2020 parece el Apocalipsis porque en realidad lo es
Para algunos eruditos religiosos, lo ocurrido este 2020 hace pensar en un apocalipsis en el sentido original de la palabra.
Giovanni Bazzana, profesor de Nuevo Testamento en la Harvard Divinity School, ha estado estudiando el apocalipsis durante años. Ha impartido clases sobre el tema y ha examinado muchos textos antiguos. Por eso, cuando Bazzana reflexiona sobre los desastres naturales y la agitación social que ha trastornado la vida estadounidense (y la de los demás) en 2020, se siente cómodo poniéndole una etiqueta.
El apocalipsis está aquí, insiste Bazzana. De hecho, él considera que está “siempre con nosotros”.
Bazzana no se refiere a bestias monstruosas que emergen del mar o jinetes que descienden de un escenario cósmico para causar estragos en la tierra. Los sucesos de 2020 son un apocalipsis en el sentido original de la palabra griega, afirma, “una revelación o destape”.
Este año ha revelado verdades sobre la sociedad estadounidense y también de otros países que no se pueden ignorar ni tapar bajo la alfombra, explica Bazzana, ya sea la desigualdad a la hora de recibir atención médica, la injusticia racial o la ineptitud del gobierno.
“Es importante recordar que apocalipsis significa revelación; hace referencia al momento en que se revela algo sobre la vida de un individuo o sobre la sociedad en general ”, apunta. “Creo que este es realmente un momento de grandes revelaciones, no revelaciones en términos de visiones o profecías, sino revelaciones en el sentido de ver la verdad de las cosas”.
Las búsquedas de “apocalipsis” en Google, disparadas
Lo ocurrido en 2020 ha preparado a muchos para empezar a pensar en el apocalipsis. Las búsquedas en Google de esta palabra se dispararon en marzo en EEUU y en todo el mundo, cuando los países y los estados comenzaron a imponer cierres debido al coronavirus.
Los meses que siguieron proporcionaron todavía más material para el pensamiento apocalíptico en Estados Unidos: una pandemia que ha trastornado la vida cotidiana, incendios forestales en la costa oeste, protestas generalizadas, una elección presidencial divisiva en la que el actual líder aún no se ha comprometido plenamente a dar paso a una transición pacífica del poder. Las noticias sobre “avispones asesinos” o las especulaciones sobre signos de vida en Venus son ahora meras casillas a tachar en los imaginarios cartones de bingo de 2020.
En este contexto, los traumas personales de los estadounidenses se hacen todavía más pesados, lo que contribuye a la sensación de que todo es posible y que lo peor está por venir.
La imaginación apocalíptica a menudo se despierta en períodos como este, cuando las sociedades experimentan agitación e incertidumbre. Muchos eruditos creen que el Libro del Apocalipsis de la Biblia, posiblemente la historia de apocalipsis más influyente a nivel cultural, se escribió originalmente como literatura de resistencia.
El libro se le atribuye a un hombre llamado Juan que vivió a fines del siglo I y contiene vívidas visiones de una guerra cósmica entre las fuerzas del bien y el mal. Profetiza sobre un futuro en el que Dios juzgará a las naciones, castigará a los malhechores, vengará a su pueblo y establecerá un nuevo mundo más justo. Esta obra, aseguran los académicos, es la respuesta codificada pero desafiante a la opresión del Imperio Romano sobre los judíos y la destrucción de Jerusalén.
“Muy a menudo, estos textos están escritos por personas que experimentan la opresión de algún poder que se está volviendo demasiado invasivo o que los persigue fuertemente”, dice Bazzana.
El “apocalipsis” no es sólo divino
El pensamiento apocalíptico se puede encontrar en los textos religiosos de las tres religiones abrahámicas, así como en los ciclos de destrucción y reconstitución que aparecen en el budismo y algunas otras tradiciones religiosas.
Las visiones seculares del apocalipsis también existen, según Anna Maria Bounds, socióloga del Queens College de Nueva York, que ha escrito un libro sobre los preparadores del Día del juicio final de la ciudad.
En estos apocalipsis de nuestros días, lo divino es menos prominente y los humanos se convierten en agentes de su propia destrucción o salvación. Estas narrativas seculares aprovechan los temores que la gente tiene sobre la fragilidad de la vida moderna, señala Bounds: temores sobre el colapso del gobierno o la economía, el fracaso de la tecnología, la amenaza de ataques terroristas o los efectos del cambio climático.
“Hay una sensación de pérdida de control, una mayor sensación de ansiedad por todo tipo de cosas”, recalca. “Desde la pandemia hasta los incendios forestales, la inestabilidad económica y las preocupaciones sobre las próximas elecciones. Todo tipo de cosas.”
Las visiones populares del apocalipsis a menudo se refieren a eventos globales, cataclísmos que alteran el mundo. Pero un apocalipsis también lo pueden sufrir un grupo de personas. “La llegada de los europeos a América del Norte fue un apocalipsis para los nativos americanos”, añade Bazzana, “al igual que la experiencia de la esclavitud para los afroamericanos”.
Las narrativas apocalípticas pueden fomentar formas culturales de resistencia que demuestren resiliencia frente a una gran adversidad. Bazzana cuenta que Ghost Dance, un movimiento espiritual nativo americano de finales del siglo XIX que imaginó el fin de la expansión de occidente, fue uno de esos movimientos de resistencia, al igual que parte de la ficción especulativa apocalíptica escrita por escritores nativos y afroamericanos de hoy en día.
Para algunos grupos, el apocalipsis es una forma de lidiar con una amenaza al statu quo. En la actualidad, prevalece un pensamiento imaginativo apocalíptico en alguno aspectos del apoyo de los evangélicos blancos al presidente Donald Trump. El grupo religioso, acostumbrado a ejercer una influencia cultural incuestionable, se enfrenta ahora a un país que se diversifica rápidamente. El pensamiento apocalíptico también sustenta la teoría de la conspiración de extrema derecha a favor de Trump, QAnon.
Las ideas sobre el apocalipsis persisten a lo largo de los siglos porque son una forma de que los humanos lidien con su ansiedad por el cambio, reconoce Bazzana.
“Creo que los humanos necesitan mecanismos para hacer frente a ese cambio”, confiesa. “Prepararse para el cambio o afrontar el cambio cuando suceda”.
“Una simplificación peligrosa”
El arte y el activismo -incluso parte del humor negro- que surge del pensamiento apocalíptico es una forma de que las personas recuperen un sentimiento de control sobre lo que parece una situación imposible, sugiere Bounds. Ayuda a las personas a imaginar cómo sería la supervivencia y qué querrían traer consigo a un nuevo mundo postapocalíptico.
“Se trata de que pensemos en cómo podemos participar en un renacimiento creativo y más positivo del mundo”, expresa. “Te hace mirar hacia dentro con una mirada productiva sobre ti mismo y darte cuenta de que el mundo es un poco loco: ¿qué puedo hacer para anclarme y qué puedo hacer para hacer una buena contribución al mundo?”
Catherine Keller, teóloga constructiva de la Escuela Teológica de la Universidad Drew, ha estado interesada en el apocalipsis desde la década de 1980, cuando comenzó a ver cómo el fundamentalismo apocalíptico cristiano se abría paso en el Partido Republicano. Pero más recientemente, se ha preocupado por el apocalipsis secular sobre el cambio climático plagado de nihilismo, como si fuera demasiado tarde para hacer cambios positivos.
Ya sea que se base en creencias religiosas o no, pensar en el apocalipsis como el fin final del mundo puede ser una “simplificación peligrosa”, dijo Keller, ya que disminuye la capacidad de los humanos para impactar el curso de la historia.
2020 ha sido una ”época de carga apocalíptica”, y eso puede ser algo bueno si significa que “nos están abriendo los ojos”, dijo Keller. El surgimiento del pensamiento apocalíptico en la actualidad es una “advertencia antigua y profunda” de que algo sobre la forma en que fluye el poder en la sociedad debe cambiar.
“El apocalipsis en el que nos encontramos ahora, si leemos el apocalipsis fielmente, no como un fin del mundo sino como una apertura radical y dolorosa, existe una posibilidad, sospecho que es una gran última oportunidad, de realmente cambiar nuestro mundo”.