Bicicletas, más que nunca
Es necesario pasar de cambios cosméticos y claramente insuficientes a una transformación real de nuestra movilidad.
Yo para ser feliz quiero.. una bici. Me encantan las bicicletas. Soy un bicicletero. No utilizo la bici como deporte, sino como medio de transporte. Es el medio urbano más rápido para distancias cortas y medias, el más saludable y el más económico. Disfruto pedaleando y paseando en bicicleta. He hecho dos ruedas de mis piernas.
Con la pandemia no tenemos más remedio que replantearnos nuestra vida cotidiana. Estamos cambiando algunas costumbres y comportamientos, como por ejemplo la movilidad urbana e interurbana. Tenemos restringida la movilidad, y la hemos hecho más selectiva. El transporte público nos crea en estos momentos mucha desconfianza por el riesgo de contagio. Pero la alternativa no puede ser volver al coche, pues agravaríamos aún más el problema medioambiental que sufrimos.
Es momento de replantearnos a nivel individual nuestra propia movilidad y a nivel colectivo nuestro modelo de movilidad. La bicicleta es la mejor alternativa de movilidad urbana, sin discusión alguna. Pero, ¿por qué la gente no la utiliza más? ¿Por qué la bicicleta no tiene aún una presencia significativa en muchas ciudades? ¿Por qué el coche sigue siendo el medio dominante en las ciudades españolas?
Un factor fundamental que frena al uso de la bicicleta como medio de trasporte es la sensación de inseguridad. Ni nos sentimos ni nos podemos sentir seguros en bicicleta por las vías urbanas e interurbanas. Las ciudades españolas, salvo excepciones, no disponen de bastantes carriles bici. Los carriles bici que hay no se respetan y su estado de mantenimiento es precario en muchos casos. A los coches se les siguen permitiendo velocidades altas que imposibilitan compartir las vías urbanas e interurbanas con la bici. Son muchos y muy frecuentes los accidentes de tráfico en que se ven involucrados los ciclistas.
Tampoco las normas de tráfico y el reglamento de circulación ayudan a aumentar el uso de la bicicleta como medio de transporte. La promoción pública de la bicicleta también es escasa.
Los avances en las infraestructuras ciclistas, como los carriles bici y aparcamientos, se están llevando a cabo principalmente por el esfuerzo de algunos ayuntamientos como el de Sevilla, Vitoria, San Sebastián, Valencia o Zaragoza, entre otros.
Hay una Estrategia Estatal por la Bicicleta donde se definen muchas acciones que fomentarían y facilitarían el uso de la bicicleta. Yo quiero destacar algunas de ellas, como son: más promoción pública del uso de la bicicleta como medio alternativo, medidas en entornos escolares, más formación de circulación en bicicleta, apoyo a la creación de pequeñas empresas relacionadas con la bicicleta, ayudas a la compra de bicicletas, promoción del cicloturismo, más inversión en infraestructuras y vías ciclistas, cesión de mayor espacio para la movilidad en bicicleta, impulsar medidas en los entornos laborales, entre otras.
La puesta en marcha de acciones de este tipo requieren de recursos públicos. Todas las administraciones deben involucrarse en el impulso de un cambio modal. La Administración central tiene un papel importante a nivel normativo. Hay que hacer importantes cambios como son: la mejora del reglamento general de circulación, la limitación de la velocidad en ciudades a 30 Km/h y aprobar una ley de movilidad sostenible y financiación del transporte público. Estos cambios normativos se están promoviendo a través de la Interparlamentaria por la bicicleta, a la que pertenezco y a la que agradezco el esfuerzo y el trabajo que viene desarrollando. El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 están implicados en aprovechar esta oportunidad y facilitar una transformación modal hacia una movilidad más sostenible y saludable. España se debe convertir en vanguardia en Europa y en el mundo de una nueva movilidad urbana en torno a la bicicleta.
Las comunidades autónomas deben fomentar y financiar la creación de infraestructuras y vías ciclistas, al tiempo que colaboraran con los ayuntamientos en las transformaciones urbanísticas y cívicas necesarias. Y los ayuntamientos tienen un papel decisivo en la definición, puesta en marcha y fomento de los planes de uso de la bicicleta como medio de transporte alternativo, con actuaciones urbanísticas, de seguridad y protección al ciclista que elimine o aminore la sensación de inseguridad que hoy prevalece en la sociedad.
Es necesario pasar de cambios cosméticos y claramente insuficientes a una transformación real de nuestra movilidad. La bicicleta se debe convertir en el gran protagonista del cambio modal. Bicicletas, ahora, más que nunca.