador era humilde y numerosa, pero nunca tuvo intención de deshacerse de uno de sus vástagos. La madre, Concepción Amador, cuenta que en el embarazo de Ferran siempre pensó que venían dos bebés por el tamaño de su barriga, cosa que su ginecólogo negó en todo momento. En esa época no era tan común hacer ecografías, y la mujer no cuestionó la opinión del experto.
Hasta el momento del parto, cuando, curiosamente, la atendió otro médico distinto porque el suyo habitual estaba “de vacaciones”. La mujer parió al primer niño, “muy chiquitillo”, e insistió en que tenía “otro”. Entonces “la duermen completamente”, cuenta su hija. “Cuando la despiertan, varias horas más tarde, le dicen que ha fallecido el bebé. Y así se quedó la historia oficial”, zanja. “Se supone que mi papá vio al bebé a través de unos cristales, pero nunca le dieron el cuerpo, a nadie le llevaron al bebé”, recalca Puy. “Toda la vida pensamos que esto era así”.
Las sospechas crecen
En 2017, Puy Navarro se pone en contacto con SOS Bebés Robados, que le aconsejan los pasos a seguir para sospechas de casos así. Desde entonces, la familia ha intentado por diferentes vías formales conseguir un permiso para poder exhumar el cuerpo del presunto bebé fallecido, hasta ahora sin éxito.
Entre esos intentos, sí que obtienen información del cementerio donde supuestamente se enterró al bebé. Primero les confirman que el mismo día del nacimiento de Ferran “no llegó ningún bebé varón al cementerio ni ningún Navarro Amador”. Y entonces vuelven “las sospechas” y tratan de “tirar del hilo”.
Al contactar con el hospital, tienen menos suerte: “Nos dicen que hubo un incendio y que no nos pueden dar los registros”.
En 2018, Puy y Ferran vuelven al cementerio, que les presta el libro de registros de todo el año 1977. “Empezamos a mirar uno por uno los casos, y encontramos que tres días más tarde [del 8 de julio] llega al cementerio el ‘feto de Concepción Amador’, sin incluir lugar de procedencia”, cuenta Puy. “Vemos que está en una fosa común y no entendemos por qué”, señala.
Las denuncias desestimadas: “El bebé está muerto”
En 2019, cuando Puy Navarro se instala de nuevo en España tras dos décadas residiendo en Nueva York, la familia pone una denuncia ante el Grupo de Menores (GRUME) con la intención de “encontrar la verdad”, de que “se exhume el cuerpo”.
Es después la Fiscalía de Valencia la que desestima el caso, al hallar un documento en el Registro Civil firmado por el padre, Ferran Navarro, que indica que “el bebé está muerto”, explica Puy. Se trata de una “entrevista para el Registro Civil de criaturas abortivas”, según la nomenclatura de la época, donde efectivamente aparece la firma del padre, pero que no saca de dudas a la familia.
“Mi madre nunca tuvo ese documento, nunca nos dieron una partida de nacimiento”, replica Puy. “Ahora sí tengo ese documento, y está la firma de mi padre, pero su nombre está mal escrito, y él jamás hubiera firmado algo mal, lo hubiera corregido”, sostiene la mujer.
En lugar de “Rondán”, el segundo apellido del padre, en el documento aparece “Roldán”, un apellido con el que lo solían confundir, y que el hombre siempre corregía, apunta la hija. La familia lamenta no poder contar ahora con la versión del padre, fallecido hace seis años. “A lo mejor mi papá sí supo por qué se quedaron al niño”, se plantea Puy. En cualquier caso, los hermanos no desesperan.
En 2020, la familia vuelve a presentar el caso junto con otros 50 similares por sospechas de bebés robados ante la Fiscalía Nacional, que admite la denuncia colectiva pero remite cada uno de los casos a la Fiscalía de su comunidad autónoma correspondiente. Entonces “la Fiscalía de Valencia por segunda vez nos dice que no hay caso, lo desestima”, lamenta Puy Navarro. Son muchos los casos que acaban sin resolver por la dificultad para obtener pruebas debido al tiempo transcurrido, a la muerte de quienes llevaron a cabo estas ‘adopciones’ o a la destrucción de historiales clínicos.
El plan B: “Busco a mi gemelo”
La familia Navarro Amador ha presentado ahora un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para agotar todas las vías en España antes de llevar el caso a Europa, donde existen precedentes positivos.
Los hermanos insisten en que siempre han querido que se investigue y se resuelva el caso por la vía legal para “conocer la verdad”, por “justicia y reparación”. Pero a la vista de los obstáculos que se están encontrando por el camino, y teniendo en cuenta que la madre, Concepción, empieza a perder la memoria, los hermanos acaban de poner en marcha un plan B: la campaña ‘Busco a mi gemelo’.
En realidad, la idea vino de una amiga de la familia que, sorprendida, un día les dijo que se había encontrado con Ferran por la calle en un barrio de Valencia… pero luego resultó que no era Ferran. “Imaginemos que está vivo”, se dijeron los hermanos, pensando en el gemelo perdido. “Si realmente estuviera vivo nos encantaría que mi mamá lo conociera y que el muchacho supiera quién es su familia biológica”, dice Puy.
Un poco a la desesperada, reconocen, los hermanos han creado la campaña ‘Busco a mi gemelo’, con una web, unos perfiles en redes, una cuenta de correo electrónico (buscoamigemelo@gmail.com) y un vídeo en el que Ferran se presenta y pide ayuda para encontrar a ese bebé que, de estar vivo, debe ser un hombre parecido a él.
“Como buscar una aguja en un pajar”
Puy Navarro hace hincapié en que la familia no busca resolver un caso tan delicado en redes sociales, sino que recurren a esta alternativa por “desesperación”, porque “se nos cierran todas las puertas” y el tiempo corre en su contra. “Sólo nos queda esperar, esperar, esperar… Está siendo como buscar una aguja en un pajar”, admite.
Navarro confiesa que tiene esperanzas en que la recién aprobada Ley de Memoria Democrática “ayude” a las familias que buscan a un miembro perdido, a pesar de que la cuestión de los bebés robados queda algo desdibujada –y acotada al período de la Guerra Civil y la dictadura– dentro de una norma tan amplia.
Lo que establece la Ley de Memoria es que se considerará víctimas a “las niñas y niños sustraídos y adoptados sin legítimo y libre consentimiento de sus progenitores como consecuencia de la Guerra y la Dictadura, así como sus progenitores, progenitoras, hermanos y hermanas”.
En 2018 y 2020, el Congreso de los Diputados ya votó de forma mayoritaria a favor de aprobar una ley específica sobre bebés robados. Sin embargo, cuatro años después de obtener aquel respaldo, la ley sigue paralizada.
Para Puy Navarro, “es necesario que exista una ley fuerte de bebés robados”. La mujer lamenta el tratamiento que se suele dar en España a un tema tan tremendo, cruel y doloroso como la sustracción de hasta 300.000 menores hace no muchos años. “No hay transparencia, hay mucho miedo a que se sepa el pasado. Pero si no somos capaces de enfrentarnos a nuestro pasado, no podremos tener un futuro”, defiende Puy Navarro. “Lo mejor es que aprendamos de los errores de entonces para que esto no se vuelva a repetir”, pide.