9 de mayo: Europa se traiciona
Europa traiciona a sus ciudadanos que contemplan horrorizados las imágenes incesantes de mujeres y hombres agotados, enfermos, heridos y angustiados llamando a nuestras puertas cerradas, y de niños y niñas perdidos en territorio europeo o ahogados en nuestras playas.
La crisis económica y el ensimismamiento nacional, la multiplicación de conflictos cercanos, la amenaza de ISIS, el auge de los nacionalismos excluyentes, así como la creciente influencia de los gobiernos en detrimento de las instituciones europeas y la ausencia de un liderazgo valiente y sólido, están resquebrajando la Unión Europea a toda velocidad.
El mejor ejemplo de esta debilidad es la cruel ineficacia mostrada por todas las instituciones en la gestión de la crisis de l@s refugiados. Que, en el siglo XXI, la poderosa Europa consienta la muerte de centenares de personas en el Mediterráneo es un hecho inaceptable que cuestiona las raíces más profundas del proyecto Europeo. Que el dinero, las inversiones - y también el fraude y la elusión- fiscal puedan viajar sin control y las personas que huye de la guerra se topen, no ya con las fronteras tradicionales sino con nuevas alambradas, campos de detención y se vean abandonados en el mar supone una traición en toda regla al espíritu de solidaridad y de defensa de los derechos humanos que la Unión Europea ha representado desde su creación.
La denominada "crisis de los refugiados" es el resultado de la propia crisis política y geoestratégica de Europa y de la dimisión de la izquierda progresista e internacionalista en la defensa de su identidad, por encima de los intereses políticos y de los cálculos electorales. También es una traición el evidente incumplimiento de las Convenciones internacionales sobre refugiados y sobre protección a la infancia y de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, entre otras muchas obligaciones del derecho internacional humanitario que los gobiernos han borrado de sus GPS.
Europa -los gobiernos europeos, en realidad- ha acabado pidiendo ayuda a otros para, así, eludir su obligación legal, política y moral: dar asilo a quienes huyen de la persecución, la tortura, la guerra y la muerte. Los gobiernos han sentido más miedo que compasión y han utilizado subterfugios infames para librarse de seres humanos necesitados de nuestra ayuda a la que, mayoritariamente, tienen derecho.
Europa traiciona a sus ciudadanos que contemplan horrorizados las imágenes incesantes de mujeres y hombres agotados, enfermos, heridos y angustiados llamando a nuestras puertas cerradas, y de niños y niñas perdidos en territorio europeo o ahogados en nuestras playas.
"NO PODRÉIS ENTRAR", ese es el gran mensaje que los gobiernos europeos han enviado a los desplazados; un mensaje inútil para personas que buscarán cualquier vía -cada vez más peligrosas- impulsados por el sentimiento más humano que cabe: sobrevivir, salvar a los tuyos, arriesgarlo todo por un futuro digno.
Las soluciones adoptadas por los Estados Miembros y por la UE no resolverán el problema de fondo y, además, suponen una violación de la identidad europea. Los movimientos ultranacionalistas y xenófobos no bajarán la presión pero los valores humanistas siguen perdiendo influenciasin que los líderes políticos desplieguen la bandera de la compasión y la
solidaridad, hoy en manos de las organizaciones humanitarias y de la sociedad civil.
Y, sin embargo, es posible cumplir con el mandato ético y legal: abrir pasos ordenados y seguros y acoger a un millón y medio de refugiados - incluso muchos más- en nuestros desarrollados países. Líbano, Turquía y Jordania llevan años soportando un número muy superior de desplazados con infinitamente menos recursos de los que dispone Europa.
La traición a Europa se resuelve con más Europa y con más Unión, volviendo a los orígenes y desplegando liderazgo, inteligencia y generosidad. Los gobiernos -y la mayoría de los grupos políticos- actúan acogotados por el miedo al extremismo anti europeo pero con miedo nunca hubiéramos construido la Unión y jamás habríamos sido un referente mundial en la defensa de los derechos y de las libertades.
El muro no hay que levantarlo contra los refugiados sino contra los traidores al alma europea. Será esa la única decisión que evitará que no ganen esta batalla los enemigos de Europa.