A cientos de kilómetros de casa
Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) llevan a cabo clínicas móviles en el oeste de Ucrania para asistir a personas desplazadas.
“Tengo problemas de salud, pero sigo postergando ir al médico… hasta que la cosa se complica bastante”, dice Olha, una mujer de la ciudad de Járkov, en el noreste de Ucrania, que se ha refugiado en un pequeño pueblo en el óblast de Transcarpacia, en el suroeste del país.
Al igual que muchas otras personas desplazadas, Olha vive temporalmente en un espacio público facilitado por las autoridades locales. “Es muy difícil adaptarse a las nuevas condiciones de vida. Uno está acostumbrado a vivir solo en su propio apartamento y ahora es como vivir en una residencia de estudiantes. Para los niños resulta todavía más difícil”, explica. “Pero tratamos de apoyarnos y ayudarnos los unos a los otros”.
En junio, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) con base en la ciudad de Úzhgorod comenzaron a visitar diferentes lugares en este óblast (división administrativa) para hacer clínicas móviles en puntos donde se concentran las comunidades desplazadas. Sólo en Transcarpacia hay actualmente registrados 128.000 de los 6,5 millones desplazados que han huido de sus hogares en toda Ucrania, según datos de las autoridades locales y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Están repartidos por diferentes ciudades y pueblos. Algunos intentan alquilar alojamientos privados, pero los precios son elevados, por lo que acaban viviendo en ocasiones hasta dos o tres familias en un mismo piso. Otros han agotado sus recursos. “Vemos casos de personas que necesitan atención, pero no la piden. A veces les preocupa que no sea gratis”, dice Ksenia, psicóloga voluntaria.
Entre julio y noviembre, MSF realizó cerca de 3.000 consultas médicas a través de clínicas móviles que visitaron 12 lugares en Transcarpacia como Úzhgorod, Khust y Mukachevo. Las principales condiciones médicas que vieron nuestros equipos fueron las enfermedades crónicas y las infecciones respiratorias. En el mismo período, 2.860 personas con necesidad de apoyo psicológico y psicosocial fueron atendidas en consultas individuales y sesiones grupales.
“Algunas personas experimentan síntomas como flashbacks, intrusiones y les preocupa cómo vivir. Muchos han perdido familiares en la guerra. Han perdido sus bienes, su salud… así como sus hogares y trabajos”, dice Natalia, supervisora de salud mental de MSF. “Cuando tienes tantas preocupaciones, esto eventualmente afecta tu salud”, agrega Olha, la mujer de Járkov.
A medida que empeora el clima, una preocupación general para las autoridades locales y las organizaciones humanitarias es que las condiciones para las personas desplazadas serán aún más difíciles. Los equipos de MSF dan apoyo logístico, como la reparación de los sistemas de agua en algunos de los albergues públicos y colaboran con las redes de voluntarios que distribuyen artículos de primera necesidad.
“Ayudamos a quienes vienen con algo de comida y también con ropa, ropa de segunda mano, y algunos artículos de higiene nuevos, como toallas, que recibimos de MSF”, explica Oleksander, un voluntario que llegó a Úzhgorod a principios de año tras dejar Kiév con su esposa y niños. “Cada voluntario tiene su propia historia, pero al final todo gira en torno a lo mismo”.