El adelanto electoral que ha contagiado a Cataluña, Euskadi y Galicia
Por qué el primero en hablar de elecciones fue Quim Torra, luego el lehendakari y después el presidente de la Xunta.
Un tipo de virus ha contagiado a tres de las comunidades históricas en España: el adelanto electoral. Los presidentes de Euskadi y Galicia anunciaron este lunes que llamarán a sus ciudadanos a las urnas el próximo 5 de abril. Pero el foco de la infección está en Cataluña. Los tres buscan que sus partidos se mantengan en el poder.
El president Quim Torra (Junts) es el paciente cero. Fue el primero en avisar —el pasado 29 de enero— de que los catalanes votarán antes de tiempo, aunque no puso fecha porque condicionó los comicios a la aprobación de los presupuestos en el Parlament.
Torra quiere desarticular a sus socios de ERC. Él controla los tiempos a pesar de que no podrá encabezar la lista de Junts al estar inhabilitado, incluso sin condena firme. Una tensa batalla por ocupar su candidatura se está librando en el seno de Junts con Carles Puigdemont vigilante.
Íñigo Urkullu (PNV) y Alberto Núñez Feijóo (PP) se contagiaron rápido y reactivaron la dinámica electoral con la intención de que el escenario catalán no lastre sus opciones de renovar las mayorías que les permitan mantenerse al frente de los gobiernos vasco y gallego. Mayorías que, según las encuestas, no están claras, aunque los favoritos siguen siendo el PP en Galicia, el PNV en Euskadi y ERC en Cataluña.
El contagio desde Barcelona es evidente, porque el anuncio en Euskadi y Galicia ha llegado solo 13 días después del que lanzó Torra desde el Palau de la Generalitat, y con apenas dos horas y media de diferencia. 13 días es el tiempo de incubación del virus electoral.
El presidente de la Xunta de Galicia y el lehendakari estuvieron en contacto para decidir juntos el día D. Una nueva batalla electoral comienza en España y pone a los ciudadanos de nuevo en cuarentena.
La fiebre por conseguir votos se dispara en los cuarteles de los partidos y promete condicionar los presupuestos en Madrid. El Gobierno ya ha dicho que presentará las cuentas cuando tenga amarrados los apoyos en el Congreso, entre ellos los del PNV y ERC, que ahora viven en modo electoral. Difícil.
EI interrogante gallego
Urkullu y Feijóo venden sus adelantos como una forma de evitar a los ciudadanos permanecer en una campaña electoral constante, pero lo cierto es que buscan apuntalar sus opciones y desmontar a sus rivales. El adelanto en Euskadi era previsible, pero el caso gallego es más arriesgado para el PP que para el PNV.
Feijóo no tiene hoy día aliados en la Cámara autonómica, porque no lo necesita con su mayoría absoluta. Por eso, el PP gallego quiere revalidar sí o sí una victoria rotunda que se antoja complicada en una época en la que los triunfos aplastantes solo se ven en los libros de historia.
Los populares, además, no ven con buenos ojos sumar allí con Cs, como ha propuesto Inés Arrimadas, quien trata de presentar sus credenciales para afrontar el congreso de marzo. El propio Feijóo dijo este martes, tras anunciarse como candidato, que no quiere liderar una coalición.
Los populares reiteran que en Galicia, donde gobiernan con mayoría absoluta, no es necesario aliarse con los naranjas, porque allí no hay un independentismo al acecho.
Lo cierto es que las defensas de Ciudadanos están muy débiles en Galicia, donde no tiene ni un diputado para frenar a la izquierda nacionalista. A Arrimadas no le ha gustado el “portazo” de Feijóo. “Las encuestas dicen que bailan uno o dos escaños para que pierden la mayoría”, advirtió la líder in pectore de los naranjas.
Las opciones en Galicia de la ultraderecha de Vox, que no está en el Parlamento, son por ahora una incógnita. Aunque los mensajes centralistas del partido de Abascal no penetrarán con facilidad en una comunidad que es —y se siente— nacionalidad histórica. Tanto los naranjas como Vox podrían incluso auxiliar a Feijóo si pierde la mayoría absoluta por uno o dos escaños y ambos partidos entrar en la Cámara autonómica.
El presidente de la Xunta cuenta con la descomposición del espacio de En Marea, fragmentado en varios partidos que aún deben decidir cómo concurren, para jaquear a la izquierda. De momento, agrupan a algunas de las mareas municipalistas, pero están debilitados tras el batacazo del 28-A —cuando apenas se hicieron con un 1% de los votos—, y su negativa a participar el 10-N. El éxito en abril fue de la otra parte de las mareas, las que se integraron con Podemos bajo la marca En Común Unidas Podemos. Tercera fuerza y casi un 15% de apoyos.
Además, en el Parlamento autonómico el grupo está roto. Podemos y Esquerda Unida van por su cuenta. Y sin embargo, este puede ser el momento de la izquierda, aupada a La Moncloa por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, una de las artífices de la subida del salario mínimo e histórica militante de la izquierda atlántica.
Las opciones de que un tripartito gobierne en Santiago de Compostela y desbanque al PP más regionalista de España cobran fuerza. Más aún tras los buenos resultados del PSG-PSOE en las generales de noviembre y el altavoz mediático que el BNG tiene en Néstor Rego, el diputado nacionalista en el Congreso de los Diputados que negoció la investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Tanto los socialistas como el Bloque ya tienen candidatos: Gonzalo Caballero y Ana Pontón, respectivamente. En esas circunstancias, parecía probable que Feijóo ganara tiempo y rompiera la sinergia con los vascos con quienes han votado juntos desde 2009.
Pero no ha sido así. Ahora, el PP pide “generosidad política” a los constitucionalistas para “plantar cara al nacionalismo” en el País Vasco y en Cataluña, “pensando antes en un bien superior que en el de cada partido”. Palabra de Ana Beltrán, vicesecretaria de organización del PP.
La medicina naranja del PP en Euskadi
El PNV ha apostado con fuerza por el éxito de la legislatura de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en Madrid. Y sabe que el desarrollo de la mesa de diálogo entre Moncloa y Generalitat marcará el futuro del Gobierno de coalición que apoyaron en enero.
Por eso, ante la previsión de que algo falle, los nacionalistas convocan a los vascos a votar. Según las encuestas, el PNV podría revalidar el Gobierno de coalición con el PSE, aunque también sumaría con EH Bildu.
En Sabin Etxea, la sede del PNV, quieren consolidar el liderazgo nacionalista y desmarcarse de la cuestión catalana. Euskadi no es Cataluña. También busca tomar precauciones ante algunos signos de desgaste del Ejecutivo vasco que se pusieron de manifiesto durante la huelga general convocada el pasado 30 de enero por los sindicatos.
La previsión de que este año España crecerá menos de previsto, que el Gobierno confirmó este martes en el Consejo de Ministros, es el caldo de cultivo que puede fermentar en la industria vasca mayor conflictividad social y que Urkullu quiere evitar. Los virus se expanden con facilidad. El lehendakari tiene incentivos para apretar el botón electoral.
Los populares, que avanzaron este martes con Ciudadanos para ir juntos en País Vasco y Cataluña, confirmaron a Alfonso Alonso como cabeza del PP. El exministro, uno de los apoyos más decididos de Soraya Sáenz de Santamaría en su pugna con Casado, está abierto a dar entrada incluso a la exsocialista y fundadora de UPyD, Rosa Díez.
Las esperanzas de Alonso son movilizar voto, no pensar que el resultado de coalición será la suma de papeletas por separado. El encuentro entre Teodoro García Egea y José María Espejo (Cs) sirvió para “avanzar en la necesidad de que el centroderecha vaya unido a las elecciones”. El sueño del líder del PP, cada vez más cerca.
El resto de formaciones (PNV, EH Bildu y PSE-EE) ya cuentan con candidatos a la Lehendakaritza, aunque los nacionalistas vascos deben culminar un proceso interno para ratificar a Urkullu como aspirante a la reelección.
El virus catalán avanza lento por la lucha entre soberanistas
24 horas después de que Urkullu y Feijóo cantaran elecciones, el Govern catalán ha enfriado este martes la posibilidad de que los comicios sean en primavera, como se pensaba hasta ahora. Cuando Torra compareció por sorpresa el 29 de enero dió a entender que la convocatoria sería rápida.
Se llegó a especular con una fecha: mayo, aunque como muy pronto. Sobre todo teniendo en cuenta que la tramitación de los presupuestos durará al menos dos meses y que luego Torra tendrá que convocar los comicios para 54 días después, como marca la ley. Pero Meritxell Budó, la portavoz del Ejecutivo, advirtió este martes de que no sabe cuándo serán.
El incentivo de Junts está en aguardar al otoño. Es más, fuentes de ERC citadas por El Correo, apuntan que las elecciones serán, con toda seguridad, después de verano. Entonces, la sucesión de fechas simbólicas para el soberanismo colapsará el calendario y centrará la convocatoria electoral en clave independentista: la Diada el 11-S o el aniversario del referéndum del 1-O.
Ese es el marco mental en el que trabaja la órbita postconvergente controlada por Carles Puigdemont desde Bélgica, quien quiere desarticular a los republicanos para pilotar el proceso independentista y atacar el acuerdo que firmaron con los socialistas. JxCat y ERC no se ponen de acuerdo sobre la fecha de las elecciones. Pero ya es tarde, el coronavirus electoral ha adelantado las urnas.