Ábalos, un misterio por resolver
Cargarse al número dos del partido a menos de tres meses del 40 Congreso Federal ha dejado patidifusas a todas las esferas del partido.
Se admiten apuestas: ¿Qué ha pasado con Ábalos? Esa es la pregunta que una semana después se siguen haciendo tanto en el Comité Federal del PSOE, como en los ámbitos de poder territorial, en el grupo socialista en el Congreso, en el Senado y también en Ferraz. Es la comidilla entre los socialistas, que va más allá del puro chisme. Desentrañar la incógnita supone entender mejor qué pasa por la cabeza de un presidente que con la crisis de Gobierno ha querido enviar un mensaje muy claro: el único que manda es él.
Cargarse al número dos del partido a menos de tres meses del 40 Congreso Federal ha dejado patidifusas a todas las esferas del partido. Se ha instalado una intranquilidad colectiva y un regusto amargo. “No se puede alegar que hubiera un pulso político entre Sánchez y Ábalos como hubo entre Felipe y Guerra. Es un movimiento muy desconcertante con un congreso tan próximo. Ábalos ha sido muy leal y disciplinado, ha accedido a hacer cosas que no le gustaban y de repente le sacan del medio así por las buenas. Ni tan siquiera la gente de su equipo más próximo encuentra un motivo”, explica un diputado todavía en shock, que reconoce haber comido y cenado varios días de la semana con distintos altos cargos del Ministerio de Transportes que podrían tener alguna clave, sin resultados positivos.
El propio Ábalos ha manifestado en privado su consternación por las formas. “Está tocado, sobre todo por las formas aunque también por el fondo. Ha sido muy abrupto. Va a haber que pensarse mucho dar la cara por Sánchez, me preocupa quién va a darla a partir de ahora para que se la rompan. El presidente se queda muy desnudo en ese sentido tras la remodelación porque no veo a ninguno de los vicepresidentes con ese perfil. Hasta para quienes hemos estado al lado de ambos estos años es un enigma lo que ha podido suceder”, opina un alto cargo socialista.
“Ni tan siquiera los directores más próximos a Ábalos entienden la radicalidad del correctivo que se le ha aplicado. Ha sido el ministro más dispuesto a enfangarse y se ha trabajado lo suyo al partido. Ahora en los territorios estamos muy preocupados porque se había establecido una sintonía con José Luis y no se entiende lo que ha sucedido”, insiste una compañera socialista.
Ni en Ferraz han descorchado la botella de champagne que tenían preparada para el día que Iván Redondo saliese de sus vidas “porque lo de Ábalos nos ha aguado la fiesta”. Cómo debe de ser la desazón que recorre el partido para no celebrar por todo lo alto la destitución del todopoderoso jefe de gabinete de Sánchez. Y eso que, a una semana del tsunami, en el Comité Federal del 3 de julio, un socialista extremeño que se despedía hizo una crítica bastante dura sobre Iván Redondo y el presidente del Gobierno no le defendió para nada.
“Puso en cuestión la estrategia de las mociones de censura, señaló que había un problema serio de comunicación y preguntó quién se iba a hacer responsable del desastre de Madrid, para acabar diciendo ‘igual Redondo es leal al presidente, pero no al partido’. Cómo Sánchez no se inmutó, interpretamos que pasaba de entrar al trapo, aunque después de lo que ha sucedido, su desafecto tiene otra lectura”, narra una fuente próxima.
El todopoderoso papel que Pedro Sánchez se ha reservado para sí mismo, no solo en el Gobierno sino también en el partido, opaca cualquier otra cuestión hasta que se aclaren los motivos para deshacerse de José Luis Ábalos. Y es que entre las filas socialistas también están moscas por el cambio de Miquel Iceta a Cultura desde Política Territorial donde solo ha permanecido seis meses, después de sacar adelante el decreto para reducir la temporalidad en la administración pública. “Es otra señal del poder que va a centralizar Pedro. Los asuntos de Cataluña los quiere llevar él directamente, junto con Bolaños, que ha estado muy implicado en los indultos desde la sombra, negociando con unos y con otros”, asegura un senador socialista.
Otra de las explicaciones que se barajan en círculos socialistas es que Sánchez quiere eliminar cualquier tipo de conflicto interno en el Gobierno. “Hay que presentar un Gobierno unido para las próximas elecciones, que no esté cargando contra la parte contraria en los medios. Ábalos ha tenido rifirrafes con Podemos por la ley de la Vivienda o los precios de los alquileres, entre otros. Lo mismo le ha pasado a Calvo con Irene Montero, o les sucede a Nadia Calviño y Yolanda Díaz. Aunque este último caso es distinto, porque ambas representan al sector más centrista y al más izquierdista, una es más la empresa y otra los trabajadores. No puede prescindir de ninguna de las dos. Y lo que va a hacer Sánchez es atribuirse la labor de árbitro”, dice un diputado próximo a Moncloa.
Lo que está claro es que, pronto o tarde, se sabrá cuál fue el detonante para echar a José Luis Ábalos así, a palo seco. Como dijo el ya exministro de Transportes, él se había enterado ese mismo sábado por la mañana. Después, dejó la secretaría de Organización, aunque de momento va a seguir en el escaño. De momento, dijo él mismo.
Ábalos y otras incógnitas
El hermetismo seguirá quizá durante el verano, vistas las respuestas del mismo Pedro Sánchez a Pedro Piqueras en Telecinco. Preguntado hasta tres veces sobre los motivos para prescindir de un hombre que le había sido fiel, acompañando en los primeros tiempos —cuando ya iba recuperando poder Sánchez— el presidente no dejó atisbar ni un resquicio para mantener siquiera alguna especulación. Solo se ciñó a lo agradecido que estaba a todos, también a Ábalos.
Así, el PSOE sigue perplejo por Ábalos y otras incógnitas. A saber, cómo va a ser la relación entre Adriana Lastra —fuentes cercanas a la portavoz del PSOE dicen que tampoco sabía nada de la salida de Ábalos— y Santos Cerdán, el hombre que le ha sustituido. Cerdán es un tipo de partido, sin duda alguna, con el aparato metido en las venas, pero… todos los cambios escaman, a la vista de cómo ha llevado adelante Pedro Sánchez la remodelación.
Quedan algunos motivos para sonreír en las semanas que vienen, por más que aprieten el calor y la pandemia. Y es la salida de Iván Redondo —el ex todopoderoso spin doctor de Sánchez sigue filtrando que ha sido él quién ha decidido irse y rechazó ofertas ministeriales— y cuánto tiempo esperará para lanzar campañas anti-gobierno entre los numerosos periodistas afines que tenía y ha ido añadiendo a sus filas desde La Moncloa.
De momento, uno de los libros hagiográficos sobre Redondo que iba a salir en septiembre, porque se suponía, según el hagiógrafo de Iván contaba a compañeros y editores, que era cuando Sánchez haría la crisis y para entonces “Iván sería ya ministro de la presidencia”, no le queda más remedio que rehacer el final, según fuentes del sector editorial. El rumor se extiende rápidamente en los ámbitos socialistas y los periodísticos. Pero pese a las sonrisas, Ferraz sabe que —más pronto que tarde— de los círculos próximos a Redondo pueden salir cosas que no les agraden nada.