Ponte en la piel de una víctima cuando informes sobre violencia de género
Hagan un ejercicio básico del periodismo: pónganse en la piel de alguna de las casi 130.000 mujeres que el año pasado interpusieron una denuncia por violencia de género, piensen cómo le afectan estas crónicas negras basadas en el arma homicida, en el número de puñaladas y en el estado mental del agresor para dar el paso y denunciar su situación, pedir ayuda y tener esperanza en el futuro. Gracias.
Foto: ISTOCK
Los medios de comunicación son la primera fuente de información sobre violencia machista para el 97% de la población. Han sido claves para sacarla del ámbito privado y situarla en la agenda pública. Por eso parece una obviedad destacar y apelar a la enorme responsabilidad de los profesionales de la información y de los medios de comunicación en general a la hora de abordar esta cuestión. Pero las inercias observadas en los últimos años desmienten que se trate de algo innecesario, sino todo lo contrario.
La violencia de género es un asunto cotidiano en la actualidad, sobre todo en su expresión más brutal y extrema que es el asesinato de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. A principios del pasado junio una mujer fue asesinada en Sevilla por su pareja. No había terminado el mes y en Gran Canaria otro hombre mató a la que fue su pareja. Apenas hemos comenzado el mes de julio y en otro punto de España, en Lepe (Huelva), ha vuelto a ocurrir, otro asesinato más.
Esta frecuencia en la muerte violenta de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, paradójicamente, ha propiciado cierta relajación a la hora de dimensionar la trascendencia de estos hechos por parte de los medios. Se informa de cada caso de forma puntual, sí, pero el enfoque periodístico traslada que estamos ante una especie de rutina inevitable, como demuestra el uso habitual de muletillas: "nuevo caso de violencia de género", "otra víctima más de la violencia de género". El año pasado fueron 60. Las coberturas aisladas, sin contexto, y dotadas de los atributos propios de la crónica de sucesos están siendo la tónica general. Así, solo contribuye a insensibilizar y a normalizar unos acontecimientos nefastos para la sociedad.
El recuento de víctimas mortales de la violencia machista que suele hacerse al final de cada crónica -"es la víctima número x en lo que va de año"- es sólo la punta de un iceberg espantoso. Debajo de esta insoportable cifra que emerge en telediarios y periódicos, hay una realidad terrible: según la memoria del Consejo General del Poder Judicial, en 2015 se tramitaron 129.193 denuncias por violencia de género. Este documento es público y de fácil acceso.
Repasar las crónicas periodísticas del crimen de Sevilla, en el que un hombre mató a su pareja en las inmediaciones del aeropuerto de la capital andaluza, produce desasosiego. "Mata a su mujer por perder un vuelo", "El estrangulador del aeropuerto mató a su mujer tras perder un vuelo", "Un hombre mata a su mujer en el aeropuerto de Sevilla por perder un vuelo". Medios de comunicación intentando encontrar una razón (ajena al machismo) que explique el arrebato criminal del agresor.
En el asesinato de Maspalomas (Gran Canaria) de finales de junio la información detalla minuciosamente los datos más escabrosos del suceso: estrangulada, signos de golpes en el cuerpo de la víctima, vecinos que oyeron ruidos de muebles y algún lamento que no supieron a qué atribuir. Ni rastro del teléfono de denuncia de violencia de género, 016, en una información de 14 párrafos de un importante diario local.
No es fácil saber cuántas mujeres que en estos momentos sufren violencia machista se atreven a pedir ayuda a las instituciones. Sí sabemos, por ejemplo, que el 78% de las que fueron asesinadas el año pasado no se atrevieron. ¿No es un porcentaje lo suficientemente abultado como para que, cuando un periodista ofrece este dato, se pregunte cuántas mujeres realmente están siendo maltratadas por sus parejas o ex parejas? ¿Cuál es la dimensión de este grave déficit de derechos humanos con el que convivimos como sociedad? ¿Por qué las víctimas no se atreven a denunciar?
La ley compromete a los medios de comunicación en la lucha contra la violencia de género y a concienciar a la sociedad sobre la gravedad de este problema. En el Consejo Audiovisual de Andalucía nos preocupa especialmente el tratamiento mediático de esta auténtica lacra social, sobre todo tras constatar la frecuencia con que se abordan estos casos desde una perspectiva sensacionalista, macabra y carente de todo contexto.
Por eso, hemos coordinado la elaboración de una Guía para el tratamiento informativo de la violencia de género con la que pretendemos contribuir a las buenas prácticas periodísticas. Este documento se ha elaborado con las aportaciones del Colegio de Periodistas de Andalucía, la RTVA; la RTVE-Andalucía, la red de televisiones locales ACUTEL, la Fiscalía de Violencia de Género en la comunidad andaluza y otros representantes del ámbito judicial, académico y sindical.
Es una herramienta útil de rápida consulta ante las dificultades que en muchas ocasiones enfrentan los profesionales de los medios, con redacciones mermadas de recursos humanos y con poca especialización. También una llamada de atención a la banalización y espectacularización de los crímenes machistas en los medios de mayor impacto.
Además de recomendar evitar rutinas periodísticas antes descritas, apostar por la especialización de los informadores para que sepa lo que es la violencia de género, les proponemos que no esperen a que se produzca un asesinato para abordar esta cuestión. Existen infinidad de datos accesibles sobre la materia, se pueden difundir sentencias, denunciar comportamientos machistas para trasladar a la sociedad la dimensión de este problema e informar de casos de mujeres que han salido de esta espiral de la violencia de género.
Por supuesto, esta guía insta al profesional de la información a que haga periodismo, a que no propague mitos, ideas o mensajes sin fundamento y que acuda siempre a fuentes autorizadas y expertas. Huir de los testimonios de vecinos o allegados de la pareja implicada. En raras ocasiones, la violencia de género se ejerce con testigos.
En definitiva, sugerimos a los periodistas, que en muchas ocasiones se preguntan con razón cómo informar sobre cada nuevo asesinato de una mujer, que puede centrarse más en el problema, la violencia machista, a través de la difusión de imágenes complementarias y útiles sobre recursos públicos, centros de acogida, servicios especializados, sentencias condenatorias. Y siempre incluir de forma verbal o escrita el número de teléfono de denuncia y ayuda a las víctimas 016.
Hagan un ejercicio básico del periodismo: pónganse en la piel de alguna de las casi 130.000 mujeres que el año pasado interpusieron una denuncia por violencia de género, piensen cómo le afectan estas crónicas negras basadas en el arma homicida, en el número de puñaladas y en el estado mental del agresor para dar el paso y denunciar su situación, pedir ayuda y tener esperanza en el futuro. Gracias.